Nació en Montpellier, Francia, allá por 1350. Era huérfano y muy joven decidió repartir sus posesiones y salir en peregrinación a Roma, a causa de su fe.
Ahí empezó todo. Por alguna razón, quizá el destino, en el camino se dedicó a cuidar a los infectados por la peste que por entonces causaba fuertes estragos en muchas regiones de Europa.
Caminaba kilómetros y kilómetros con tal de auxiliar espiritual y físicamente a un enfermo; a todos les regalaba consuelo, una oración y la señal de la cruz.
Cuenta el especialista en religión José Manuel Vidal, que se quedó en Romaña, junto a los apestados, hasta que cesó allí la epidemia.
Finalmente alcanzó Roma, donde permaneció tres años. Dispuesto a regresar a su ciudad de origen, a su paso por Piacenza se contagió y decidió esconderse cerca de un río para no exponer a los lugareños a contraer la enfermedad por ocuparse de él.
Entonces apareció el célebre animal de refranero: el perro de San Roque. El animal vivía en la casa de un noble y encontró el refugio de Roque, empezando a llevarle cada día un trozo de pan.
Movido por la curiosidad, al observar el habitual misterioso paseo del can, el dueño del perro lo siguió y encontró a Roque, curándolo. Cuando recuperó la salud, Roque emprendió el camino de vuelta definitiva a Montpellier.
Pero esa ciudad no volvió a ser un hogar: al ser huérfano, haberse marchado durante tantos años y regresar con la ropa perjudicada por la peregrinación, nadie le reconoció y le acusaron de vagabundo. Condenado a prisión, el salvador de los contagiados moriría poco tiempo después, encarcelado.
Fue entonces que su culto se detonó. Y al reconocerse su santidad, la tradición le empezó a invocar contra la peste, las plagas y enfermedades contagiosas en general.
Fue en 1630 cuando, tiempos de peste nuevamente, su fama se disparó. Incluso se llegó a construir un oratorio consagrado a San Roque en cada ciudad que temía por la salud de su población.
Su protección epidemiológica llega al mundo vegetal, ya que San Roque salva incluso a los viñedos de la “peste” que enferma sus cepas. Del mismo modo, adoptó la protección de los sepultureros, por haberse dedicado a dar sepultura a los contagiados por la peste. Roque significa “fuerte como una roca”.
A lo largo de la historia, este santo se ha hecho famoso por los grandes favores hechos a pobres y enfermos. Su popularidad se ha vuelto extraordinaria en pueblos golpeados por pestes o epidemias. Incluso en México y muchas ciudades y pueblos de América Latina. Una de las iglesias más conocidas que están dedicadas a este santo está en París, muy cerca del Museo del Louvre; la hizo edificar Luis XIV en 1653.
Los creyentes juran que siempre consigue librar de la enfermedad y el contagio. Perteneció a una familia rica, pero al morir sus padres, vendió todas sus propiedades, repartió el dinero a los más pobres y se entregó a su causa.
El 15 de agosto de 1378, fiesta de la Asunción de la Virgen Santísima, murió. Y murió como un santo. Las crónicas de la época aseguran que al prepararlo para colocarlo en el ataúd, descubrieron en su pecho una señal de la cruz que su padre le había trazado desde que era un niño.
Así se percataron que era el hijo de quien había sido gobernador de la ciudad. Toda la gente de Montpellier acudió a sus funerales. Desde entonces no ha dejado de obtener el favor de Dios y la gracia para los enfermos de cólera, tifo y dengue; no se sabe si COVID-19 también.
En múltiples parroquias se le representa con su bastón y un sombrero de peregrino, siempre señalando con la mano una de sus llagas y con su fiel perro al lado, ofreciéndole el pan. Su onomástica es el 16 de agosto y es además protector de peregrinos, cirujanos o cánidos, entre otros.
Es patrono de la ciudad de Santiago de Compostela desde 1518, año en el que la población asolada por la peste se encomendó al santo para librarse de la misma con la promesa que si los libraba lo erigirían en patrono de la ciudad, renovando cada año el Voto en el que cada 16 de agosto acude la Corporación Municipal a la capilla de San Roque a presidir la misa solemne y la procesión.
De hecho, en 2018 el papa Francisco otorgó un Año Jubilar por el 500 aniversario del Voto de la ciudad y patronazgo. Mucha gente cree que el patrono de dicha ciudad es Santiago Apóstol, pero es un error. Es San Roque, el patrono de las epidemias.