Mario Galeana
Tenía 26 años. Los ferrocarriles se cruzaron en su vida a los 18, cuando entró a trabajar como aguador en las cuadrillas de reparación de vías. Para los 20, ya había trabajado en mantenimiento, ingeniero y maquinista en la zona de Nacozari, Sonora.
El 7 de noviembre de 1907 ocurrió lo imposible: su compañero se reportó enfermo y tuvo él que hacerse responsable de tres viajes entre el pueblo de Nacozari y la mina de Pilares. Entre la carga traía dinamita, que se encendió por un error de acomodo y las llamas se levantaron por los vagones, anticipando lo peor.
Supo que debía salvar al pueblo. Le pidió a sus compañeros que se arrojaran de la locomotora y él la llevó hasta su máxima potencia. Lejos de la gente, la dinamita explotó. Murieron él y doce más, pero pudo haber sido mucho peor.
Su nombre fue Jesús García Corona, el Héroe de Nacozari. Ayer, autoridades estatales y federales colocaron un busto en su honor en el Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos.
El Día del Ferrocarrilero lleva su rostro.