Mientras la pandemia de COVID-19 avanza de manera irrefrenable en el mundo entero, con amagos de rebrotes y cifras estratosféricas de contagios y decesos, en un carril paralelo se ha desatado una disputa igual de inédita entre empresas farmacéuticas empeñadas por descubrir con eficacia y antes que nadie una vacuna capaz de contener la letalidad del virus.
A los avances ya conocidos del laboratorio chino CanSino Biologics y del estadounidense Pfizer –ambos comprometidos a realizar pruebas entre voluntarios de entidades mexicanas, entre ellas Puebla–, se sumaron esta semana un par de anuncios que en tono optimista aseguran tener los mejores rangos de eficiencia.
CanSino y Pfizer señalaron que su vacuna tenía un 90% de certeza, pero esta semana el laboratorio ruso que fabricó la vacuna “Sputnik V” subió el rango al 92%, horas después, la firma biotecnológica estadounidense Moderna, se jactó de haber obtenido con su vacuna hasta un 94.5% de efectividad.
Parecen buenas noticias, pero hay que asumirlas con cautela. Recuerde que poseer la vacuna que aniquile al virus en estos días significaría tener hegemonía. Algo así como la tormenta perfecta.
Vayamos entonces despacio, por mucha que sea la prisa.
En este relato reflexivo, es importante acotar que al momento hay poco más de 50 investigaciones distintas, las cuales deben superar varias fases de laboratorio hasta llegar a la tercera, que es la experimental con personas.
Justo en esta etapa están Pfizer y CanSino, que han suscrito acuerdos con el gobierno de México para desarrollar sus pruebas. La primera, que dice que su eficacia subió al 95%, lo hará con derechohabientes del sistema de salud seleccionados por azar vía telefónica, mientras que la china inició sus trabajos en Ciudad de México, Oaxaca y Guerrero.
En este mismo caso de CanSino, durante los próximos días comenzará su aplicación experimental entre 15 mil personas radicadas en Coahuila, Michoacán, Nuevo León y Puebla, a través del centro de investigación Epic Research.
Específicamente en nuestra localidad, las pruebas estarán bajo el control del Consorcio de administración de especialistas de Puebla en conjunto con un hospital privado, que aplicará las dosis a voluntarios mayores de edad que estén dispuestos a ser monitoreados mediante revisiones médicas muy sencillas y frecuentes.
Previamente, los voluntarios deberán de firmar su aceptación explícita a los protocolos y la disposición de someterse a los distintos periodos experimentales.
Al estar ambas vacunas en lo que se conoce como Fase III, supone que ya superó diversos protocolos de laboratorio para estar en condiciones de acreditar su eficiencia entre humanos de diversas latitudes, pero el camino todavía será largo.
Para determinar si la vacuna es eficaz y segura habrá que esperar todavía un largo lapso.
De no presentarse ninguna contingencia durante los periodos de prueba, el laboratorio procederá a su elaboración masiva. Millones de dosis para una población global ávida de aniquilar el virus.
Luego vendrá la distribución, muy compleja, en la que cada país deberá definir su bitácora para hacerla llegar al mayor número de personas en el menor tiempo posible, y de ahí, superar las dificultades para su aplicación.
Nada fácil, y menos cuando faltan superar otros escollos.
Entre los inconvenientes que se han presentado, destaca que en el caso de la vacuna del laboratorio Pfizer se requieren condiciones de enfriamiento peculiares, ya que el producto debe permanecer congelado a 70 grados bajo cero y sólo debe descongelarse durante los cinco días previos a usarse.
A esto el gobierno de México, que ya hizo tratos comerciales con la firma estadounidense, reconoció carecer de una red de ultra-congelación, por lo que se evalúan otras alternativas, entre ellas, una oferta del laboratorio Astra Zeneca.
En eso estábamos cuando esta misma semana los rusos se apresuraron a decirle al mundo que está prácticamente lista su vacuna denominada “Sputnik V”, de la que aseguran alcanza un rango de eficiencia del 92%, lo que superaría la efectividad de CanSino y de Pfizer.
Los soviéticos fueron más allá, al dar a conocer incluso los resultados de una encuesta en la que presuntamente, ocho de cada diez mexicanos dijeron que aceptarían participar en sus pruebas.
El fondo ruso de inversión directa dice haber aplicado su encuesta entre más de 12 mil personas en 11 países del mundo, incluyendo el nuestro, así como Brasil, Vietnam, India, Indonesia, Malasia, Nigeria, Emiratos Árabes y Filipinas; cuatro de cinco interrogados habrían aceptado someterse a la prueba con la Sputnik,
Pero la competencia por ser los primeros en obtener la vacuna definitiva con el mayor índice de efectividad no termina aquí. Hay otro competidor que apareció de inmediato en escena y con un aparente mejor remedio.
Se trata de laboratorio estadounidense Moderna, con sede en Cambridge, que en la víspera anunció haber logrado una efectividad del 94.5% contra la enfermedad, lo cual supera a las demás.
Moderna también se jactó que su vacuna se puede resguardar a temperatura de cualquier refrigerador hasta por 30 días, lo que facilita su almacenamiento, distribución y proceso de aplicación.
Y, de remate, dijo que tendría 20 millones de dosis de su vacuna en dos inyecciones disponibles a finales de este mismo año, pero solo para ciudadanos estadounidenses, y en 2021 podría elaborar de 500 millones a mil millones de dosis, que surtirían por compromisos ya pactados con otros países, entre ellos Canadá, Japón, Reino Unido y Qatar.
Y aunque la lista de interesados es larga, la vacuna de Moderna es parte del protocolo multilateral denominado Covax, al cual está también suscrito México junto con otros 172 países.
Por lo pronto, fue tal el impacto la noticia de Moderna que tuvo efectos en los mercados accionarios que esta semana están cerrando con fuertes ganancias, optimismo que no comparte la Organización Mundial de la Salud, al decir que no es momento de ser complacientes frente a la pandemia a pesar de los anuncios sobre la efectividad de algunas vacunas.
“En este momento estamos extremadamente preocupados por el aumento de casos de coronavirus, escribió el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, quien añadió en sus redes sociales que en particular, les conmueve lo que ocurre en Europa y América, donde los trabajadores y los sistemas de salud son llevados al colapso”.
Y tiene toda la razón.
China, rusa o estadounidense sería lo de menos.
Lo deseable es que la vacuna esté disponible pronto, pero ese lapso –seis meses al menos– podría ser muy breve para nuestras vidas en caso de no asumir hoy la conducta correcta y las medidas de contención adecuadas.
El comportamiento social no puede, no debe por ninguna circunstancia entrar en relajamiento alguno. El virus se mantiene, está latente, no deberíamos permitir su contagio.
La vacuna llegará, pero no sabemos cuándo y ni siquiera se puede acreditar la eficacia de la que ahora se presume, a sabiendas de que no hay antídotos perfectos.
Por ello, mientras la carrera por el más pronto y mejor tratamiento se agudiza, seamos capaces mientras de reconocer nuestra enorme vulnerabilidad y cuidémonos todos. Por ahora, este es el mejor remedio.