Tras permanecer sometido a duros cuestionamientos durante varias etapas de su corta existencia, el Instituto Electoral del Estado tiene ahora una gran oportunidad para recobrar sus máximos valores como un organismo independiente y con capacidad de inspirar confianza y absoluta certeza en su fundamental quehacer.
Su oportunidad histórica es ahora, en la coyuntura que se presenta con el ingreso de tres nuevos consejeros que fueron designados este martes por el Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE).
Tras un largo y sinuoso proceso selectivo entre 104 aspirantes, la nominación favoreció finalmente a Susana Rivas Vera, Miguel Ángel Bonilla Zarrazaga y Juan Carlos Rodríguez López.
Para ser electos por un periodo de siete años, los nuevos consejeros tuvieron que cubrir los requisitos que el puesto exige, presentar un examen de conocimientos escrito, elaborar un ensayo presencial y finalmente, realizar una entrevista ante miembros del Consejo General del INE, de modo que más allá de todo cuestionamiento, su aprobación no fue nada sencilla y es a todas luces meritoria.
Por lo pronto, los tres merecen el voto de confianza pues como bien lo subrayó este martes Lorenzo Córdova, consejero presidente del INE, “no le deben favor a ningún partido político ni a ningún gobernante o político, por lo que se deben enfocar a su labor”.
¿Quiénes son?
Susana Rivas Vera, quien hasta ayer era la coordinadora de Comunicación Social de la Junta Local del INE y antes lo hizo en el IEE, es licenciada en Comunicación y Maestra en Letras Iberoamericanas y docente de la Universidad Siglo XXI; tiene una trayectoria de 27 años en distintas áreas en medios de comunicación: fue reportera del diario Síntesis, subdirectora del periódico El Heraldo de Puebla y también coordinadora de Redes Sociales en la Secretaría General del gobierno estatal.
Miguel Ángel Bonilla Zarrazaga es maestro en Políticas Públicas por la Universidad de Michigan y licenciado en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales. Actualmente ocupa la dirección de Financiamiento, Divulgación y Difusión del Consejo Mexiquense de Ciencia y Tecnología, en el Estado de México y durante cuatro años trabajó como docente para la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla.
Juan Carlos Rodríguez López es licenciado en Derecho, fue subdirector jurídico de la Secretaría de Desarrollo Económico del gobierno del estado y estuvo al frente de la Dirección de Desarrollo Económico en el ayuntamiento de Tehuacán. Tiene experiencia en organización empresarial. Actualmente estaba como encargado de despacho de la Dirección Técnica del Secretariado en el IEE.
A partir del próximo miércoles, sustituirán a los salientes Juan Pablo Mirón Thomé, José Luis Martínez López y Alejandra Gutiérrez Jaramillo.
Los nuevos consejeros llegan en un momento de dificultades al interior del IEE, ante el reconocimiento explícito de que ahí se cometieron algunos errores durante el reciente proceso electoral local.
Su propio consejero presidente, Miguel Ángel García Osorio, reconoció esta semana que la Contraloría Interna del organismo está realizando investigaciones por nueve procedimientos presentados por presuntas fallas cometidas durante los comicios locales, aunque precisó que en ningún caso se afectaron los resultados finales.
El lío más sonado fue la obligada reimpresión de boletas que causó retrasos, confusiones, quejas partidistas y un daño patrimonial de 5 millones de pesos que no debería quedar impune.
García Osorio explicó que durante el proceso sólo un municipio procedió a la nulidad de la elección y fue por actos de violencia y en cuanto a las anomalías detectadas en el distrito 4 de Zacapoaxtla, destacó que si bien hubo errores por parte del IEE, el PRI también tuvo yerros en la entrega de la fotografía de su candidata suplente, como lo determinó el Tribunal.
García Osorio fue más allá al subrayar recientemente que “no hay elección perfecta” y que en estos comicios “fue posible erradicar el fantasma del fraude electoral, esa sospecha que en otras ocasiones había marcado el actuar de la autoridad, y los resultados hablan por sí mismos”.
Es posible que tenga razón. La sombra de injerencias externas ha deambulado permanentemente en los pasillos del IEE. La elección por la gubernatura del 2018 es el caso más evidente, y aunque nunca se pudo acreditar la existencia de fraude o alteración de resultados, los yerros de procedimiento –el caso del resguardo de boletas fue patético– mancharon ese proceso electoral.
Puede afirmarse que la diferencia de entonces con los tiempos actuales es que el gobierno estatal ha resistido la tentación de interferir en el organismo. No fue así en épocas recientes. No al menos durante el morenovallismo.
¿Qué podrá ocurrir en el futuro inmediato del IEE, además de esperar que la Contraloría actúe en su investigación interna con rigor y sin complacencias?
La “oxigenación” que permite el ingreso de nuevos consejeros electorales es un buen primer paso. Y su tarea inicial como coadyuvantes en las elecciones de presidencias auxiliares y los comicios extraordinarios en tres municipios, un buen fogueo.
No obstante, la mira deberá estar fijada en el 2024, cuando se augura un proceso electoral complicado, pues entonces habrá de renovarse la gubernatura, los 217 ayuntamientos y el Congreso local.
Así como están las cosas entre los bandos que contenderán en la elección venidera, es de esperarse que la estridencia política exija de un árbitro electoral que acredite la mayor eficiencia posible y actúe con el mayor apego a la legalidad.
Hay tiempo para conformar desde ahora una estructura sólida, capaz, honesta y, sobre todo, profesional. No se puede improvisar como ha sido la costumbre. Es momento de una “limpia”. Sin amiguismos ni compadrazgos.
Habría entonces que ir revisando los mandos de los puestos directivos y empeñarse en profesionalizar sus estructuras. Se necesita capacitación, incentivos y mejores salarios.
Igual tendrían que cuestionarse, como ya lo hizo recientemente el actual Consejero local Arturo Baltazar Trujano, respecto a las atribuciones y alcances de la Secretaría Ejecutiva, que hoy condensa demasiadas funciones… y demasiado poder.
En general habría que ser más exigentes y evitar solapamientos. Es cierto, no hay elección perfecta, pero no por eso debe tolerarse la reincidente comisión de errores y omisiones.
Y desde luego, tendría que concederse mucho menos complacencia con las representaciones de los partidos políticos, bajo la premisa que ellos tienen sus propios intereses, que no son siempre los de la institución.
Al organismo electoral local le hace falta también mejorar sus canales de difusión, hacer más certera su comunicación por las vías tradicionales y especialmente en redes sociales a través de las poderosas plataformas digitales.
Igual tendrían que replantearse las estrategias de vinculación con los distintos actores sociales, especialmente con las instituciones educativas de todos los niveles, y especialmente con las universidades.
Hay mucha tarea pendiente y es muy amplia la oportunidad de corregir para afianzar un nuevo Instituto Electoral del Estado.
El tiempo para el IEE es ahora.