La mirada minimalista de la autora se comunica con el barroco poblano por medio de un puente de ciencia, evidencia, caos y fina observación
Mario Galeana
Entre el polvo de las alas de una mariposa, el sonido de una sola gota de mar, el trazo de un cabello y la molécula de una planta psicoactiva, la artista cubana Glenda León encontró la forma de abarcar al cosmos.
Unidas por el concepto de la elevación, que divide al universo entre lo celestial y lo terrestre, León expone dos décadas de trabajo en el Museo Amparo, con una muestra que lleva por título Química celeste.
La exposición reúne 26 obras en diferentes medios, como escultura, video, dibujo y pintura, algunas elaboradas expresamente para su instalación en el Museo Amparo, combinando la exploración científica y la observación empírica, la racionalidad y la espiritualidad, el caos y el cosmos.
A decir de la curadora Diana Cuéllar Ledesma, la elevación es el puente que dialoga entre la mirada minimalista de Glenda León y el barroquismo poblano.
“Es un concepto que puede parecer abstracto, pero que ha estado presente en la obra de Glenda. La elevación se encuentra en las distintas cosmogonías a lo largo de la historia, en la espiritualidad, en lo sensorial y en lo erótico. La alegoría celeste de la elevación está ahí”, sostiene.
Casi toda la poética de la artista cubana descansa sobre la relación entre el ser humano y la naturaleza. En los anillos de los troncos, que revelan la edad de los árboles, León encuentra un símil de las huellas dactilares y de la historia humana, como muestra la escultura Biocéntrico, creada para la exposición, en donde una huella es la base de una rama que se expande hacia lo alto.
“Esta escultura la terminé de concebir aquí, en este mismo espacio, y es lo que más me gusta de hacer exposiciones, que no está todo preconcebido, que hay que adaptarse. Lo biocéntrico es un término para definir la nueva era en la que deberíamos entrar, que sustituye lo antropocéntrico y que ubica al ser humano como parte de la naturaleza”, explica la autora.
Esa misma lectura está expuesta en la serie Todo está en tu cabeza, en la que utiliza su propio cabello para hacer trazos en el espacio que emulan al tiempo, a la lluvia, a los pájaros y a los relámpagos.
La exposición Química celeste tiene asimismo una carga minimalista, en la que la artista dirige los sentidos hacia lo ínfimo, lo más pequeño.
La instalación que da la bienvenida a toda la muestra, titulada Escuchando la lluvia, se compone por una escultura de vidrio soplado que pende sobre varios círculos de barro y se acompaña por un microsonido, casi un aleteo.
En realidad, se trata de la reproducción de una gota de lluvia que cae sobre un cuerpo de agua, una partícula sonora cuya duración es inferior a una décima de segundo, y que por siglos había sido imperceptible para el oído humano.
“La escultura es la representación tridimensional de una sola gota y de su microsonido, y pretende hacer conciencia precisamente de lo minúsculo”, explica la artista. “Es hacer conciencia de que, cuando escuchamos el mar, en realidad es la suma de millones de gotas que chocan contra millones de granitos de arena. La lluvia también es el sonido de millones de gotas cayendo. Y el sonido del viento es, en realidad, el roce de cientos de hojas mecidas por él. Eso me inspiró”.
Mientras tanto, la serie Efecto Mariposa reúne lienzos en los que Glenda León utilizó como materia prima el polvo de las alas de las mariposas para hacer paisajes cósmicos, retratos del universo.
“Este es mi principal gesto: el uso o la selección de un material cargado de significado, porque cómo algo tan mínimo como esas partículas, esos minicristales, puedes representar a todo el universo. Creo que mi obra es como un murmullo. Hay que callarse, hacer un poco de silencio para poder escuchar”.
La exposición Química celeste estará disponible en las salas del Museo Amparo hasta el 5 de febrero de 2024.
Glenda León (La Habana, 1976)
Vive y trabaja entre La Habana y Madrid. Su obra se expande del dibujo al videoarte, e incluye la instalación, el objeto, el sonido, la fotografía y el performance.
Es licenciada en Historia del Arte por la Universidad de La Habana (1999, Cuba) y máster en Nuevos Medios por la Kunsthoschule für Medien, Colonia (2007, Alemania).
Entre sus reconocimientos figuran el Premio Bienal Pilar Juncosa y Sotheby’s de Creación Artística (2021), el Premio DKV (2020), el PollockKrasner Foundation Grant (2020, 2005) y el Premio LARA (2017).
Ha expuesto individualmente en espacios de España, Senegal, China, Japón, Corea del Sur, Ecuador y Cuba; su obra pertenece a importantes colecciones públicas del mundo que incluyen el Centre Georges Pompidou, París; Perez Art Museum Miami (PAMM), Miami; Art Gallery of Ontario (AGO), Toronto; The Hammer Museum, Los Ángeles y el Museum of Fine Arts, Houston.
Diana Cuéllar Ledesma (Puebla, 1986)
Es curadora y profesora universitaria radicada entre España y México.
Doctora en Estudios artísticos literarios y de la cultura por la Universidad Autónoma de Madrid, sus ensayos se han editado en publicaciones y revistas especializadas como Casa del tiempo (Revista de la Universidad Autónoma Metropolitana de México), Campo de relámpagos (España), Fórum Permanente (Brasil), ArtNexus (Bogotá) y Third Text (Londres).
En 2022 fue consultora de la editorial Phaidon para el libro Prime Art’s Next Generation, un panorama internacional de artistas menores de cuarenta años propuestos por curadores en el mismo rango de edad.
En 2023 asesoró a la misma editorial para el volumen Artistas Latinoamericanos: de 1785 a la actualidad en el que también participa como escritora.
Actualmente dirige el proyecto audiovisual de la exposición Antes de América. Fuentes originarias en la cultura moderna, curada por Rodrigo Gutiérrez Viñuales en la Fundación Juan March de España, y forma parte del grupo de investigación “Vinculando lo sagrado” del Instituto Cisneros y el Museo de Arte Moderno de Nueva York.