Soliloquio
Felipe Flores Núñez
Es irrefutable que en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla se viven nuevos y renovados tiempos.
Lo saben, particularmente, quienes conocen a la institución desde sus entrañas y aquellos que han seguido de cerca su evolución, al menos desde hace poco más de 30 años que comenzó la etapa de estabilización tras sus intensos conflictos internos de corte político, social e ideológico.
En ese largo trance hubo en la BUAP retrocesos, pero definitivamente han sido más los avances en el plano académico y muy notable su crecimiento. Eso es evidente.
Pero también lo es que fue una constante la tentación de algunos por deambular por rumbos ajenos, entre el derroche y lo superfluo.
No es exagerado cuando se afirma que en varios rectorados se llegó a caer en la arrogancia, la opulencia y los excesos. Los hubo, con la complicidad de muchos.
A esos males que mancharon la vida institucional se sumaron también los intereses que algunos tuvieron de manera personal en su afán por escalar al ámbito de la política partidista, sin disimular siquiera el indebido sesgo de sus principales encomiendas.
Algunos lo lograron, tal vez medianamente; para otros fue una ruta de fracasos y de muchas frustraciones.
Todo eso parece haber quedado atrás.
A la rectoría de la BUAP llegó –por primera vez en 443 años de historia– una mujer con una visión renovada, en la que la probidad, la eficiencia y la discreción son valores añadidos.
Su trayectoria de 40 años –estudiante, docente, investigadora y funcionaria– le dan los atributos para impulsar lo que la doctora Lilia Cedillo Ramírez ha llamado “una nueva cultura universitaria”.
Se trata de un ingrediente adicional para que la institución sea crítica y creativa, “pero también flexible y resiliente, capaz de integrarse a una sociedad global”.
Así lo había adelantado en entrevista para La Crónica de Puebla en mayo pasado, tras la configuración de su Plan de Desarrollo Institucional y bajo la premisa de que el mundo ha cambiado tras la pandemia de la COVID-19, al afirmar que “ahora es el momento histórico para transformarse y propiciar una nueva cultura en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla”.
“Una nueva cultura universitaria acorde a la nueva realidad, aún incierta, que exige resiliencia para adaptarnos y de la que la BUAP no puede quedarse al margen por la convicción de que la educación es pieza fundamental en esta nueva dinámica social”.
En su primer informe, este enfoque lo revaloriza cuando tiene en su columna vertebral al estudiantado, al asumir que una de sus motivaciones para asumir el cargo “fue saber que muchísimos jóvenes tienen en la BUAP la única opción para salir adelante”, y es por eso que concibe a los estudiantes “como el corazón de esta institución”.
Hay congruencia en esa visión.
Recién electa, había dicho que vislumbraba a la BUAP como “una institución sólida y consolidada en lo académico, y formando a universitarios de manera integral para que respondan a las demandas de nuestra sociedad”.
Entre sus prioridades a corto plazo, destacó entonces el desarrollo integral de los jóvenes “ya que debido a la pandemia y a otras condiciones sociales tenemos una juventud que fácilmente cae en estados depresivos o de ansiedad y angustia, porque no saben qué va a pasar en el futuro”.
Consecuente, en su mensaje del pasado martes se refirió al plan de rescate para el Nivel Medio Superior y el Programa de Regularización de Licenciatura 2022, para apoyar a estudiantes en la conclusión de sus estudios, que benefició a más de 6 mil jóvenes.
Además desarrolló la plataforma del Ecosistema de Aprendizaje Abierto y se creó el Centro de Apoyo Emocional y Terapia Ocupacional con Animales, en beneficio de estudiantes de los niveles medio superior y superior.
Se entregaron apoyos económicos a alumnos que perdieron a sus padres o tutores durante la pandemia y se donaron equipos de cómputo para jóvenes de bajos recursos y a la fecha más de 45 mil estudiantes cuentan con una beca.
También hubo mejoras en el Proceso de Admisión 2022 y una atención especial a personas de municipios marginados que no pagarán cuotas por servicios escolares durante toda su estancia en la universidad.
Se refirió a su planta docente como una de las fortalezas institucionales y subrayó que la innovación académica ha sido posible gracias a la participación decidida de las y los profesores de la BUAP, “quienes mostraron una enorme capacidad de adaptación a la cambiante realidad, con resultados de calidad sostenidos”.
Habló también del respeto y trato digno que deben regir las relaciones entre universitarios, se pronunció por un clima de estabilidad laboral, cordialidad, colaboración y empatía; de la dignificación de condiciones contractuales del personal no académico.
Atención especial mereció su alusión al manejo eficiente y transparente de recursos “con prioridad en la atención a las necesidades de las unidades académicas, en ejercicios financieros apegados a la norma”.
Aseguró que se privilegiaron las licitaciones públicas, logrando ahorros por más de 117 millones de pesos. “Se obtuvieron fondos extraordinarios para obra nueva y la ampliación de la cobertura por 52 millones de pesos, que se han destinado a la adecuación, mantenimiento, equipamiento y conectividad de espacios de aprendizaje para los estudiantes en complejos regionales”.
En lo que fue su mensaje político, la rectora Cedillo Ramírez visualizó que detrás de cada acción y cada programa “hay una historia de vida; la unión es la fuerza para construir el futuro anhelado, representado en una nueva cultura universitaria donde caben todos, responsable con el entorno y con una perspectiva incluyente”.
“Estoy convencida que encontraremos la fuerza para construir el futuro anhelado. Por nuestra universidad, por nuestros hijos, por nuestro planeta”.
Ahora, como ha sido siempre, –concluyó– mi estrategia en las carreras de larga distancia y en mi vida, ya conozco el terreno, ya comencé el camino; vamos a apretar el paso y a mantenerlo hasta llegar a la meta y conquistar los objetivos que nos planteamos”.
Hay en el recuento anual otros muchos logros, cifras, avances que se ajustan a una realidad distinta que vive la Máxima Casa de Estudios de Puebla.
Para la BUAP, son los de ahora otros tiempos.