La tradición dice que el día de San Francisco hay vuelo sí o sí. Porque es el santo patrono y el 4 de octubre toca rendir honores.
Y porque en este cielo casi siempre encapotado, con tardes y noches de neblina espesa hasta los tobillos, la imagen tradicional recortada hacia arriba son los danzantes voladores.
Y así se distingue la feria del café, que ahora añade el huipil e incluye huapangueada, jaripeo, desfile, misas de alba, toquines para los más jóvenes y procesiones con ceras monumentales. Excepto este año, que el coronavirus se robó la fiesta.