Guillermo Pacheco Pulido
Los cedros del Líbano, en su inmensurable historia, nos recuerdan a William D. T. El Viejo, fundador del imperio británico, cuando expresó con profunda elocuencia humanista: “No es posible subyugar a un país en cuyo grandioso espacio se respiran la pasión de la libertad y todas las múltiples virtudes que la cimentan”.
Sabemos por la sociología y por la experiencia que los hombres por su propia naturaleza tienden a vivir en libertad. En busca de ello, el ser humano sabe que es un ser social y que unido a sus semejantes tendrá una permanente actividad para mantenerse vivo y actuante en ese ideal, en sus realidades y en sus sueños.
Los libaneses conforman un pueblo heroico en busca de su identidad, de su libertad y de su permanente independencia.
Su honor y su dignidad han sido la base de sus luchas, de sus esperanzas, de sus victorias; honor, dignidad y valentía han generado su inigualable y gran historia.
Tenía razón Khalil Gibrán cuando dijo que por muy larga que sea la tormenta el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes.
Las tormentas siempre pasan y brilló su independencia.
Se ha señalado que el cedro de Líbano es un símbolo de eternidad, que logra realidades, leyendas, asombros e historias.
Se contó que en la sala de audiencia de Zaker Baal, rey de Biblos en la costa fenicia (hoy Líbano), se presentó el sacerdote egipcio Unamon en busca del cedro para la construcción del grande y augusto barco de Amon Rey de los Dioses. Amon estaba considerado como el dios del aire; posteriormente se llamó Amon Dios de los Dioses, Dios del Sol y de la Vida, protector de la monarquía, todo esto en la mitología egipcia.
Viajaba en un barco destinado a divinidades y que se usaba también para ceremonias religiosas, a pesar de su reinado y, como se había agotado el cedro, parece que no logró Unamon su cometido.
Se dice también que el rey judío David vivía en su palacio de cedro y su hijo, el rey Salomón, ordenó que se cortaran cedros de Líbano para edificar el templo de Jerusalén.
Todas estas leyendas o historias nos demuestran que el cedro de Líbano fue y es símbolo de grandeza de casi todos los pueblos antiguos y modernos.
Es una historia que construye el Estado Libanés con apasionantes luchas logrando su independencia el 22 de noviembre de 1943, con su fecunda capital Beirut. El Líbano es el más pequeño de los estados árabes pero con una historia plena de heroísmo, con sufrimientos y amarguras, pero que se negó a la conquista y triunfó, porque sabía que por más negra que sea la nube, la lluvia es y será blanca y lleva libertad.
Un pueblo que tiene mucha grandeza, su bandera es un escudo de armas que representa el campo de Gules con una barra de plata cargada con un cedro sinople. El rojo representa el sacrificio del pueblo libanés en todas sus luchas. El blanco representa el color de la pureza y de la paz, que son las los ideales que imperan en el corazón de los libaneses, el cedro que es el árbol nacional, símbolo de felicidad y prosperidad.
El amigo Miguel, con el que platiqué hace días, me dijo: al amigo libanés no lo busques perfecto, búscalo amigo; y es cierto, nadie es perfecto pero sí son muy sinceros, y entregan y viven su vertical amistad. Me habló con orgullo de la deliciosa comida libanesa, que usa varias especies, combinada con cocina turca, con aire afrancesado logra con ello además un fuerte acento mediterráneo. Toda una ancestral cultura gastronómica con dimensión europea.
Recorrer Líbano tiene un gran sentido histórico; cada lugar tiene su riqueza cultural: Beirut, Biblos, Baalbek (ruinas romanas), Trípoli y otras importantes poblaciones en donde hay restos fenicios y siempre hay amabilidad, hospitalidad, buenos vinos y bellas playas.
Hay cine, teatro, periodismo, literatura, recomendando leer el libro El Profeta y su biografía de Gibrán Jalil; libros de Abbas Beydomn Análisis de Sangre –Blood Test–, Alexandro Najjar, leer a Raymond Khonry, toda una cultura.
Recordamos que los libaneses dejaron en España legados arquitectónicos y culturales, ahí están la Mezquita de Córdoba, la Alhambra de Granada, la Generalife de Granada, el Castillo de Gomuz, los Reales Alcázares de Sevilla, la Aljafería de Zaragoza, la Alcazaba de Málaga, la Girada de Sevilla esto y más fue una gran herencia a la humanidad como Medina Azahara Córdoba, la torre de oro en Sevilla.
Recordamos igual que en España hay 4 mil palabras árabes en castellano (arabismos), por ejemplo de lugares: Andalucía, Alcalá, Almería, Badajoz, Peñón de Gibraltar, Guadalajara, Guadalupe, La Mancha, Murcia y muchos y diversos vocablos o palabras que construyen la gramática de España.
Toda una gran cultura y toda una gran herencia a la humanidad, existen en Líbano centros educativos de gran nivel mundial como la Universidad Libanesa, la Universidad de Beirut, la Universidad Árabe de Beirut, la American University of Beirut considerada la más antigua de Líbano.
El fenómeno migratorio de Líbano ha servido además para aportar cultura y conocimiento a otras partes del mundo como Estados Unidos de Norteamérica y México.
Se dice que el primer migrante libanes en México llegó en 1878 y en 1890 fue en la ciudad de Puebla donde arriba el primero.
Sin ser migrante, recordamos al gran maestro Héctor Azar que vivió en Puebla y fue un magnífico dramaturgo y autor de varios libros; sembró la sabiduría y la cultura libanesa en nuestro estado.
Nos dijo el maestro Azar que el migrante tiene la fortuna de vivir dos veces porque disfruta de los recuerdos de su vida.
Hay mucho que ver, saber, vivir, comer, leer, conocer, beber, disfrutar y muchas cosas más del inconmensurable Líbano, en donde su gente camina con sueños y esperanzas porque son sabedores que el mundo está en manos de aquellos que tienen el coraje de soñar y con esperanzas corren el riesgo de vivir y hacer realidad sus sueños.
Mujeres y hombres de Líbano de ayer y hoy, a donde estén, continúan con el reto de manifestar su gran y responsable capacidad creativa y el histórico dinamismo del amor sin tregua y sin condiciones a la inmensidad de su patria.
La patria grande y la patria chica LÍBANO Y PUEBLA– forman una sola patria, una porque ahí se nace y otra porque ahí están cunas y tumbas, que son esencia de recuerdos y existencias por las que laten los corazones, por las que surgieron lágrimas, rezos, esperanzas y sonrisas.