Es cierto, no es tiempo de aplausos para los gobernantes, sino de que asuman las decisiones difíciles. Así lo ponderó el gobernador Miguel Barbosa en su encuentro de inicio de semana, plausible aún si para muchos pudiera haber sido retardado, con un grupo de primera línea de empresarios, industriales y dueños de negocios en Puebla.
Posiciones divergentes en momentos de dificultad. Hoy el reto mayor para quienes tienen la responsabilidad de la gobernanza, aquí como en el país y diríase que en el mundo entero, es asumir las mejores decisiones para afrontar la pandemia del COVID-19, cuyo efecto letal, por cierto, perdurará todavía.
Asumir el liderazgo para cuidar, ante todo, la salud colectiva. En esa tesitura no hay espacio para titubeos, y mucho de ceder ante presiones, aunque fueran válidas, comprensibles. Y es que también hoy, el apremio mayor para quienes están al frente de negocios y comercios, es retomar su actividad ante la cada vez más complicada situación económica que también, por cierto, tiende a empeorar.
Hay de este otro lado riesgos tangibles en la inversión y la amenaza de quiebre de empresas. E incluso lo peor: la pérdida de empleos.
Aquí de igual manera se reduce el margen de maniobra. ¿Cómo transitar en terrenos sinuosos en los que confluyen ambas crisis? Aflora aquí lo expuesto en cuanto a la visión del denominado “Pacto comunitario”, como eje para que la población se comprometa y sea responsable como condición para una posible reactivación.
Y la precisión de que tal reapertura se ha prorrogado no por una necedad, sino porque las evidencias han ido acreditando que las condiciones no han sido, no son las propicias. El semáforo en su rojo candente se traduce en cifras de contagios y decesos que no deben soslayarse.
En ese contexto se planteó la posibilidad de una apertura responsable y gradual para la segunda semana de agosto, condicionada a que sea estabilizada la meseta de contagios. Y eso exige de las partes un alto sentido de responsabilidad aunque también, de manera preponderante, la plena incumbencia social mediante un comportamiento sensato y comprometido.
No sobra reiterarlo: confinamiento en lo posible, higiene, sana distancia, y el obligado uso de cubrebocas. Las cartas están sobre la mesa. Lo rubricaría la secretaria estatal de economía Olivia Salomón, al enfatizar que ante el COVID-19 y el proceso de reactivación económica, se requiere trabajar por el bien social, por el interés de todos, con decisiones responsables y estratégicas para superar la crisis.
Así se planteó y en esos términos se dio el respaldo del selecto grupo de empresarios. Cada quien asumiendo su rol y en acciones comunes bajo la premisa de que lo que cuenta es el interés social.
Se trata sí de reactivar la economía, pero sin descuidar el bien mayor, la salud, la vida misma. Queda entonces confiar en que atempere la ola de contagios, aunque el escenario no presenta buenos augurios.
Esta semana hubo en el mundo más de 650 mil decesos, cifra que se duplicó en las últimas seis semanas, además que hay amagos de rebrotes.
En México, las muertes ya son más de 44 mil. Y Puebla figura entre las entidades con cifras pesimistas. Así, lo que ahora se valora es el respaldo al gobierno estatal y la conciencia de que serán las circunstancias las que dicten las pautas por venir. Mientras tanto, insistir en el mejor comportamiento colectivo. Ya se verá después.