Un par de columnas publicadas en este diario el pasado lunes me fueron más que aleccionadoras.
En ellas se dimensiona a cabalidad, para desgracia, la podredumbre de nuestra realidad política.
O al menos, la descomposición que comenzó a agravarse en Puebla desde hace poco más de tres lustros y que hoy parece florecer con esplendor.
En su “Garganta profunda”, nuestro director Arturo Luna enlista a las figuras que dominaban el escenario local apenas hace algunos ayeres y las fatalidades que acabaron por avasallarlas en un lapso relativamente breve.
Aparecen ahí los nombres de Rafael Moreno Valle, Martha Erika Alonso, Eukid Castañón, Mario Marín, Valentín Meneses, Javier García Ramírez, Luis Maldonado, Tony Gali, Luis Banck, Jorge Aguilar, José Juan Espinosa, Leoncio Paisano, y …Saúl Huerta,
Al recuento le acompañan sus respectivas sentencias, todas ellas plenas de infortunio: muerte, prisión, fuga y exilio.
Y hasta el caso de un pederasta que se espera termine encarcelado.
Fatalidades que, explica, se derivan de la sinrazón que concede el poder; el exceso y los abusos del poder; el malentendido absolutismo que de manera inequívoca conduce al precipicio.
Por su parte, el experto en estudios de opinión pública Rodolfo Rivera, se refirió también en tono crítico al detestable caso de Saúl Huerta, todavía diputado federal de Morena.
En “Al pie de la letra”, dice que este deleznable suceso “es el oxígeno que le hacía falta a las campañas de los candidatos panistas, que la verdad no estaban entusiasmando a nadie”.
Se lamenta que ante la poca creatividad de los opositores, “hoy todo será lucha contra los abusadores, defensa de los menores, cárcel para los malditos pedófilos y treinta frases más pegadoras”.
Del análisis de Luna Silva me quedo con la reflexión sobre si el poder es una maldición. De Rivera Pacheco recojo su escarnio respecto a que tuvo que ocurrir un lamentable hecho delictivo para inspirar el discurso de los opositores de Morena que, según parece, lideran pese a todo la competencia electoral. “Esto es lo que hay”, concluye.
Deduzco de ambos su ponderación a los niveles denigrante de la política: los abusos del poder, por un lado y el efecto electorero de quienes recogen la basura para enarbolarla como bandera proselitista, por el otro.
¿En qué momento caímos tan bajo?
Tales apuntes giran en torno al vergonzoso caso de Saúl Huerta, quien de no haber sido delatado seguramente hubiera seguido tan campante en su campaña por reelegirse como diputado federal y también seguramente hubiera logrado su propósito, para seguir manteniendo su doble personalidad de sucio pederasta.
¿Cuántos más hay así con el gafete de “representantes populares” o de finos “servidores públicos” al servicio de la sociedad? Ni duda cabe, en la política hay también delincuentes de cuello blanco.
No es un tema local, desde luego, ni tampoco imputa a un solo partido, aunque por extraña coincidencia, hasta ahora los detestables protagonistas sean todos de Morena.
El caso de Félix Macedonio es igual de asqueroso que el de Saúl Huerta, y qué decir del manoteo vulgar del zacatecano David Monreal.
En este contexto de putrefacción, baste decir que tan solo en el pasado mes de marzo hubo en el país poco más de dos mil denuncias por violación, 206 por extorsión sexual contra mujeres y casi 24 mil por violencia intrafamiliar.
Son cifras escandalosas que merecen atención y políticas públicas muy puntuales para abatirlas, pero ahora en el contexto del proceso electoral en marcha, lo grave es que muchos de esos infractores hayan podido burlar los filtros partidistas para erigirse como pulcros personajes públicos.
No es casual entonces que el tema de la violencia de género sea una constante y que sumen decenas las denuncias contra diversos candidatos por violencia sexual, familiar o que son deudores de pensiones alimentarias.
Más de un centenar de organizaciones junto con activistas y defensoras de los derechos humanos, revelan la existencia de al menos 81 casos de distintos aspirantes a una posición electoral.
Integrados en el llamado Observatoria Ciudadana Todas MX, en su recuento refieren unas 25 denuncias de violencia sexual en sus diferentes modalidades como proxenetas, pedófilos, violadores, agresores y acosadores. Otro par de acusaciones se refieren a violencia familiar y siete más por violencia de género.
Entre las denuncias, hay cinco que involucran a poblanos, uno de ellos Julio Lorenzini, expanista y ahora aspirante por Morena de la Alcaldía de San Pedro Cholula a quien su expareja lo acusó por reiteradas agresiones.
La mayoría de las denuncias están radicadas en Chiapas con 26, Veracruz con 10, y la CDMX con cuatro, aunque una cantidad importante ya han sido desechadas por las autoridades ministeriales por dudosa falta de elementos probatorios.
Entre los acusados figuran 24 candidatos de Morena, siete del PAN, cuatro de Movimiento Ciudadano, y con tres, del PRI y del Partido Encuentro Social, así como tres más de la alianza PRI-PAN-PRD y uno que compite como independiente.
En lo que a Puebla se refiere, tan sólo este año, el Instituto Electoral del Estado ha recibido 25 quejas por violencia política en razón de género, cuyos procesos sancionadores tendrá que ser dictaminados todavía por el Tribunal Electoral local, en tanto que existen otras 25 quejas recibidas en 2020 de las que sólo se dictaron medidas cautelares en 10 casos a favor de las víctimas
Así sea por casualidad, lo que al menos queda para anular a quienes se les ha caído la careta, es aplicar la ley, con el mayor rigor.
Es el caso de Saúl Huerta, a quien se trató de proteger en primera instancia para que, aun de manera tardía, la dirigencia de Morena le suspendiera sus derechos partidistas en tanto avanza la investigación para que sea sometido al desafuero y pueda proceder su detención.
Por cierto, ¿cuándo la dirigencia de Morena y sus personajes más connotados en Puebla fijarán su posición? El silencio delata también complicidad.
Y es desde luego, también acomoda el caso de Félix Macedonio, que aunque pudo en su momento anular las múltiples acusaciones en su contra por delitos sexuales, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación frenó su aspiración de gobernar el estado de Guerrero, por no presentar a tiempo sus gastos de precampaña ante el INE.
Como fuere, no basta con lamentarse por los niveles precarios de nuestros políticos, ni del beneficio electorero que algunos pretenden obtener.
Habría entonces que exigir mayor control, promover la denuncia y cuando así proceda, aplicar de modo irrestricto la ley.
Y desde luego, en todos los casos y como ciudadanos, el recurso a favor será siempre hacer uso de la fortaleza y el poder que concede el libre ejercicio del voto, como valladar para evitar que la política se denigre todavía más.