Por: José Ramón Ortega Cruz / Profesor de la Universidad Iberoamericana Puebla
E l trabajo de los bibliotecarios va más allá de los estereotipos vinculados a las bibliotecas tradicionales en las que con gestos gruñones ordenan guardar silencio o fungen como guardianes, no sólo de los libros, sino de quienes eran remitidos a sus instalaciones como castigo, obligados a permanecer en esa zona de reclusión punitiva en la que erróneamente algunos llegaron a convertir a las bibliotecas.
Para colmo, se les imponía también, la obligación de entregar un trabajo de investigación. Por fortuna, cuando tienes a la mano a un experto que te acompañe en la realización de tu tarea, la situación puede cambiar drásticamente y en lugar de tratarse de una labor tediosa y complicada, puedes pasarte momentos muy gratificantes y disfrutar de tu proceso de aprendizaje.
Los bibliotecarios somos testigos privilegiados de los efectos positivos que tiene en el investigador la sensación de logro.
Definir con claridad el problema de estudio, localizar en una fuente de información confiable, un documento que dará sustento al trabajo o mejor aún, enterarse de la existencia de repositorios de libre acceso a miles de trabajos de instituciones de educación superior alrededor del mundo en forma gratuita, hará que las perspectivas cambien favorablemente.
Para los investigadores menos experimentados, la delimitación de necesidades de información, específicas de tema y problema de investigación, suele presentar dificultades, pero contar con acompañamiento documental resulta de gran utilidad.
La misión del bibliotecario sigue siendo, en gran medida, contribuir que se ejecuten las leyes de la biblioteconomía que le debemos al bibliotecario de origen indio Shiyali Ramamrita Ranganatan: 1. Los libros están para usarse. 2. A cada lector su libro. 3. A cada libro su lector. 4. Ahorrar tiempo al lector. 5. La biblioteca va en crecimiento.
Con la utilización adecuada de tesauros, operadores booleanos, delimitadores geográficos, semánticos o cronológicos del tema, podemos dar con relativa facilidad con la información que ayude a optimizar el tiempo y evite contratiempos e imprecisiones.
Al hablar de operadores booleanos, nos estamos remitiendo al asunto de los buscadores en línea o bases de datos especializadas en donde el uso del Or, And y Not es de gran utilidad porque permiten ampliar o delimitar el número de resultados obtenidos en la búsquela.
El uso de la frase entrecomillada para recuperar en forma literal la frase en cuestión o el uso de caracteres como el signo de interrogación que cierra o el asterisco, para truncar la palabra a recuperar, también forma parte de las técnicas que utilizamos para recuperar en forma óptima los recursos de información que servirán de insumo para la generación de nuevos conocimientos.
La promoción del uso ético de la información consistente en citar las fuentes utilizadas y el respeto a los derechos de autor, así como la utilización de formatos de citas y gestores bibliográficos son tareas de los bibliotecarios.
No nos limitamos a contribuir a formar sólo buenos investigadores, sino ciudadanos respetuosos de sí mismos y de los demás, informacionalmente alfabetizados y socialmente responsables. El filósofo español José Ortega y Gasset auguraba en “La misión del bibliotecario” (1935): “Tendrá el bibliotecario del porvenir que dirigir al lector no especializado por la selva selvaggia –agreste bosque– de los libros y ser el médico, el higienista de sus lecturas”.
Lo que Ortega señalaba respecto a los libros, guardadas las distancias temporales y tecnológicas, podemos aplicarlo a la hiperabundancia de información que se mueve por la selva selvaggia digital de internet.
Las bibliotecas y empresas distribuidoras de información académica en línea que han proporcionado acceso libre a sus colecciones están haciendo grandes aportes a la sociedad del conocimiento en los tiempos que corren, cada vez más personas pueden tener acceso a textos completos de gran calidad desde sus dispositivos, como en una biblioteca ubicua en la palma de nuestras manos a la espera de ser utilizada.