A sus 19 años, el poblano Rodrigo Corro ya sabe lo que es ser Campeón Nacional y viajar al otro lado del mundo para entrenar con aspirantes a Juegos Olímpicos, todo esto gracias al tenis, deporte que hasta antes de los 13 años prácticamente no conocía.
En su niñez estuvo rodeado de bates, guantes y un abuelo que le transmitió la pasión por el beisbol, pero un regalo de cumpleaños le cambió la vida, le permitió conocer el deporte blanco y cambiar los hits por los aces y el diamante por las canchas duras o de arcilla.
DE EL HOYO AL BRITANIA
Cuando era niño nunca se imaginó en que en el futuro iba a tener una beca completa en la UPAEP por sus habilidades con la raqueta, de hecho, en su mente sólo estaba el algún día llegar a ser beisbolista profesional.
El fanatismo de su abuelo por el Rey de los Deportes fue adquirido por Rodrigo, quien a partir de los ocho años ingresó a la Liga Infantil Zaragoza, uno de los circuitos formadores de peloteros más grandes del país y que tiene en el campo El Hoyo, uno de sus espacios más importantes en la capital poblana.
“Jugué beisbol en la Liga Zaragoza en lo que se conoce como El Hoyo, lo jugué desde los ocho años porque era un deporte que le gustaba micho a mi abuelito y a mi también me apasionaba, me gustaba mucho, iba a los estadios a ver los partidos. Empecé como pícher, aunque después también fui shortstop”, dijo.
Gracias a que comenzó a mostrar habilidades con el guante, fue llamado a la Selección Poblana para participar en Olimpiadas Nacionales e incluso su nivel lo llevó al representativo nacional, méritos que lo hicieron ilusionarse con poder hacer una carrera como profesional.
“Jugué tres Olimpiadas Nacionales por Puebla, en una de ellas me fui como seleccionado Nacional para jugar un Campeonato Panamericano en Nicaragua, el béisbol me gustaba mucho, mi abuelito me ayudaba a entrenar, jugué en varios equipos y siento que si hubiera seguido en el camino del béisbol hubiera llegado a profesional, tengo amigos jugando en Liga Mexicana e incluso firmados en Grandes Ligas, entonces yo siento que pude haber hecho un poquito más en el tema del beisbol”, recordó.
Sin embargo, para su cumpleaños 13 sus padres le regalaron una clase muestra de tenis y el encanto fue casi inmediato, porque encontró un juego en el que podía brillar, por lo que después de la probadita buscó meterse de lleno en el deporte y pidió que lo inscribieran en el Club Britania Zavaleta, una institución deportiva con casi 40 años de existencia en la Angelópolis dedicada al tenis.
“A mi mamá no le gustaba mucho el beisbol, entonces comencé a jugar tenis cuando tenía 13 años, todo por una clase que me regalaron en mi cumpleaños y ahí empecé, me gustó porque es un deporte más individual y me interesó porque quería ser más el protagonista, entonces me hice socio del Britania Zavaleta y como ahí todo es tenis lo comencé a jugar más seguido, todo el tiempo me la pasaba en las canchas, jugaba contra señores que me ganaban, pero que me servía para seguir mejorando”, señaló.
Pero el encandilamiento con la raqueta no inhibió su gusto con el beisbol, por lo que combinó ambas actividades, en algo que lejos de abrumarlo le permitió potenciar sus habilidades como pelotero.
“De los 13 a los 14 años combiné el tenis con el beisbol y curiosamente empecé a tener mejores resultados en los dos, porque el tenis es más rápido, requiere mejores reflejos y eso me ayudó para el beisbol, incluso ese año mi equipo de beisbol quedó bicampeón. Iba a la primaria en la mañana y ya en la tarde entrenaba beisbol los lunes miércoles y viernes, y tenis martes y jueves”, apuntó.
PRIMEROS TÍTULOS Y NÚMERO UNO DEL PAÍS
El ajetreo de ser tenista, beisbolista y estudiante lo aguantó por un año, pues al cumplir 14 años se decantó por la raqueta, encaminado por sus éxitos en el tenis que le permitieron ser scouteado por Güido Lorandi, dueño de un Centro Tenístico a donde lo invitó para enseñarle los conceptos básicos y mejorar su estilo.
“Mi primer torneo como tenista fue el Peques que organiza la Asociación de Tenis y llegué a la final en el Parque España, pero la perdí, y tres meses después jugué el mismo torneo, pero en el Britania y lo gané. En uno de esos torneos me vio jugar Güido Lorandi, me dijo que tenía cualidades y me invitó a entrenar, estuve yendo en las tardes por uno o dos meses hasta que habló con mi mamá, le dijo que tenía cualidades y me becó en su academia, ahí me cambió todo Güido, desde la empuñadura, la posición de los pies, prácticamente todo, entonces fue como empezar de cero”, comentó.
De los 14 a los 16 años aprendió lo fundamental del deporte y se forjó como el mejor tenista de su categoría no solo del estado sino a nivel nacional, algo que le debe en gran medida a las enseñanzas de Lorandi, lo que le permitió ganarse una beca en la UPAEP para completar sus estudios de preparatoria y jugar ya representando a la universidad, situación que lo hizo cambiar sus prioridades.
“Después de dos años de estar entrenando con Güido, me puse como el primer lugar nacional en mi categoría de menores de 16 años, también a nivel estatal sigo siendo el mejor rankeado. A mediados de 2017 fue cuando entré a UPAEP”, indicó.
Las dudas de un joven que estaba por decidir su futuro académico, lo hicieron dejar el tenis en segundo plano, un lapso que le sirvió para meditar qué licenciatura estudiar y en el que, posteriormente, sus propios amigos lo estimularon para volver a las canchas.
“Cuando entré a UPAEP a estudiar la preparatoria comencé a dejar de jugar, le empecé a meter más al estudio sobre todo porque todavía no tenía bien definido qué carrera quería estudiar, tuve un lapso complicado tanto a nivel deportivo como el académico porque no sabía qué camino tomar en mi vida”.
“Al final me decidí por estudiar Administración de Empresas y el tiempo que estuve alejado del tenis, el ver jugar a mis amigos en el Britania me regresó las ganas de practicarlo, se me volvió a antojar estar en el ambiente, de ir a un torneo, del nervio previo, y ahí fue cuando comencé a retomar”, señaló.
El letargo de 2017 se convirtió en motivación en 2018, año en el que se sometió a una preparación tan intensa que le sirvió para convertirse en el Campeón Nacional de Primera Fuerza de la Comisión Nacional Deportiva Estudiantil de Instituciones Privadas (Conadeip), un torneo dirigido a los atletas-estudiantes de nivel universitario cuando él aún cursaba la preparatoria.
“En 2018 regresé de lleno al tenis, participé en el Campeonato Nacional de Primera Fuerza y lo gané en San Luis Potosí, ese es el torneo más fuerte a nivel universitario en el país. También jugué el Campeonato Estatal, que ese prácticamente siempre lo juego, y lo gané. Gracias a ese triunfo en San Luis volví a los torneos, comencé a salir un poquito más para jugar torneos en el país y el extranjero”, recordó.
CAMPEÓN INVICTO, LUEGO HIROSHIMA Y ACAPULCO
El impulso de 2018 lo arrastró hasta 2019, con otro gran año en el cual se levantó con un doble título en los Campeonatos Nacionales de Verano, que organiza la Federación Mexicana de Tenis, terminando ambos certámenes sin ninguna derrota.
“En 2019 tomé la gira de verano de los tres nacionales que fueron en Querétaro, León y Guadalajara. Querétaro lo gané en singles y dobles, León en singles y dobles y Guadalajara lo perdí en la final de singles y gracias a eso me pude ir a Hiroshima Japón a un campo de entrenamiento”, apuntó.
Su alto desempeño le abrió la puerta para integrar el equipo mexicano que viajó ese mismo año a Hiroshima, Japón, a un campo de entrenamiento en el que practicaron y sirvieron de sparring a los tenistas japoneses que se estaban preparando para buscar un boleto a los Juegos Olímpicos que iban a tener lugar en este 2020 en Tokio.
“Fue una experiencia padre, porque nos quedamos dos semanas y media, estuvimos con jugadores que aspiraban a ser olímpicos, obviamente que te aconsejan y te motivan, el trato que nos dieron desde que llegamos al aeropuerto de Tokio estuvo cañón, hacen que te sientas como jugador de Juegos Olímpicos, fue un ambiente de profesional”, puntualizó.
Esa seguidilla de buenos momentos, Rodrigo Corro lo completó con un viaje al Abierto Mexicano de Tenis, en Acapulco, en donde también acudió como sparring de algunos de los participantes, para que estuvieran en las mejores condiciones durante sus juegos.
“Me fui al Abierto Mexicano de Tenis, estuve de sparring allá, entrené con todos los profesionales, estuve toda la semana con Heather Watson, que se coronó campeona, también con Leila Fernández que fue la que perdió la final, también me tocó entrenar con John Isner que estuvo dentro de los primeros del mundo en 2018 y con muchos tenistas más que me ayudo a mejorar mi nivel”, destacó.
EL CONFINAMIENTO LE AYUDÓ A MADURAR
Con lo logrado hasta el momento, 2020 le pintaba igual o mejor, ya que además de defender sus títulos nacionales, tenía calendarizada una gira por Estados Unidos, pero la pandemia de coronavirus llegó y por las suspensiones a nivel global lo que tenía planeado hacer se redujo a entrenamientos en casa y mucha incertidumbre.
“Este año me pintaba igual de bien que los anteriores, esperaba jugar los nacionales, torneos semiprofesionales e ir a una gira en Estados Unidos en Pueblo, Colorado, pero se presentó la pandemia y la verdad es que sí me afectó sobre todo en los primeros tres meses, porque trataba de entrenar en casa, pero tuve miedo la verdad, porque tú salías a la calle y veías a gente sin cubrebocas y estaba espantado porque mi abuelo falleció en mayo, no supimos la causa, pero nos espantó como familia y procuramos estar en la casa el mayor tiempo posible”, dijo.
Empero, Rodrigo supo transformar esa adversidad en madurez y encontrar el lado positivo a la pausa a su actividad deportiva, pasando cuatro meses sin jugar, aunque en su regreso disfrutó el tenis como hace mucho no lo hacía.
“Me ayudó a madurar, no es que estuviera harto del tenis, pero necesitaba un descanso, y la inactividad por la pandemia me ayudó muchísimo, estuve cuatro meses sin jugar, hasta que en la academia de Güido Lorandi hicieron un torneo interno, lo jugué y lo gané más por las ganas que tenía de volver a jugar, lo jugué emocionado”, comentó.
SIN APOYO ECONÓMICO ES DIFÍCIL SER PROFESIONAL
Aunque tiene los pergaminos y la calidad para aventurarse a una carrera profesional dentro del tenis, Rodrigo Corro prácticamente ha descartado ese camino, ya que en los años que lleva relacionado con el ambiente deportivo en el país se ha dado cuenta que con el poco apoyo gubernamental a los atletas es una tarea muy complicada de desarrollar.
“Desde un inicio mi idea era ser tenista profesional, desafortunadamente el apoyo en México no es bueno, mucho menos para el tenis que es un deporte que no se escucha mucho, entonces esa meta que tenía ya está descartada, ahorita estoy estudiando Administración de Empresas y tengo mucho antojo de abrir una academia de tenis, enfocarme en una academia de alto rendimiento para ayudar y enseñar con lo que sé a las futuras generaciones”.
Muy aficionado del Puebla, Rodrigo Corro quiere que los jóvenes poblanos luchen por sus sueños dentro del deporte, que a pesar de los obstáculos que puedan encontrar en sus caminos, persistan, que no decaigan y desarrollen una estrategia para poder alcanzar sus objetivos.
“Yo quiero que los jóvenes persigan sus sueños, que si de verdad les apasiona su deporte no lo dejen, que luchen por sus metas y aunque no lo logren que se hagan de la idea de que hay que intentarlo. Yo soy de las personas que trato de internarlo, aunque no me salga, y busco la manera de mover mis fichas como si fuera ajedrez y saber que el deporte en México es complicado, por lo miso que no hay muchos apoyos, pero con mucho esfuerzo y dedicación se pueden abrir espacios”, afirmó.