Texto y fotos: EFE
A qué suenan, cómo se sienten y qué significan los textiles indígenas son nociones que explora Urdimbre, una puesta en escena de danza contemporánea que, tras años de investigación multidisciplinaria y visita a comunidades originarias, muestra la esencia de esta riqueza de identidad y cultura.
Liderado por el colectivo Khamsa Dance Project, a cargo de Aline del Castillo, el proyecto sigue una línea que marca la producción del grupo en torno a encontrar aspectos que permiten entender la identidad mexicana.
“Los textiles nos hablan de la memoria, de lo que somos, de lo que nuestros antepasados nos han dejado, y para nosotros fue muy importante entender que los textiles son todo lo que atraviesa en lo cotidiano”, cuenta Aline, quien exalta el valor del papel femenino.
LARGO PROCESO
Del Castillo comenzó en 2015 el proyecto sin una idea muy definida de hacia a dónde se dirigía.
Un año después, se embarcó en al menos cinco viajes a comunidades de Guerrero, Hidalgo y Puebla, para encontrarse con mujeres artesanas.
“Vivimos muchas cosas muy profundas en estos viajes. Fuimos buscando el origen de los textiles y lo que encontramos fue nuestro origen”, cuenta Aline.
Es por eso que el espectáculo cuenta con fragmentos de video que muestran una parte documental de los encuentros que tuvieron con las artesanas, el intercambio cultural que se dio y los procesos de la investigación.
A QUÉ SUENAN LOS TEXTILES
El violinista y director musical de Khamsa Dance Project, César Valentín Solís, tuvo que afinar su oído en cada viaje para no caer en el lugar común del tema y crear piezas originales que son interpretadas en vivo.
“La respuesta más obvia [sobre ¿a qué suena un textil?] era a un telar y a las personas. Pero quisimos ir más allá de lo que suena la máquina, las manos; queríamos buscar a qué suena el lugar en donde la gente trabaja, el tiempo”, cuenta Solís.
El músico utilizó grabaciones de los lugares que visitaron. “Un 90% de lo que se escucha fue grabado en campo”, expone, y explica que el proyecto cuenta con inspiración de la música de las comunidades que visitaron sin caer en el folclor.
“Algo muy importe que nos movió fue llegar allá y ver que hay dos Méxicos: el México mágico, que es el que se empaqueta y se vende, el que dice Secretaría de Turismo, y el México real”, reflexiona.
Su trabajo se basa en el segundo, el país complejo, no siempre bello pero “sí estético”, cuenta.