Por: Felipe Sandoval Ig: @felipe.s.sandoval Fb: @FelipeSandovaldelaF Tw: @felipesandoval www.felipesandoval.com Linkedin: Felipe Sandoval Spotify: Y tú, ¿Qué estás haciendo? Apple Podcast: Y tú, ¿Qué estás haciendo?
¿Por qué como empresarios nos interesa tanto la rentabilidad? ¿Cómo saber si somos rentables o tanto como la competencia? Estas preguntas nos acongojan por periodos que van desde breves horas nocturnas hasta semanas o meses enteros de cavilaciones profundas.
Trabajamos y trabajamos y en muchas ocasiones no tenemos la certeza que las empresas en las que invertimos nuestro tiempo, por las que sacrificamos a nuestras familias y en las que arriesgamos nuestro patrimonio son realmente rentables.
Y hablo desde el empresario más modesto con un pequeño local, hasta empresarios bastante respetables que a feeling estiman la rentabilidad aparente de sus negocios. La rentabilidad de las empresas puede ser un tema escabroso.
Primero para definir los criterios y, segundo, para aplicarlos consistentemente y con datos confiables. Desde el punto de vista económico y financiero, la rentabilidad es la relación entre el excedente que genera una empresa en el desarrollo de su actividad empresarial y la inversión necesaria para llevar a cabo la misma.
Pero analicémosla desde otras ópticas. La medición de la rentabilidad a través del VEA (por sus siglas en inglés) considera la riqueza generada para los propietarios de las empresas a partir del siguiente principio: Los recursos empleados por una empresa deben generar un beneficio mayor a su costo. Así que las ganancias esperadas deben ser superiores al mismo.
Otra forma de medirla quizá no tan compleja y probablemente también no tan certera como el VEA, es el flujo de efectivo generado.
El flujo de efectivo se traduce en los recursos líquidos que tenemos para operar y hacer crecer el negocio. Mientras tenga dinero para pagar a mis proveedores, a mis acreedores y me quede para mis gastos, soy rentable.
Una tercera aproximación es medir la rentabilidad a través de la utilidad de operación de las empresas. Con los recursos disponibles cuánto soy capaz de ganar. Habrá sus particularidades en este asunto, si es sobre activos totales, sobre capital, sobre inversión o sobre qué calculamos las tasas o razones para medir la rentabilidad.
El hecho es que no basta el criterio contable o los números que los contadores sacan de sus hojas de cálculo. Si de por sí tenemos que pagar un contador, al menos que la información que nos proporcione no sea exclusivamente cuánto hay que pagar de impuestos.