Mario Galeana
El artista Jonty Hurwitz trabaja con la materia de lo invisible. Las esculturas que lo han hecho mundialmente famoso están hechas de aquello que no puede ser visto por los ojos humanos. Para desvelar el mecanismo que las oculta, es necesaria la ciencia.
Nacido en 1969 en Jonannesburgo, Sudáfrica, Hurwitz es un artista e ingeniero que trabaja de la mano con físicos para realizar sus esculturas.
Después de haberse presentado en el Museo de Louvre, en París, su trabajo ahora se exhibe en el Museo Internacional del Barroco, en Puebla, con la exposición Más allá de la superficie: un viaje a la realidad.
En la exposición se encuentra un elefante en la escala del nanómetro, elaborado a partir de bronce, oro, acero y resina. Ésta es una de las piezas por las que, en 2015, Hurwitz obtuvo el récord Guinness por haber elaborado las esculturas más pequeñas del mundo.
La pieza ocupa apenas una pequeña fracción del ojo de una aguja, por lo que es necesario microscopio para poder apreciarla.
“Lo más importante de esta pequeña escultura es que reúne el trabajo de muchísimas personas. Científicos, artistas, ingenieros, todos usando la tecnología nanotecnología más avanzada”, explicó el artista durante la inauguración de la muestra, realizada en días pasados.
La exhibición se completa por una serie de esculturas anamórficas que sólo revelan su sentido cuando se observan desde un ángulo específico, o a través de un medio óptico, como un espejo cónico o cilíndrico.
Así, la plasta de una pieza de cerámica aparentemente malograda, se transforma a partir de su reflejo en el rostro de un hombre, en la forma de una rana, o en la icónica pintora Frida Kahlo. Como si se tratara de un trampantojo contemporáneo.
Para Hurwitz, el arte ha estado ligada al descubrimiento científico desde que los seres humanos comenzaron a producirla.
“Por ejemplo, las pinturas rupestres se convirtieron en un momento de transformación. Éramos animales, cazábamos y nos comíamos a otros animales, pero hubo un momento epifánico en el que un ancestro tomó con sus manos la ceniza del fuego, lo mezcló con otros elementos de la cueva y creó una pasta para pintar una imagen”, narra.
Si el entrecruzamiento entre el arte y la ciencia es aún más necesario en el presente, a decir del artista, esto se debe a que de este modo podría generarse “la empatía y la ética que requieren el complejo avance científico en nuestra época”.
La exposición Más allá de la superficie: un viaje a la realidad estará en el Museo Internacional del Barroco (Bulevar Atlixcáyotl número 2501) hasta el 25 de febrero.