Mario Galeana
Para el historiador Aldo Rivero Pastor, los juguetes son una forma de desplazarse a través de los siglos. Su colección de juguetes antiguos fabricados entre los siglos XVIII y XX, por ejemplo, son una muestra de los roles que se fincaban a hombres y mujeres desde que eran niños y niñas, pero además un objeto documental sobre los distintos personajes populares entre la sociedad poblana.
“Los juguetes nos han acompañado de generación en generación y son, a final de cuentas, manifestaciones culturales. Han estado ligadas a aspectos rituales que han venido evolucionando con el tiempo”, dice.
Su colección hoy se exhibe en la Casa de Cultura, bajo el título Divertimento entre siglos, y reúne 40 piezas de distintos materiales.
La sala está coronada por tres muñecas de porcelana una de ellas en tamaño real a las que se le ponía pelo natural y finas vestimentas para que se asemejaran a las niñas de la época. También destaca una muñeca de cera que perteneció a la mítica Nahui Ollin, la pintora, poeta y modelo mexicana que nació bajo el nombre de María del Carmen Mondragón.
Lo primero que el historiador resalta son los objetos prodigados a las niñas: juegos de té, utensilios de cocina, muñecos y hasta una plancha de hierro forjada en el siglo XVIII con el nombre de Ada Guadalupe Rentería, su propietaria.
“La niña jugaba con la plancha y más tarde, cuando creció, comenzó a usarla”.
Para los niños, en cambio, existían unos pequeños cañones de cobre que, de hecho, podían explotar con un poco de pólvora. Éstos fueron elaborados a mitad del siglo XIX: así que mientras el país explotaba en una guerra, los niños también libraban la suya.
“Desde el más pequeño hasta el más grande, a los cañones se les ponía pólvora y jugaban a eso, a la guerra. Era la época napoleónica, los tiempos de Iturbide, y era natural que a los niños los instruyeran con esos objetos”, explica.
Entre los juguetes para los niños también se encuentran soldaditos de plomo, canicas de ágata, aventurinas y mármol.
En la colección del historiador también resaltan piezas de barro creadas por los alfareros del Barrio de la Luz, como tres figuras de los Reyes magos, un niño panzón pulquero, un pordiosero de los barrios y alcancías.
Entre estas piezas también se encuentra el busto de Jerónimo Alonso de Miguel Ángel Lara, conocido como “El señor de los helados de Puebla”, que recorría los portales y el centro de la ciudad a principios del siglo XX con traje de gala y sombrero de copa.
“Había algo intrínseco de usos y costumbres en estos muñecos. Para las niñas, los juguetes eran dedicados para ser madres o amas de casa; para los niños, la pelea o la preparación para la guerra. Los juguetes tenían género”, resume Rivero Pastor.
La exposición estará disponible en la Sala Rodríguez Alconedo de la Casa de Cultura hasta el 3 de febrero.