Arturo Luna Silva / [email protected] / Twitter: @ALunaSilva
Junto con la prohibición de la elección consecutiva o reelección -como la conocemos más- de alcaldes y legisladores locales y federales, la reforma electoral que envió la presidenta Claudia Sheinbaum al Congreso de la Unión también para atajar los intentos de nepotismo de la clase política, pero sobre todo la del nuevo régimen, damnificará a personajes específicos y familias enteras en Puebla, quienes veían una época de oportunidad para vivir y gozar del poder indefinidamente.
El paquete de iniciativas constitucionales de la presidenta viene a ser también una suerte de “reparación del daño”, indirectamente, pues la aplastante fuerza del nuevo régimen en las urnas, en 2018 y 2024, ha terminado por disminuir la calidad de la democracia y de sus representantes populares.
Es decir, primero con el arrastre de Andrés Manuel López Obrador y luego de la misma Sheinbaum, han terminado por llegar a los cargos mujeres y hombres sin mérito y con la posibilidad de estar eternamente en el poder ellos y sus familiares.
Veamos el caso poblano.
En 2018, con el tsunami lopezobradorista también resultaron elegidos legisladores locales y federales que eran y son verdaderamente impresentables.
Lo mismo hombres que mujeres, sin ningún valor, ni trayectoria.
Ellos y ellas se vieron beneficiados por la fuerza de los candidatos presidenciales de Morena y sus partidos aliados.
Luego, esas personas han podido permanecer en sus cargos sin rendir cuentas a sus representados y sin siquiera preocuparse por mostrar eficiencia para volver a pedir el voto.
En el colmo de las cosas, en el caso de los legisladores incluso algunos han permanecido como representantes plurinominales, sin tener que despeinarse, ni gastar un peso en campañas.
Y como las cosas pueden ser peor, esos personajes encima pretendieron que sus hijos fueran alcaldes, diputados locales, diputados federales, que sus primos, sus mujeres, sus hombres, sus esposas, sus esposos, también gozarán de las mieles del poder, sin merecimiento alguno.
Es, precisamente ahí, en donde adquiere mayor sentido la propuesta de atajar el nepotismo.
El planteamiento legislativo contempla cualquier intención de que los gobernantes hereden el cargo a sus familiares directos o a sus parejas.
Así lo establece un requisito de idoneidad y, una vez que se apruebe, la reforma entrará en vigor ya para el proceso electoral de 2027, a diferencia de la no reelección, que tendrá vigencia hasta el proceso de 2030.
“La presente iniciativa también tiene por objeto prohibir lo que se podría considerar como ‘nepotismo electoral’, por lo que se propone, como un requisito de idoneidad, que las personas que pretendan participar para un cargo de elección popular no tengan o hayan tenido en los últimos tres años anteriores al día de la elección un vínculo de matrimonio o concubinato o relación de pareja, o de parentesco por consanguinidad o civil en línea recta sin limitación de grado y en línea colateral hasta el cuarto grado o de afinidad hasta el segundo grado, con la persona que ocupa el cargo por el cual participarán”, define el proyecto que el pasado 11 de febrero ya entró a comisiones en el Senado de la República.
En Puebla, de esos casos hay y muchos.
La lista es larga.
Se registra nepotismo directo o indirecto lo mismo en el centro del estado que en el Valle del Triángulo Rojo, en donde los tíos heredan las presidencias municipales a las sobrinas.
Ahí cerquita, en donde los papás, enquistados como un cáncer en la Cuarta Transformación (4T), hacen alcaldes y después diputados federales a sus hijos.
O donde esos mismos personajes innombrables hicieron diputadas locales a sus hijas.
Hay también casos en la Sierra Norte donde se pasan el poder y lo ejercen en pareja.
O qué decir en la Mixteca en donde se crean estamentos tricolores que van ya para tres décadas en el gobierno.
Por todos lados se cuecen habas en tierras poblanas.
Se trata de los eternos reeleccionistas, quienes ahora no podrán seguir como parásitos en las curules y en las alcaldías.
O de los que siempre acomodan a sus familiares en las nóminas y de ahí pasan al poder.
Ni reelección ni herencias de poder ni cacicazgos.
Ya no son tiempos de las aldeanas monarquías eternas.
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