En más de una ocasión el mandatario estatal Miguel Barbosa se ha referido a la necesidad de que Puebla recupere su grandeza y que, con base a su bagaje histórico y cultural, vuelva a ser referente nacional, incluso internacional.
No es una tarea fácil.
En ese alto propósito se requiere voluntad política, planeación y muchos recursos, que permitan impulsar nuevos proyectos que sean generadores de actividades económicas.
El fin último sería atraer nuevas inversiones, promover empleos y procurar el bienestar social.
Todo un círculo virtuoso, pero… ¿Hay dinero para pensar en proyectos de gran escala en medio de una crisis económica generalizada?
¿Se cuenta con recursos financieros tras la secuela de una pandemia sanitaria que obligó a hacer gastos imprevistos, que mermaron los fondos presupuestales?
¿Alcanza aventurarse en planes de gran visión sin descuidar los demás programas de alta prioridad, como los relativos a la educación, salud, infraestructura y el campo, entre otros?
El gobierno estatal ha dicho que sí, gracias a su disciplina financiera y al manejo honesto de los recursos públicos.
“Tenemos ahorritos”, ha repetido el gobernador.
Y con base a ello, tiene sobre la mesa varios proyectos que serán financiados localmente, a sabiendas de que no habría ningún apoyo económico por parte del gobierno federal.
Esa adversidad no lo aminora, ni la percibe como impedimento.
Barbosa ha dicho que “aunque no se nos dé nada, soy el consentido del gobierno federal”.
Es en esa dinámica en la que inscribe entonces el reciente anuncio que hizo el mandatario sobre la existencia de planes de desarrollo económico de largo alcance -se habla de 20 años–, entre los que destacó el rescate de los barrios fundacionales de la capital poblana.
Se trata del llamado Megaproyecto San Francisco: El Origen, cuya licitación para ejecutar el plan maestro se expidió esta semana, previendo que sea ejecutado antes de que concluya el próximo mes de agosto.
Se ha dicho que en este caso se pretende no sólo mejorar la imagen urbana de la zona, que concentran las raíces históricas de la ciudad, sino también se busca detonar el desarrollo inmobiliario y generar beneficios tangibles a sus habitantes con la llegada de inversiones.
En un reciente mensaje emitido en redes sociales, el propio gobernador refirió respecto a este rescate de nuestros barrios originarios, que el proyecto que integra las 62 hectáreas de El Alto a Analco se desarrollará bajo un modelo de talla mundial.
Es pues un proyecto de enorme dimensión que por su complejidad ha sido encargado a empresas especializadas de primera línea con experiencia internacional, las que ya han desarrollado planes de desarrollo similares en países europeos.
La propuesta no sólo es viable, sino que está en marcha, a diferencia de otras que históricamente también en esa zona típica de Puebla se quedaron en el tintero, como aquella de Manuel Bartlett que incluía hasta la construcción de un lago navegable en el pasaje del Rio San Francisco.
Pero, además, en esa ruta para el rescate de los barrios originarios han confluido otras acciones colaterales.
Una es, ya iniciada, la remodelación del típico Mercado de El Alto, para que recobre su tradicional perfil de centro de convivencia social con una amplia oferta de gastronomía poblana y de atractivos musicales.
Otra, sin duda, es la recuperación, por parte del gobierno estatal –anunciada en exclusiva por este diario este fin de semana– de Los Lavaderos de Almoloya, luego que durante muchos años su acceso había sido restringido al público y reservado para clientes de un lujoso hotel en la zona de San Francisco.
Hay también en la agenda del gobierno estatal otros proyectos de gran visión.
Entre los planes en marcha, destaca la recuperación de la zona conocida como Cola de Lagarto, en Atlixco, donde se habilitará un complejo turístico con amplias perspectivas de desarrollo.
Se trata de un extenso lugar muy cercano al Área Natural Protegida Sierra del Tentzo, que cuenta con una vasta riqueza natural de flora y fauna que estará abierta al público.
Tras un proyecto privado que se frustró y que incluía un club de golf y otro hípico, además de una zona residencial, habrá ahí una amplia zona de esparcimiento con albercas, áreas deportivas, gimnasios y salones para eventos.
Otro plan en puerta también con avances está enfocado en el desarrollo industrial de Ciudad Modelo, en San José Chiapa, donde se ubica actualmente la planta armadora de Audi.
En este caso se pretende no sólo ampliar la zona, sino mejorar la infraestructura para atraer nuevas empresas, para lo cual recién se licitó la conservación del llamado bulevar Industria Automotriz y el camino perimetral que abarca un largo polígono que incide en el municipio de Nopalucan.
Por otro lado, el gobierno estatal está promoviendo intensamente la posibilidad de convertir al aeropuerto internacional “Hermanos Serdán”, ubicado en Huejotzingo, en un gran centro de carga nacional e internacional, para lo cual se ha convocado a inversionistas privados.
Esta propuesta tiene sentido ante la saturación de vuelos en el aeropuerto internacional Benito Juárez, en Ciudad de México, y los apremios que ha enfrentado la nueva central aérea Felipe Ángeles.
Y, finalmente, la administración estatal ha decidido reorientar la vocación de su Agencia Estatal de Energía, debido a la política energética del gobierno federal, por lo que ahora enfocará sus tareas en programas de alcance social, para dotar de electricidad a comunidades de alta y muy alta marginación en la entidad.
En conclusión, están a la vista los proyectos iniciados cuyo objetivo es sentar las bases de desarrollo económico para la Puebla de los próximos 20 años.
Meritorio, sin duda, en un contexto de enormes dificultades.