Por: Lic. Guillermo Pacheco Pulido
Es relativo
Sin dejar de ser una ausencia que estremece
y una presencia que vibra y conmueve
Empecé a tratar a Arturo cuando fuimos compañeros de trabajo en el Ayuntamiento de Puebla hace como treinta años.
Él era muy joven y ya era un magnífico periodista; con visión de futuro. Demostraba su sentido de apoyar, de orientar a otros jóvenes estudiantes de Derecho que admiraban su cultura y su talento.
Caía bien porque no actuaba con petulancia sino con solidaridad; dialogaba con respeto, sabía opinar. Era un verdadero analista que no se salía de la verdad de los hechos; influía con argumentos sólidos para que se tomaran decisiones; tenía además el talento de la prudencia que convencía, sonreía, no era altanero tampoco se volvía sumiso; supo lo que valía la dignidad en un ser humano y en los demás.
Se fue a la Ciudad de México donde destacó por su eficacia sin perder su sencillez y trato amable, Y en donde alcanzó honrosas distinciones tanto en su trabajo de radio como de televisión.
Por ello al cumplir treinta días de su fallecimiento, no como un ritual, sino con respeto y cariño expresamos las siguientes palabras; reconociendo que Arturo fue un hombre que dejó huellas de enseñanza, hombre de firme voluntad de superación a través de su trabajo.
En su mente no tenía cabida la envidia, sino el apoyo a quién se lo solicitaba.
Su corazón latía con el optimismo de servicio. Su profesión se mantuvo y realizó en la dimensión de ver, sentir y decir la verdad.
Su amistad, producía el entusiasmo del vivir porque no era de intereses y de cálculos. Su vida no fue vereda de deslealtades, si no amplio camino luminoso de virtudes y lealtad.
Su familia era el gran todo que impulsaba sus aspiraciones. Si atravesaba por dificultades en su lucha el vibrar de su familia en su espíritu lo hacía seguir adelante de las penas y los retos.
Fue un sano triunfador con su esfuerzo y entrega y dejó a su familia un nombre limpio, respetable y entrañable.
Jamás inclinó la cabeza con sentido de cobardía, o de sumisión. Es un ejemplo de dignidad profesional y hombre de bien.
Fue un hombre digno en los tiempos de ayer y de hoy, convertido en sereno ejemplar para los tiempos de futuro.
El recuerdo de su nombre no andará en los caminos oscuros del olvido, sino que estará siempre en la conciencia de los recuerdos.
A su familia, decirles que no hay palabras que alcancen para explicar la ausencia material de Arturo; sin embargo vivirá en el corazón y el recuerdo de todos los que tuvimos la oportunidad de que nos dispensara su amistad.
Descansa en paz. Porque es, sin dejar de ser una ausencia que estremece y una presencia que vibra y conmueve.