Notas para una defensa de emergencia
Silvino Vergara Nava / parmenasradio.org
El triste panorama que nos espera es el de un futuro
en que, cada cuatro años, entraremos en pánico, nos
asustaremos por alguna forma de peligro neofascista
y, de esta manera, nos veremos chantajeados a votar
por el candidato “civilizado” en elecciones sin sentido
y sin ninguna visión positiva
Slovan Zizek
Araíz que se fueron creando los centros comerciales en los países del mundo occidental, nos hemos ido acostumbrando que en esos lugares se cobra todo, hasta el estacionamiento de los vehículos, pues el metro cuadrado de inversión que representó su construcción es con el fin de obtener un lucro.
Es una forma de justificar que es necesario hacer el cobro en estos lugares, donde se ha llegado al grado de ofrecer otros servicios para los vehículos, como el lavado de los mismos y, particularmente, la seguridad que se brinda en esos espacios.
Pero esa visión dista mucho de lo que debe ser un Centro Histórico, no se puede igualar uno con el otro. Esto viene al caso porque recientemente en el municipio de Puebla cambiaron las cosas y se está confundiendo a su Centro Histórico con un centro comercial, con la puesta en marcha de los parquímetros cibernéticos, de los que afortunadamente el gobierno del estado se ha desmarcado, porque desde luego que no va con los principios propios de la administración actual.
El primer problema es que copiamos todo en nuestro país, tanto lo malo como lo bueno. Es evidente que si comparamos lo que sucede en muchas ciudades de Europa, la gran mayoría de ellas cuentan con servicios de parquímetro desde hace muchos años, concretamente a partir de la década de los 50 del siglo XX en sus centros históricos.
Principalmente, después de la Segunda Guerra Mundial, con el –afán en parte– de ayudarse en las reconstrucciones de las ciudades afectadas, así fueron creadas también las denominadas contribuciones de mejoras, que tenían el mismo propósito y que fueron de la misma forma un fracaso aquí en México, prueba de ello es que en la legislación fiscal casi no se aplican cobros sobre ese rubro, a pesar de que este vigente ese concepto.
En Puebla existieron parquímetros, concretamente en algunas calles del centro histórico en la década de los 80 del siglo XX, pero paulatinamente la fue quitando el ayuntamiento, ya sea por inoperantes, por el mal uso o bien por vandalismo, hasta que desaparecieron.
Ahora, se han vuelto a instalar en junio de 2022, sin que nadie dijera nada de los comerciantes organizados del Centro Histórico, los pocos habitantes de esa zona y los empleados de oficinas que deben ir, quienes han vivido tiempos muy difíciles en los últimos años, especialmente con la pandemia de COVID-19, con los ambulantes instalados a lo largo y ancho de la zona, la inseguridad pública y, ahora, como para “alentar” a la población a regresar y reactivar la economía: los parquímetros.
Pareciera que con estos parquímetros, ahora cibernéticos, se le está dando el tratamiento de centro comercial al Centro Histórico de la Angelópolis, cuando son dos situaciones muy diferentes, además –insisto– no podemos copiar lo que sucede en otras ciudades por más europeas o norteamericanas que sean; nuestra realidad es otra.
Simplemente la capacidad económica del ciudadano común no es la misma que en Europa, a eso habrá que incrementar la crisis económica por la pandemia y, ahora, la inflación, la escasez de empleos, etcétera, por ello es que no es el momento oportuno, por lo menos, de estar pensando en implementar lo que es un golpe al bolsillo de los ciudadanos, pero por lo pronto, ya se dio.
Además, no es lo mismo el cobro de un estacionamiento de un centro comercial que en las calles del Centro Histórico, simplemente porque en uno hay vigilancia y se trata de un lugar privado, mientras que en el otro se trata de un lugar público.
Por muchos argumentos y gimnasia imaginativa que se haga para justificar que son necesarios, es evidente que no lo son, menos aún para fomentar el acudir al Centro Histórico, lo que va a acabar sucediendo es que será preferible no ir, como ha sucedido en los últimos años, cuando solamente se ven turistas, pero los comercios no tienen la afluencia que desearían, los que necesitan para sobrevivir.
Ya se iniciaron los reclamos por la implementación de estos dispositivos, después de su activación como siempre sucede en México, pues en este sistema cuasi-democrático con que contamos, es evidente que no se consultó, salvo a los que políticamente era oportuno consultar y no más.
Esto comprueba que nuestra democracia, cuando otorga la oportunidad al ciudadano de ser oído es solamente cuando va a las urnas, para que participe, similar a lo que sucede con el aficionado de futbol que desde su casa y en su televisión grita, indica estrategias y echa porras al equipo, como si por telepatía le tomaran en cuenta.
Así la democracia en esta nación.
Esta instalación de parquímetros simplemente lo que confirma es esa misma sensación futbolera en México, sin embargo, lo peor es seguir copiando lo que otras naciones hacen con cultura, economía y sociedad distinta, aun así seguimos comparando los Centros Históricos con centros comerciales.