El telar funciona con pedales: polines de un metro de largo debajo de bastidores ta tac, ta tac, tac donde se arma la trama de colores.
Visto de frente, parece que el tejedor está corriendo, tac, tac, detrás de los nudos que amarra y la lanzadera que pasa entrede las hebras para hacer montañas, pajaros y grecas zapotecas.
La última quincena de marzo, los turistas huyeron de Oaxaca, alertados desde sus países con la noticia de que el coronavirus había pulverizado las fronteras con su aliento letal.
Los tejedores de “La casa del artesano”, en San Pablo Villa de Mitla, recogieron sus mochilas y se fueron a casa.
Pero el hambre los hizo volver. Ta tac, ta tac, tac.
Hoy cumplen dos semanas de reabrir con la producción de cubrebocas con tela intermedia de filtro industrial, como demuestra la administradora Jazmín Cervantes, en medio del ta tac.