Se entiende que todos quisiéramos volver a sentirnos libres, salir a las calles sin restricciones, reencontrarnos con las personas que más atesoramos, volver a nuestras rutinas habituales.
Todo eso se entiende tras dos años de angustias, de miedos y de una obligada reclusión en “prisiones virtuales”, tras la dura embestida de cuatro olas consecutivas de COVID-19.
La inédita enfermedad nos ha cambiado la vida y es natural que ahora cueste trabajo adaptarse a nuevas circunstancias y a comportamientos distintos.
Todo eso parece comprensible, pero lo que de plano no se entiende es que algunos no entiendan que la pandemia no ha terminado todavía y que los riesgos permanecen, aunque las cifras registren descensos muy sensibles.
Es cierto: contagios, hospitalizaciones y decesos muestran reducciones considerables, pero el virus, ahora en su variante Ómicron, está latente.
¿Por qué entonces pugnar para que se reduzcan las medidas preventivas y, peor aún, que se considere la posibilidad de no usar más el cubrebocas?
El gobierno federal está en esa tendencia y dejó entrever que eso podría ocurrir a corto plazo, según dijo Ruy López Ruidaura, director general del Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades.
Tras acordarlo con el presidente Andrés Manuel López Obrador, el funcionario señaló que el tema será analizado, pero sola esa insinuación provocó que algunos gobiernos estatales se precipitaran.
Es el caso de Nuevo León, Jalisco y Coahuila, donde el uso de cubrebocas no será obligatorio en espacios abiertos; el gobierno de Ciudad de México solicitará a la Federación mantener esa medida en la capital del país hasta fines de marzo; Quintana Roo está por decidirlo.
Bueno, hasta en el municipio poblano de Tehuacán la regidora de Salud, Gisela Cortés, se atrevió a decir que en un plazo de tres semanas podrían decidir si la población puede dejar de usar de manera obligatoria el cubrebocas.
Esto ocurre justo cuando las mismas autoridades federales de salud pintaron de verde al país. Por primera vez desde que comenzó la pandemia hace dos años, las 32 entidades federativas serán declaradas en “riesgo bajo” a partir del próximo lunes.
Ante esos desvaríos, en Puebla afortunadamente predomina la sensatez.
No solamente se ha desoído al erróneo semáforo epidemiológico que se dicta desde el centro, sino que aquí se decidió mantener vigente la disposición de seguir usando el cubrebocas, tal y como está estipulado por decreto, lo que significa que es una decisión de Estado con el fin de proteger la salud de la población.
Esta reafirmación se dio luego que la Red Mexicana de Franquicias pidió al gobierno estatal eliminar su uso, para que la ciudadanía acuda más a las plazas comerciales y se reactive la economía en su totalidad. Absurda y comercialista, la visión de ese grupo empresarial, que afortunadamente fue atajada sin titubeo.
Y no sólo eso, el secretario de Salud del gobierno estatal, José Antonio García, advirtió sobre la posibilidad de que se presente una quinta ola de contagios, que no sería tan severa como las pasadas, pero que implicaría reactivar todos los dispositivos de atención sanitaria.
Refirió que el futuro aún es incierto, ante el desarrollo de nuevas cepas e incluso del mismo comportamiento de las variantes Delta y Ómicron, que han predominado en la entidad, por lo que podría haber nuevos brotes en zonas de alta densidad poblacional.
En este escenario, la disposición oficial en Puebla es mantener las medidas preventivas, entre las que destaca de manera preponderante el uso de cubrebocas, que entre vacilaciones ya muchos piensan sepultar.
Y es que para amplios grupos poblacionales, la pandemia ha dejado de ser su principal preocupación. De acuerdo a una reciente encuesta a nivel nacional, sólo 9 por ciento de los mexicanos percibe al coronavirus como el principal problema del país. Esa es la cifra más baja que hasta ahora se ha registrado, mientras que apenas el pasado mes era de 17 por ciento y en enero estaba en 26 por ciento.
Según el estudio, 47 por ciento cree que el país está saliendo de la pandemia, y 8 por ciento opina que la epidemia ya terminó, aunque 41 por ciento piensa que todavía va para largo.
Esas tendencias de opinión se dan mientras que especialistas consideran que aún no es tiempo para dejar de utilizar las mascarillas, sobre todo en espacios cerrados. Señalan que debería considerarse que casi 20 por ciento de la población no está vacunada, además que los menores de edad tampoco han sido atendidos, lo que representa factores de vulnerabilidad y riesgos.
Basta asomarse a los datos duros para apreciar que los daños de la pandemia han sido severos en el mundo y que los riesgos gravitan aún.
Datos confiables de la Universidad Johns Hopkins revelan que a nivel global, hasta este fin de semana, hay 467 millones 261 mil 543 casos confirmados y han perdido la vida 6 millones 69 mil 889 personas.
Actualmente muchos países tienen niveles altos de contagio. Tan sólo el pasado viernes, Corea del Sur registró 621 mil 328 casos; Alemania, 296 mil 980; Francia, 101 mil 747; Gran Bretaña, 89 mil 717; e Italia, 79 mil 895.
Desde principios de este mes, China sufre su peor repunte epidémico desde la primera ola de contagios en 2020, con millones de personas actualmente confinadas en el país. En las últimas dos semanas, los casos se han incrementado alrededor de 588 por ciento, al pasar de 220 al día, en promedio, a más de mil 500.
En México, conforme a las cifras oficiales, los casos de contagio durante la pandemia han sido 5 millones 629 mil 814 y los decesos llegaron a 321 mil 931.
Y en Puebla, al corte del viernes pasado hubo 63 nuevos casos de contagio y se mantenía a 163 personas hospitalizadas. Desde el inicio de la pandemia los contagios son 155 mil 823 y los decesos llegaron a 17 mil 67.
Ante esos números ¿podemos creer que la pandemia terminó; que podemos retomar nuestras actividades sin restricciones; que ya no es necesario usar el cubrebocas?
¿Por qué no en lugar de seguir minimizando la pandemia el gobierno federal no dicta protocolos sensatos y razonables, para seguir conteniendo la pandemia mediante medidas de prevención?
¿Qué es lo que no se entiende?