Todo lo que se sabe del menyul proviene de un recuerdo de familia. Y como en todos los recuerdos familiares, la historia puede ser confusa. Un hilo del que hay que tirar a través de los álbumes de fotografías y de las largas sobremesas en las que las historias pierden o agregan detalles, y van cambiando poco a poco entre cada generación.
Para Manuel Montesinos, la historia comenzó cuando tenía ocho o nueve años. Cada fin de semana, su padre, Pedro Montesinos, lo llevaba con él para que trabajara en la cantina “La Ópera”, aunque en esa época, hace más de 60 años, “La Ópera” se llamaba “El Retiro”, o tenía otro nombre que por ahora Manuel no puede recordar.
Pedro Montesinos ya era en ese entonces el creador de la receta del menyul, bebida a base de hierbabuena, azúcar, licor de cacao, hielo, jerez y ron, que se asienta en el estómago como buen remedio para la resaca, el calor, o sencillamente la eterna insatisfacción sobre el presente.
Como ocurriría con su hijo años más tarde, Pedro comenzó a trabajar de ayudante de barra cuando era un chiquillo. Pero el trabajo le gustó lo suficiente como para dedicarle el resto de su vida.
Así llegó a trabajar al restaurante del Hotel Lastra, quizá el más importante del siglo pasado en Puebla. El Lastra recibía como huéspedes a María Félix, Rockefeller, Echeverría, Cantinflas, y tantos otros cuyas fotografías poblaban los muros de los pasillos del hotel.
Fue allí donde, según Manuel, su padre descubrió el menyul. A menudo llegaban guías de turistas de Nueva Orleans, que portaban consigo las experiencias y los sabores de todos los lugares que conocían en el mundo, como Francia.
Entre esa amalgama de sabores, los guías le platicaron sobre el mint julep, una bebida típica del sur de Estados Unidos que tiene como ingredientes menta, bourbon, azúcar y agua.
Pedro experimentó con ella: cambió la menta por la hierbabuena, agregó un licor, retiró otro, y así encontró la fórmula de su menyul. Hoy en día ha variado porque algunos licores ya no se consiguen en México.
Por ejemplo, el Ron Negrita, patentado en Francia, dejó de importarse.
El jerez seco Viejo Vergel, usado por Pedro en el coctel original, tampoco existe.
El menyul, pues, ha ido cambiando, sustituyendo un sabor por otro, un ingrediente más o uno menos… justo como ocurre con los recuerdos.
Pero, como todas las historias familiares, existe una disputa sobre el verdadero principio de esta bebida.
El Diccionario enciclopédico de la gastronomía mexicana, por ejemplo, asienta su origen en Córdoba, Veracruz, donde incluso se vende embotellado. Otros blogs de cocina, bebidas y recetas también localizan su nacimiento en esa ciudad, donde se prepara con licor de café en lugar de licor de cacao.
Manuel concede poco a esta versión de la historia. Cree que el mojito, que es parecido al menyul en cuanto al uso de la hierbabuena, sí pudo haber llegado a Veracruz antes que a cualquier otro lugar del país. Pero el menyul no. El menyul, para él, siempre será una bebida poblana.
Además, dice, muchas personas llegaron a aprender el secreto del menyul a “La Ópera”. Después se marcharon y con ellos se llevaron la receta, aunque nunca la esencia.
Después del Hotel Lastra, Pedro Montesinos trabajó en la cantina “Oxford”, que era incluso más antigua que el Hotel Royalty, inaugurado en 1924. La cantina era propiedad de Iván Cienfuegos, un español que también era dueño de la plaza de toros de la ciudad.
Allí, Pedro conoció al mejor de los mejores, a Pedro Chicote, quien atendía en España un bar al que eran asiduos los integrantes de la realeza y estrellas de la talla de Frank Sinatra, Ava Gardner o Ernest Hemingway.
Una antigua fotografía prueba el encuentro: en ella aparecen, juntos en la barra, Pedro Montesinos, Pedro Chicote, Iván Cienfuegos, Maximino Ávila Camacho y otros a los que Manuel no recuerda.
La fotografía yace colgada en el muro principal de La Ópera, la cantina en la que Manuel aprendió todo lo que sabe sobre la coctelería. Ahora, sin embargo, la barra casi siempre está a cargo de su hijo, otro Manuel Montesinos, que a su vez tiene como ayudante a Luis Montesinos, su sobrino.
Entre Pedro Montesinos y Luis Montesinos, existe un hiato de cuatro generaciones y más de un siglo de vida.
“Estamos hablando de cuatro generaciones que seguimos vigilando la calidad de los menyules. No somos nuevos. Tenemos muchos, muchos años haciendo esto. Y está mal que lo diga, pero yo considero