A hospitales poblanos, 102 menores de edad ingresaron en 2019, lesionados por los adultos con quienes viven.
La respuesta de la Secretaría de Salud del Estado a una solicitud de acceso a información indica que el año pasado fueron atendidas 686 personas por lesiones de violencia familiar, de las que 15% tenían menos de 18 años de edad.
Esta cifra ha sido constante por tres años: en 2018 llegaron a hospitales 845 personas con esta situación, 19.4% niños y adolescentes, 164. En 2017, de 754 personas atendidas en hospital por esta causa, 144 tenían menos de 18 años.
Del total de menores que llegaron en el 2019, 82 fueron mujeres y 20 varones. Los adolescentes de 13 a 18 fueron 65 en total y, de ellos, 17 tenían 16 años.
Ana Laura Gamboa Muñoz, responsable del Observatorio de Violencia Social y de Género del Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuría, de la Ibero Puebla, indica que es común que la gente no piense en los niños como principales víctimas de violencia familiar, puesto que son las mujeres las afectadas más visibles.
No obstante, los niños y adolescentes también son grupo vulnerable: se transgreden sus derechos como menores de edad y casi nunca tienen alguien que los defienda.
Además, la mayoría de niños y adolescentes están condicionados a la mentalidad de adultos que viven en contextos de violencia, es decir, que en esos hogares la jerarquía familiar indica que los menores pueden ser maltratados, Sostiene Gamboa Muñoz.
Y, a diferencia de un adulto, estos menores no saben muchas veces qué hacer; se les ha educado para pensar que lo agresores tienen derecho de lastimarlos por el hecho de ser los adultos del hogar.
Gamboa Muñoz resaltó que no existen políticas públicas especializadas en niños y adolescentes que funcionen de manera eficaz, pues las campañas no están enfocadas a este sector que aún está en marginación.