Por si faltaran motivos para generar polémicas y discrepancias, durante los días recientes un par de acontecimientos alborotaron a la opinión pública: la intempestiva exigencia de los directivos de escuelas particulares para un inmediato regreso a clases, pese a los niveles de la pandemia en el país, y un irreflexivo “Ya chole” del presidente Andrés Manuel López Obrador, expresado en defensa del aspirante al gobierno de Guerrero acusado de agresión sexual.
Nada que ver un asunto con el otro, pero ambos merecen una reflexión por su implicación en la cotidianidad de nuestros agitados y pandémicos días.
Apenas este lunes, Alfredo Villar Jiménez, dirigente de la Asociación Nacional de Escuelas Particulares, sorprendió al anunciar que sus colegios abrirán las puertas a clases presenciales a partir del 1 de marzo y esgrimió tener el derecho de impartir educación de acuerdo al artículo tercero constitucional “y nadie nos puede restringir estos derechos”.
En su comunicado expresó en tono desafiante que las escuelas privadas en el país regresarán a las clases presenciales sin importar el color del semáforo epidemiológico por COVID-19, ni el llamado del gobierno federal a retrasar su apertura hasta agosto próximo.
Dijo que es importante que los directores, maestros y padres de familia inicien actividades educativas presenciales para enfrentar los nuevos retos y nuevas condiciones de vida de la sociedad generadas por la pandemia y que han causado otras crisis.
Aclaró que el retorno será opcional, tanto para las escuelas particulares que quieran abrir como para los padres de familia que quieran enviar a sus hijos a las escuelas; refirió que también debe abordarse el tema de los trastornos mentales y emocionales de niñas, niños y adolescentes, además de a sus familias y de maestras y maestros.
Alertó que la pandemia provocó una crisis educativa de la cual se recuperarán entre seis y 10 años, además lamentó que hasta el momento 20 mil escuelas particulares han cerrado definitivamente por la pandemia.
Ante tal disparate, pronto se supo –está acreditado– que Villar Jiménez venía planeando tal embestida desde hace varias semanas, al mover sus hilos a nivel nacional buscando adhesiones entre los propietarios de escuelas particulares, a quienes quiso conmover con los altos índices de deserción que se han registrado y sus consecuentes pérdidas económicas.
Al menos en Puebla, su agitación tuvo escasa respuesta. Nadie ha dado su aval todavía, incluso ya hubo un posicionamiento en contra de la iniciativa por padres de familia que no quieren exponer a sus hijos a un posible contagio colectivo, justo cuando estamos en semáforo rojo de máxima alerta y con cifras en promedio de al menos 30 decesos al día.
¿Sabe el empresario de escuelitas que un retorno precipitado podría ser temerario y sus efectos irreversibles, y que en otros países, como Italia, tuvieron que dar marcha atrás por los riesgos que significaba la movilidad en las escuelas?
Afortunadamente el gobierno estatal – que calificó tal propuesta como meramente protagónica– ha sido firme, al reiterar que en Puebla no habrá clases presenciales hasta que el semáforo epidemiológico esté en verde y la situación sea absolutamente estable.
Prevalecen así la razón y la salud sobre otros intereses mezquinos que quisieron ocultarse, pero que finalmente quedaron evidenciados.
EL DESPRECIABLE “YA CHOLE”
Resulta imposible dejar de hacer referencia a la frase “Ya chole”, que expresó el presidente Andrés Manuel López Obrador para eludir un comentario que lo comprometiera respecto a la obstinación de su partido Morena para postular a Félix Salgado Macedonio, como su candidato a la gubernatura de Guerrero.
“Ya dije que son tiempos de elecciones en las que hay acusaciones de todo tipo y de parte de quién…ya chole”, remató el mandatario cuando un reportero le hizo referencia de al menos tres cargos que se le imputan a su viejo y apreciado correligionario por agresiones sexuales.
El “Ya chole” es en realidad un “dejen de molestar”, no importa que Macedonio sea señalado desde 1988 por una mujer que entonces era menor de edad; o de otra denuncia por acoso sexual ante la Fiscalía de Guerrero ratificada en 2017; y de una más por otra mujer que la atribuye la misma falta, denuncia que llegó incluso a la instancia de la Comisión de Honestidad y Justicia de Morena.
Cada caso está documentado, existen los folios y los testimonios, hay nombres y apellidos de las mujeres agredidas, ¿no basta?
Nada de esos señalamientos parecen relevantes justo en la víspera del Día Internacional de la Mujer y cuando hay un movimiento en todas las latitudes por denunciar y sancionar a quienes por su deformada naturaleza creen que vivimos la época de las cavernas y que aún se puede abusar del mal llamado “sexo débil”.
Tampoco importan las protestas, pintas y bombas molotov en la casa de campaña de Macedonio, bajo la consigna: «¡Un violador no será Gobernador!”
De nada sirve que senadoras y diputadas hayan exigido por escrito a la dirigencia de Morena que se retire esa candidatura. O que otros personajes públicos afines a la 4T, como Diego Luna, Bruno Bichir y Héctor Bonilla hayan enviado un mensaje al propio López Obrador, para que se tomen en cuenta las acusaciones contra Macedonio y se reconsidere su postulación.
Todos le piden a AMLO no desestimar dichas denuncias en un país de feminicidios. En su misiva exponen: “Desde su inicio, Morena se ha propuesto abrir el camino para la transformación moral de la sociedad y del gobierno de nuestro país. No basta con no mentir, no robar y no traicionar, es necesario también transformar la estructura predominante que está sustentada en la desigualdad, la injusticia, la discriminación y la violencia de género”.
De nada importa que el “¡Ya chole!” se haya revertido como tendencia, en el que grupos de activistas, feministas y académicas reviraran con: “Ya chole de machos cómplices de violadores; ya chole de las violencias contra las mujeres; ya chole de autoridades incompetentes que no ponen un alto a los feminicidios”.
No parece relevante que según datos oficiales, durante 2020 se haya registrado en el país un lamentable incremento de los casos de feminicidio y que hayan sido más de 250 mil las llamadas a los sistemas de emergencias relacionadas con violencia a la mujer, 36.7% por encima del año pasado.
Y se desdeña que la Organización de las Naciones Unidas haya calificado al feminicidio en México como una “pandemia” y que, en su informe, el organismo señale que en general la violencia contra la mujer se caracteriza por su invisibilidad, normalización e impunidad agravantes todas que inciden en el caso de Macedonio.
Tampoco parece útil el llamado insistente de las autoridades electorales para impedir que los partidos políticos postulen a candidatos denunciados por violación, acoso u hostigamiento sexual.
A todo ello, oídos sordos.
Ya en otras circunstancias el gobierno federal ha manifestado una visión machista respecto a la agenda de las mujeres, pero la expresión del “¡Ya chole!” lacera todo intento de alcanzar la igualdad que se pregona.
Mantener a Félix Salgado Macedonio como candidato a gobernador de Guerrero (y más aún si ganara la elección), tendrá un costo político irreparable para la 4T que sólo el tiempo habrá de sentenciar.
En verdad, ¿ya chole?