Omar Otero siempre tuvo sus sueños más grandes depositados en el futbol, deporte que practica desde que era pequeño. Tanto, que el día en que todo se volvió oscuridad, el balón se convirtió en punto de luz para sus objetivos, en especial disputar un Mundial, los Juegos Parapanamericanos y también los Paralímpicos.
Con 29 años de edad, este jugador poblano es uno de los mejores del país en lo referente al futbol adaptado, una modalidad para personas con debilidad visual o invidentes, siendo pieza fundamental del tricampeonato nacional que ostenta Topos Puebla, además de múltiples participaciones con la Selección Mexicana en certámenes internacionales, aunque el camino fue muy complicado.
QUERÍA IR A CHIVAS
Desde niño ha sido un apasionado del Rebaño Sagrado, equipo en el que quería jugar profesionalmente y donde empezó su desarrollo en el futbol a los seis años apoyado por sus padres.
A los 10 años sufre un accidente automovilístico, tras el cual le es detectada retinosis pigmentaria, una rara enfermedad degenerativa que causa pérdida de la visión.
“Comencé a perder la visión de forma gradual, hasta que a los 17 años la perdí totalmente y ahí creí que todo se terminaba, que todo se venía abajo, pero doy gracias a dios por las oportunidades que me ha dado y la verdad que he podido sobresalir y salir adelante con todo esto, lograr lo que era imposible”, dijo.
TOPOS LE REGRESÓ LA ILUSIÓN
Omar estaba devastado por la forma en que evolucionaba su enfermedad, pero todo cambió cuando la fundación Topos Puebla lo volvió a acercar al deporte de sus sueños, lo que a su vez le devolvió la confianza en sí mismo y, con ello la posibilidad de volverse autodependiente.
“Primero encontré un deporte adaptado que se llama goalball, que no es nada parecido al futbol, tienes que estar en una cancha, pero no tienes roces con los demás equipos ni nada, es un balón sonoro, la verdad estaba contento y dije: bueno, creo que el futbol ya no se hizo para mí, pero este deporte era algo más o menos similar”.
“Hasta que un día llega un amigo y me invita a un equipo que estaba haciendo de futbol y la verdad estaba muy contento, porque yo pensé que el futbol no se hacía con las personas con discapacidad visual, pero al final fue algo que me volvió a llenar, hacerme crecer como persona, a decir que sí se podía y así fue que entré a Topos”.
“Antes de Topos llegué a estar por los suelos, porque cuando empecé a perder la visión sabía que ya no podría lograr mis sueños como jugador, la verdad me costó mucho, pero tengo a dos amigos que me motivaron y me ayudaron a darme cuenta que teniendo la discapacidad o no teniendo nada todos somos personas, que con algunas adaptaciones podemos salir adelante, que no necesitamos depender de alguien. Entonces ellos me abrieron esas puertas para que yo recapacitara y pudiera ser la persona que soy hoy”, comentó.
MULTICAMPEÓN NACIONAL
Formado en 2010 como una iniciativa para acercar a personas con alguna discapacidad visual al futbol, Raúl Ortiz y Jorge Lanzagorta, ambos ganadores del Premio Estatal del Deporte, le dieron vida a Topos Puebla, un equipo que con una década de existencia es el más ganador del país y un ejemplo de sacrificio, organización y superación.
Con tres títulos Nacionales y participación en la Copa Libertadores del futbol para ciegos, que reúne a los mejores representativos de Latinoamérica; esta escuadra poblana ha sido además una agente de cambio para jóvenes a los que prácticamente les han transformado la vida, pero todo empezó por una cascarita entre amigos.
“Me invitó a jugar un amigo que estaba junto a Jorge Lanzagorta y Raúl Ortiz, pero lo habíamos visto como una cascarita, de ir a convivir nada más entre nosotros, pero se fue dando hasta que se formó un equipo muy distinto a lo que planeábamos desde un principio. Me dan la invitación, me toca ir e iniciamos en una canchita de un fraccionamiento”.
“La verdad hubo un crecimiento en el equipo porque los jugadores le han echado ganas, no se han alejado de todo esto, porque es un deporte que nos ha llenado a todos y que nos ha dado las bases para poder salir adelante. Es un deporte que no necesitas tener un guía a lado tuyo, que es más individual, que puedes andar corriendo como en el futbol convencional, entonces esa parte creo que nos ha llevado a motivarnos y a poder jugar como los demás, digo con sus adaptaciones, pero poder salir adelante en eso”.
Si bien a los 17 años perdió por completo la visión, a los 20 estaba disputando sus primeros
Juegos Parapanamericanos. Así de radical fue el cambio en la vida de Omar Otero. La cascarita que empezó con sus cuates lo llevó a las medallas de bronce de Lima 2019 y la Copa América en 2019, anhelos que tenía de pequeño y creyó imposibles.
“En 2011, en los Parapanamericanos de Guadalajara, nadie creía en nosotros, pensaban que la Selección Mexicana iba a fracasar y al contrario, estuvimos a nada de ganar el bronce contra equipos que ahorita son campeones del mundo, de Juegos Paralímpicos, porque estamos en una zona geográfica donde están los más fuertes”.
“En 2016 fuimos a los Paralímpicos y en el 2018 llega mi primer Mundial en España, fue una experiencia muy padre, después en 2019 pudimos ir a jugar a Santiago de Chile en mi Copa América, donde ganamos bronce que nos hizo calificar a los Panamericanos en Lima, Perú, y lograr medalla de bronce”, recordó.
Durante los Juegos Parapanamericanos de Toronto 2015 vivió uno de sus momentos de gloria, al anotar el penal que le dio al Tricolor la clasificación para disputar los Paralímpicos de Río 2016, otro de sus grandes objetivos.
ADIÓS A ITALIA Y ARGENTINA
A nueve años de su primera convocatoria con el representativo nacional, este 2020 le tenía preparado dos viajes al extranjero para afrontar torneos de preparación de cara a la posible clasificación a unas nuevos Juegos Paralímpicos, sumado al Campeonato Nacional que se hace cada año, pero todo fue suspendido debido a la contingencia sanitaria.
“Había dos torneos con la Selección, uno en Italia y otro en Argentina, pero no pudimos ir por lo mismo de la pandemia (de coronavirus), todo eso te merma, pero tienes que seguir trabajando porque empieza a quedarse atrás tu condición y tu nivel”.
“No sé si este año nos vaya a tocar un torneo nacional que se hace cada año entre noviembre y diciembre. Tenemos que empezar a entrenar porque queremos llegar al 100 por ciento y lograr un tetracampeonato para Topos. Ya llevamos cuatro meses sin jugar, sin vernos”.
SUEÑOS
Otero ya probó la gloria, pero no está satisfecho, quiere jugar un segundo Mundial pero para convertirse en un referente, explotar sus habilidades al máximo y ser considerado el mejor jugador.
“Sé que ya logré lo que buscaba, pero no al 100 por ciento y tengo esa espinita que quiero sacarme, tengo unos cuantos años por delante con muchas ganas”, apuntó.
Omar Otero, así como burla a sus rivales en la cancha, ha sabido dejar atrás las duras pruebas que la vida le ha puesto enfrente.
“Mi corazón está repartido, porque tengo dos equipos en especial: Chivas y Topos. Dicen que cuando no sientes amor por algo, entonces ya todo se termina y ya ni te saben los goles. De Chivas veo siempre los jugadores que traen, hace mucho tiempo me ilusionaba cuando jugaba Omar Bravo, Omar Arellano, “El Bofo” Bautista, Alberto Medina…, era la parte bonita de irle al equipo que me motivó mucho para jugar y lograr mis sueños”.
LABORALMENTE ACTIVO
El futbol no es el único ámbito en el que Omar Otero se ha sabido desarrollar, ya que con esas mismas agallas se involucró en la vida laboral, pensando no sólo en ser autosuficiente en una cancha, también en la vida cotidiana.
“Trabajo en el área administrativa de una empresa de alimentos, que no ha parado durante la pandemia. A pesar de ser un poco pesado, tengo la oportunidad de seguir aquí, la empresa me apoya y eso me ha ayudado a crecer como persona. Sé que debemos tener los cuidados al andar en la calle, porque en donde sea se andan enfermando, aunque afortunadamente en casa estamos bien”.