Soliloquio
Felipe Flores Núñez
No es novedad que el presidente Andrés Manuel López Obrador cuestione la labor de los medios informativos.
Los ataques a la prensa y a periodistas han sido frecuentes durante todo su mandato, con énfasis contra quienes no coinciden o abiertamente disienten con la llamada 4T, con sus formas de gobierno, o con aquellos que delatan irregularidades. En esos casos se aplica aquél falaz criterio de que “si no estás conmigo, estás contra mí”.
En esa dinámica que nada contribuye a una mejor convivencia social, ha sido también una constante que sea el presidente el que marque la agenda temática, ya sea para ensalzar sus acciones o como parte de una estrategia de distracción ante momentos de dificultad.
Así, a veces incluso con información no corroborada o con verdades a medias, el Ejecutivo ha hecho hasta lo imposible por conducir la narrativa, en un juego mediático difícil de eludir que casi siempre le resulta favorable.
Valgan esas consideraciones –los embates contra la prensa y el propósito de imponer la temática en el ámbito de la discusión pública– para visualizar el comentario presidencial de inicio de semana, en el sentido de que nunca antes se había visto en la prensa tanta “nota roja” como ahora.
A su juicio, la cobertura que hacen los medios de comunicación sobre la violencia es demasiada. “Nunca, nunca en la historia había escuchado o visto en la televisión o leído en los periódicos tanta nota roja”, exclamó en su conferencia mañanera a manera de reclamo.
Recordó que, en 2011, durante el sexenio de Felipe Calderón algunos de los medios más importantes suscribieron el llamado Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia. “Entonces llamaron a todos los dueños de medios de manipulación, conductores famosos, ¿y para qué creen que fue la reunión? Para que no hablaran de violencia, y estos que ahora gri tan como pregoneros, en ese entonces callaron como momias”, enfatizó.
Una vez más el presidente fue impreciso en su alocución, porque en realidad lo que ocurrió entonces fue que más de 700 diarios, televisoras, radiodifusoras y sitios web del país firmaron una serie de criterios para informar sobre la violencia en el país, a fin de establecer parámetros para informar asuntos de seguridad y crimen en el país, en el contexto de la guerra virtual que promovió el gobierno calderonista en contra de grupos delincuenciales.
Aquel documento contenía criterios por demás elementales, muchos de ellos incluso retomados de los códigos de ética que los mismos medios imponen a sus colaboradores. Ya que no pierden caducidad, vale la pena recordar cuáles fueron algunos de esos los lineamientos:
- No ser voceros del crimen organizado. Evitar el lenguaje y la terminología empleada por los delincuentes u omitir información que provenga del crimen.
- Dimensionar adecuadamente la información. Presentar datos en el contexto correcto, explicando la situación real del problema de la violencia en el país.
- Atribuir responsabilidades explícitamente. La información que se presente del crimen debe dejar claro quién provocó cada hecho de violencia.
- No prejuzgar culpabilidades. Los medios deben respetar en todo momento el principio de presunción de inocencia.
- Cuidar a las víctimas y a los menores de edad.
- Alentar la participación y la denuncia ciudadana.
- Proteger a los periodistas. Cada medio debe instituir protocolos y medidas de seguridad para sus colaboradores.
- Solidarizarse ante cualquier amenaza o acción contra reporteros y medios.
- No interferir en el combate a la delincuencia. No difundir información “que ponga en riesgo la viabilidad de las acciones y los operativos contra el crimen organizado o que comprometa la vida de quienes combaten a la delincuencia.
Queda claro entonces que el malestar presidencial parece no justificarse. Aquello de que “Nunca, nunca en la historia había escuchado o visto en la televisión o leído en los periódicos tanta nota roja” es una más de sus falacias.
Lo que en realidad le causa molestia es que los medios otorguen cobertura a una realidad que es inocultable: la violencia es una constante y se ha expandido de modo incontenible en el país, en buena medida por la fallida política de “abrazos no balazos”.
La preocupación presidencial se magnifica por los tiempos actuales de la contienda electoral, argumento que por lógica le ha servido al grupo opositor para promover que pugnará por un México sin miedo.
La nota roja, en efecto, pasó desde hace tiempo a las primeras planas y a los principales espacios de los medios informativos. Hoy está en el discurso político-electoral. No podría ser de otra manera al asomarse al escenario nacional para percatarse los altos e inéditos índices delictivos.
El tema de la seguridad nacional es de la mayor prioridad para la mayoría de los mexicanos y no hay manera de deslindarlo ahora, cuando está en disputa la definición del rumbo del país.
¿O qué, para parafrasearlo, pretende que ante tal evidencia los medios “callen como momias”?