Garganta Profunda
Arturo Luna Silva
[email protected] / Twitter: @ALunaSilva
El debate por la permanencia de las Fuerzas Armadas en las calles, en tareas de seguridad pública, sacó la furia en el Senado de la República. Una fiereza especialmente femenina, que terminó con amagos de golpes, descalificaciones de alcoba, adjetivos de “perros” y “hienas”, y en la que llevó la batuta, la provocación y las descalificaciones más agresivas, la panista Lilly Téllez, quien bien sabe sacar de sus casillas a sus otrora compañeras morenistas.
La Cámara Alta en su sesión plenaria de este martes se convirtió en un arrabal.
En medio de los gritos, sombrerazos y los darnos envenenados de los insultos, el poblano Alejandro Armenta, como presidente de la Mesa Directiva, no supo cómo reaccionar.
Vivió una incomodidad.
¡Vaya episodios que le ha tocado lidiar como presidente senatorial!
Téllez, quien ha hecho públicas sus aspiraciones presidenciales para 2024, subió a la tribuna para fundamentar su voto en contra de ampliar la permanencia de las Fuerzas Armadas.
En su estilo estridente, que predomina sobre los argumentos, arremetió contra el presidente de la República y la bancada de Morena.
Les reprochó que, aunque antes se oponía, los lopezobradoristas ahora defienden la “militarización” del país.
Al creciente calor de las descalificaciones, los llamó “perros” y “hienas”.
“Ustedes de Morena no van a votar como perros por huesos y croquetas, ustedes de Morena van a votar como hienas a la espera de las sobras apestosas que les aviente el presidente, que pudre todo lo que toca”.
Lilly hizo hervir los ánimos.
También, directamente, la senadora que llegó por Morena en 2018, se negó a responder una pregunta de Napoleón Gómez Urrutia, líder sindical minero, que le gritó “traidora”.
Le exigió “siéntese y cállese, Napoleón… y espere sus croquetas”.
Alejandro Armenta exhibió su inexperiencia en la conducción de la sesión.
No la reconvino, al menos porque se estableció un diálogo que está prohibido durante el debate.
El nivel llegó a lo más bajo.
Téllez recibió respuestas enardecidas.
La senadora Lucía Trasviña Waldenrath saltó de su escaño y fue a encararla a la tribuna.
Le manoteó.
“Yo no soy hiena, respétame, soy mujer como tú”, le dijo la legisladora que en redes se hizo famosa, hace algunos meses, por supuestamente andar armada, pero que ella negó y dijo que es un fotomontaje.
Debió ir la también secretaria general del CEN de Morena, Citlalli Hernández, al encuentro de su compañera, para del brazo llevarla a su lugar.
Pero esto apenas estaba empezando.
Vino la respuesta en andanada de insultos para Téllez.
Desde su escaño, pidió la palabra la senadora morenista Rocío Abreu, para darle por el lado de su vida privada.
Le soltó acusaciones de alcoba.
De robamaridos.
Le echó en cara su supuesta promiscuidad.
Puso en tela de juicio la legitimidad profesional de la trayectoria de la otrora conductora de noticieros de TV Azteca.
“Cada quién es libre de acostarse con quien quiera, pero para tener la lengua larga, hay que tener la cola corta. Te manda saludos Marisa, a la que le bajaste el marido”, escupió.
Para rematar, aseguró que la panista tiene “trastornos mentales”.
Lilly no es realmente una parlamentaria.
Pero sus tablas el micrófono de cuando fue conductora de televisión, le sirven para el encontronazo desde tribuna.
Al final de cuentas, toda esta avalancha de insultos no le sirve al país.
Es show.
Y cómo entretiene.