Esta semana falleció “Rosita”, priísta de cepa, de esas que ya no quedan en el tricolor, ni en el país.
Lideresa sempiterna de La Resurrección, no hubo campaña en la que no se hizo presente.
Los reporteros de la vieja guardia la recuerdan sin duda: siempre portó –y presumió– con orgullo su vestimenta indígena.
Y siempre estuvo ahí, al lado de los candidatos a todos los cargos habidos y por haber, apoyando con la fuerza de su espíritu y de su garganta.
Nació del PRI y murió del PRI.
Como las grandes.
Descansa en paz, “Rosita” Aguilar.