Álvaro Ramírez Velasco
Lejos del hechizo de las portadas de revista y detrás del oropel de la versión cinematográfica de Nueva York, en los barrios del Bronx, Queens y Brooklyn, tres de los cinco condados en que se divide la ciudad más cosmopolita del mundo se asientan los migrantes latinos, los mexicanos, la clase trabajadora que va al día y que junta cada dólar después de la autosobrevivencia, para enviarlo a los suyos.
En esas calles, que hoy son el centro mismo del infierno del coronavirus, está también “Puebla York”.
Esa urbe imaginaria –bautizada así con ingenio– la han ido construyendo los poblanos que encontraron en los rincones sus hogares, pero quienes siempre tienen la mirada nostálgica hacia sus pueblos, hacia el origen.
Esa versión romántica del asiento poblano se extiende a la zona triestatal de Nueva York, Nueva Jersey y Connecticut.
De acuerdo con el cónsul general de México, Jorge Islas López, hay 1.2 millones de connacionales en los suburbios y las ciudades de los tres estados, 80 por ciento son de Puebla.
En estos días de emergencia por el COVID-19, en esa región convertida en epicentro de la pandemia, también los poblanos son quienes más muertos han puesto entre la comunidad mexicana.
“Cada día se va uno”, escribió en su muro de Facebook Adam Lázaro, el organizador de la tradicional Carrera de la Antorcha Guadalupana, para despedir a un paisano más, hace unos días.
El oriundo de Chinantla tiene mucha razón, porque además, la mayoría de los habitantes de ese “Puebla York” son mixtecos.
LAS CIFRAS DEL DUELO
El pasado martes 28 de abril, el canciller Marcelo Ebrard Casaubón informó en la conferencia mañanera en Palacio Nacional que han muerto en el estado de Nueva York 448 mexicanos, de los 24 mil 536 fallecimientos que registran las autoridades estadounidenses en esa zona, hasta ese día.
Si, como dice el cónsul de México en la “Gran Manzana”, que al menos 60 por ciento de los fallecidos mexicanos son de Puebla, la aritmética nos lleva a un estimado de 268 poblanos muertos por coronavirus.
Organizaciones migrantes, algunas más desde la institución que desde el dato preciso, aseguran que son muchos, pero muchos más los poblanos que han fallecido en el infierno que es en estos días Nueva York, la “Puebla York” imaginaria.
Sin embargo, no todos los decesos han sido informados ni registrados. Las razones son muchas y la principal, la clandestinidad en la que vive el migrante indocumentado, incluso al dejar este mundo.
También, hasta la semana pasada, el gobierno de Puebla, que ha dado seguimiento puntual a los datos verificables, había contabilizado 60 poblanos y poblanas fallecidos en Estados Unidos y casi todos, salvo
alguna excepción, en la zona triestatal.
En la conferencia que cada día encabeza el gobernador de Puebla, Miguel Barbosa, el secretario de Gobernación, David Méndez, enlista el duelo.
En lugar de la muerte es recurrente: Queens, Brooklyn y el Bronx, en Nueva York; Passaic, Brunswick o Bergenfield, en Nueva Jersey. Alguno más en Connecticut.
Yonkers, en el estado neoyorquino y pegada al Bronx, con sus 35 mil poblanos, según cuentas de la misma ciudad, se cocina aparte, por ser un lugar de prosperidad para los paisanos, del sueño americano cumplido, aunque también se considera como parte del onírico “Puebla York”.
En tanto, el lugar del origen, casi siempre está en la Mixteca Poblana: Chinantla, Tulcingo de Valle, Chiautla, Izúcar de Matamoros, Acatlán de Osorio.
Rara vez, pero también de Atlixco, las Cholulas o Ciudad Serdán.
Para afinar las cifras y la estrategia de ayuda, el viernes pasado el secretario de Gobernación estatal, David Méndez, realizó una sesión virtual con los líderes de las organizaciones.
LA PESADILLA NEOYORQUINA
Todos los paisanos que han muerto en “Puebla York”, la mayoría hombres, son historias de hijos, hermanos, padres y madres que dejaron sus pueblos para ir a la llamada “Capital del Mundo” a buscarse una mejor calidad de vida, para ellos y los suyos.
Ellos y sus familiares son quienes hacen todas las horas extras laborales que pueden, para juntar los billetes verdes que habrán de mandar a casa, aunque ellos por décadas no la vean o tal vez nunca más vuelvan a
hacerlo.
Desde el 15 de abril, el Consulado General de México en Nueva York llevan a cabo una sesión virtual, de lunes a viernes, a través de Facebook Live, para ir informando a la comunidad mexicana de los apoyos que se les pueden brindar.
No es mucho, sobre todo es de acompañamiento y asesoría.
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Ante la demanda, han tenido que habilitar más líneas telefónicas en su sede, ubicada en la 27 Este y 39 Street, que permanece prácticamente cerrada y su personal trabaja a distancia.
Se trata de ser un puente con las autoridades estadounidenses.
Las sesiones virtuales, algunas, se tornan tensas por las preguntas y las peticiones desesperadas de los paisanos.
El cónsul Jorge Islas alcanza informar y a responder algunas preguntas. Muestra empatía y temple.
Hasta que, pasados los 30 minutos, a veces hasta 45 minutos, de la sesión su personal pide que termine por ese día.
Los paisanos interrogan sobre la expedición de pasaportes, que por ahora sólo se dan en casos de emergencia.
Sobre la repatriación de cadáveres o cenizas, para lo que la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) ya publicó una guía, y cuenta con un presupuesto de apoyo parcial en los gastos funerarios, que llega a alcanzar los 10 mil dólares, de acuerdo con los testimonios que comparten en sus mensajes los paisanos.
La posibilidad de repatriar cuerpos se definirá hasta el próximo 20 de mayo, cuando se abran las fronteras y los aeropuertos para los viajes “no esenciales”.
Los paisanos también preguntan con preocupación sobre la “posibilidad legal” de que en medio de la emergencia sean desalojados de las viviendas cuyas rentas no han podido pagar.
Para ello, los gobernadores de los tres estados decretaron una gracia de 90 días sin que les pueda ser exigido el pago ni se permitan desalojos.
Han pasado 30 días apenas y los paisanos tienen aún dos meses de esa medida que los favorecen por delante.
Escriben preguntando sobre la ayuda económica para comprar alimentos, pues desde hace más de un mes muchos de ellos se han quedado sin trabajos y sin ingresos.
Piden, claman, por asistencia laboral, jurídica, alimentaria. No todos se llevan una respuesta.
El cónsul también y por obviedad ha anunciado que en este 2020, el año del COVID-19, no habrá ningún festejo presencial el 5 de mayo, que tan jubiloso reciben los paisanos. Son así estos días en la “Puebla York” imaginaria, la esperanzadora, esa que se añora; aquélla del sueño americano, pero que hoy se ha tornado en la pesadilla americana.