Cuando comenzó a practicarlo no le gustaba, le costaba mucho trabajo los entrenamientos, pero actualmente, Juan Pablo Ramírez es de los mejores judocas de Puebla y el continente, y tiene como mayor meta clasificar a unos Juegos Olímpicos.
Es la tercera generación de su familia que practica el judo y con doce años de experiencia, en diciembre pasado obtuvo su mejor resultado al ganar la medalla de bronce en los Juegos Panamericanos Junior en Cali, Colombia.
A punto de cumplir 17 años de edad, divide su vida entre sus entrenamientos y la escuela, ya que por ahora cursa la preparatoria, pero ya tiene en mente estudiar para convertirse en ingeniero industrial.
TRES GENERACIONES DE JUDOCAS POBLANOS
Aunque no tiene la difusión ni los reflectores que merece, el judo se ha convertido en una forma de vida en la familia Ramírez Fernández, pues han sido tres generaciones las que lo han practicado, aunque Juan Pablo y su hermano José Antonio lo han llevado a otro nivel.
“El judo lo conocí porque mi familia lo practica desde hace tres generaciones, empezó mi abuelo que le enseño a mi papá y sus hermanos, luego mi papá me introdujo a mi desde que era chiquito, tenía cinco años cuando empecé en un dojo de la familia, y ahorita llevo unos 12 años practicándolo”, comentó.
Sin embargo, sus primeros años como judoca fueron complicados, ya que los duros entrenamientos impidieron que le tomara gusto rápidamente.
“No me encantaba el judo, me costaba trabajo, pero con el tiempo le empecé agarrar gusto. Me encantaba cuando luchábamos, toda la emoción que te genera luchar de a poco en poco me empezó a gustar, aunque en un principio fui muy malo luchando, perdía siempre, pero poco a poco fui mejorando y ganando, ese mismo progreso y forma en la que con mis esfuerzos vi cómo valían la pena, pues me gustó mucho”, reconoció.
Considerado como un arte marcial moderno ya que fue creado a finales del siglo XIX en Japón, el judo implica una gran flexibilidad, mucha fuerza y una buena táctica para poder derribar al rival.
“De manera general, es un arte marcial que viene de Japón, se basa en tirar a tu oponente y utilizar su fuerza y parte de la tuya para derribarlo, se basa en jalones, en cargarlo y tirarlo. Las puntuaciones en judo son simples: si cae de espaldas en un movimiento que controlas se llama ippon, y ganas automáticamente la lucha, pero si cae de lado se llama waza ari, te puede hacer ganar si se acaba el tiempo, pero si haces dos se hace un ippon y ganas en automático”, dijo.
DE UN INICIO COMPLICADO A GANAR BRONCE PANAMERICANO
A los cinco años de edad comenzó a practicarlo y cuando tenía nueve ya estaba compitiendo a nivel nacional e incluso internacional.
“Mis primeros años de competencias fueron complicados, pero fue hasta 2018 que gané algunos nacionales a nivel infantil, ya empezaba a sacar primeros lugares, además de que pude ir a competir a Estados Unidos, también a los Panamericanos Infantil”, señaló.
La clave para poder demostrar realmente sus habilidades y valía sobre el tatami fue el controlar el nerviosismo, sensación que todavía presenta previo a luchar, pero que a través de los años ha aprendido a dominar.
“Los nervios ha sido algo con lo que he aprendido a lidiar con
los años, todavía me siento nervioso en varias competencias, pero aprendes a relajarte, el chiste no es decir que tienes que ganar sino dar tu mejor esfuerzo y los resultados se darán. Ganar o perder será resultado por cuánto entrene o cuánto he mejorado, no tanto como el hecho de ganar por querer ganar, es dar el mejor esfuerzo y ver cómo quedan las cosas, eso relaja poco, pero sí siguen los nervios”, explicó.
Esto le ayudó en diciembre pasado cuando asistió a los Juegos Panamericanos en Colombia donde en la lucha por la medalla de bronce, venció a un judoca local y se adjudicó el tercer lugar a nivel continental en la categoría de menos de 60 kilogramos y a pesar de tener rivales hasta tres años mayor que él.
“En Olimpiadas (Juegos Nacionales Conade) gané oro en 2019, también gané el selectivo para el Panamericano. Había competido en otros Panamericanos y no obtuve buenos resultados, pero en esta ocasión a pesar de que era el más chico de todos, lo logré y fue una gran satisfacción, sobre todo en la lucha por el bronce porque recuerdo que estaba cansado porque lo atacaba y se salía de la técnica, tardé mucho en tirarlo, pero lo agarré con una técnica donde todo conectó y ahí pude tirarlo, sentí que todo acababa y se sintió bien, vi los videos porque me gustó mucho la forma en la que acabó la lucha”, precisó.
JUEGOS OLÍMPICOS, SU META
Con esa presea se ganó, además del reconocimiento, la oportunidad de recibir una beca anual por parte del Instituto Municipal del Deporte, algo que lo impulsa a seguir preparándose para alcanzar sus siguientes metas.
“Me siento bien que me hayan seleccionado para la beca, me gusta el hecho de que apoyen el deporte, sentir como va rindiendo frutos todo lo que hago. Mis metas son competir en un nivel más alto, estar al nivel mundial, ir a torneos más importantes y una de mis metas es ir a los Olímpicos. También ir a Europa porque es muy diferente a América, no espero un resultado excelente, pero si sacar algunas peleas, tener un resultado satisfactorio”, destacó.
SU VIDA SE DIVIDE EN ENTRENAMIENTOS Y ESTUDIO
Así como se prepara en el dojo para lograr los wazari y los ippones, en la escuela igualmente está labrando su camino para tener un desarrollo académico y posteriormente uno profesional que le permita lograr su objetivo de convertirse en ingeniero industrial, algo que le exigen prácticamente dividir su vida entre los entrenamientos y las clases.
“Yo la verdad trato de que uno no afecte el otro, la escuela sigue siendo muy importante y no la descuido en ningún momento, pero regularmente entreno de lunes a viernes, entreno dos veces al día, una antes de ir a la escuela que es de fuerza, voy a la escuela, regreso, descanso un rato y luego voy al entrenamiento de judo que es de 6-8. Todavía no tengo decidido qué voy a estudiar, pero sí tengo una idea más o menos, quisiera ser ingeniero industrial”, declaró.
EL JUDO, UN MAESTRO DE RESILIENCIA
Juan Pablo Ramírez cumplirá en breve 17 años de edad, pero el judo lo ha llevado a tener una madurez llamativa, ya que se ha convertido en su maestro de resiliencia, por lo que hace el llamado para que cada vez más niños y jóvenes lo practiquen, invitándolos al dojo de su familia.
“El judo lo recomiendo demasiado, especialmente para niños, te enseña demasiado, aparte de que te ayuda físicamente a mantenerte sano, también da una disciplina increíble, a respetar y sobre todo a levantarte para seguir a pesar de las adversidades, te impulsa a mejorar. El judo debería tener más atención de la que tiene, puede que sea un deporte difícil, pero una vez le agarras cariño es increíble. Yo entreno en el dojo Mojica Judo Puebla y cualquiera que quiera venir a entrenar tiene las puertas abiertas”, comentó.