A nadie gustó la advertencia que esta semana emitió el presidente Andrés Manuel López Obrador, al señalar que será “guardián” de las elecciones del 2021.
“Es muy importante, que quede claro que vamos a estar pendientes para que no haya fraude electoral, me voy a convertir en guardián para que se respete la libertad de los ciudadanos a elegir libremente a sus autoridades”, exclamó en su conferencia mañanera.
No fue una declaración casual, otra ocurrencia de las que nos tiene acostumbrados. Sabe bien que la elección será la más grande de la historia.
Que los ciudadanos votarán para renovar la Cámara de Diputados, cuya composición es fundamental para gobernabilidad. Que de manera concurrente, habrá también 32 elecciones locales.
Y que además, en casi la mitad del país se elegirá a una nueva gobernadora o gobernador. Es pues una elección crucial para el futuro inmediato del país.
Se está jugando, en buena medida, su proyecto político. La permanencia o el principio de la extinción de la 4T.
De ahí su interés por debilitar a los organismos autónomos. Se entiende de esta forma la embestida calculada y reiterada al organismo constitucionalmente facultado de organizar los comicios y, ellos sí, ser custodios de su legalidad.
Los ataques contra el Instituto Nacional Electoral son inadmisibles. Y la mera insinuación de inferir en su ámbito de responsabilidad, intolerable. Días antes había dicho que el INE era un organismo muy caro, de los más caros del mundo.
“Su aparato es costosísimo…y nunca ha garantizado elecciones limpias y libres”. Así lo dijo: “nunca”. ¿Ni cuándo él ganó la elección presidencial? Ya tiempo atrás había dejado constancia de intromisión hacia el organismo electoral, al perfilarse el proceso interno para elegir a tres nuevos Consejeros. Su estrategia es clara.
Tanto como sus temores por un resultado electoral adverso en el 2021. Como se esperaba, la oposición ya reaccionó. Y levantó su voz.
“No se equivoque presidente, no somos un país de dictadura, o el país de un solo hombre donde él decidirá quién gana y quien no, hemos construido una democracia y la vamos a defender, nadie por encima de las instituciones, le dijo el dirigente nacional del PRD, Ángel Ávila Romero.
Mientras, el líder del PRI, Alejandro Moreno le refutó al recordarle que la democracia en México ya tiene sus guardianes y que mejor dedique su tiempo a cuidar la salud, la economía y la seguridad, que mucha falta hace.
El PAN le mandó a decir que el INE y el Tribunal Electoral son los verdaderos guardianes para velar la democracia. “No le gustan los contrapesos y por eso trata de dinamitar al INE, que es autónomo, eso no lo vamos a permitir”.
Y a todo esto, consejeros electorales aclararon que el INE no es parte de la oposición ni se alinea con el gobierno. Y su Presidente Lorenzo Córdova, recordó que AMLO bien sabe que existe un órgano constitucional para ser el guardián de los principios democráticos y del voto libre”. Y ése no es otro, por ley, que el propio INE.
Además, en estricto rigor, la realidad es que esa facultad se delega a los ciudadanos. Son ellos los auténticos guardianes en los procesos electorales. En ellos está la verdadera encomienda de que todo transcurra por la vía de la legalidad.
Ellos conforman los Consejos Distritales y Municipales, instancias que fungen como autoridad electoral en todo el territorio nacional. Ellos ejecutan y vigilan la elección. Y cuentan los votos. Y elaboran las actas.
¿Hay mejor custodia? Todos queremos en el 2021 una elección limpia y civilizada, en la que impere la certeza y la legalidad. En este escenario, es fundamental defender a las instituciones e impedir que sean menoscabadas. Y otorgarle mayor poder a la ciudadanía, para que sea ella el auténtico guardián.