Hugo Arquímedes González Pacheco M.
Parece fácil opinar sobre los grandes problemas educativos en la actualidad sin tener la experiencia psicopedagógica del nivel educativo. Es obligado tomar en consideración la nueva imposición de la Reforma Educativa de la 4T, así como las grandes carencias de una educación que no es integral y menos de calidad.
los estudiantes de conocimientos, habilidades básicas y necesarias para desenvolverse en la vida. Atender tanto los aspectos educativos como los formativos, intelectuales, físicos, artísticos, recreativos, emocionales y sociales.
Estas son, entre otras, dimensiones que engloba la educación integral. Tenemos un tipo de educación tradicionalista que se imparte en las escuelas en el ámbito cotidiano de la vida escolar como si estuviéramos en la escuela prusiana.
La autoridad educativa debe de posibilitar a todo el alumnado la educación integral basada en el diálogo, uso responsable de la libertad, descubrimiento y desarrollo de las habilidades que tenemos. En la autonomía, como capacidad autorreguladora de cada uno de nosotros, la empatía hacia las otras personas, en el interés de convertirnos en unos ciudadanos con sentimientos equilibrados, asumiendo la posibilidad de desarrollar todas nuestras competencias.
Me parece indispensable proponer un análisis que rebase la comprensión de lo educativo, no solamente entre los límites y alcances del sistema escolar mexicano, sino entender los términos de la institución escolar en la solución de los grandes problemas sin dejar de contribuir a la educación integral del alumnado.
He reflexionado primero la pertinencia de las múltiples reformas que se han aplicado, los modelos educativos ante la mala educación en nuestro país, porque ni siquiera proponiendo un esfuerzo de análisis diferenciado con miras a su claridad argumentativa se pueden separar tajantemente estos aspectos; es decir, los problemas pueden deberse en cierta forma a las reformas que se han impulsado, o por lo menos a la mala manera como las han diseñado y se han trasmitido.
Los problemas educativos actuales, antes y durante la pandemia, son siempre los mismos: de cobertura, calidad, “gestión inadecuada que cae en improvisaciones”, recursos insuficientes; desperdicio de momentos, tiempos y meses en lugar de aprovechar la reconstrucción de contenidos educativos.
Pero es evidente que los especialistas de la SEP carecen de voluntad y capacidad creadora. Se continúa sin la interacción entre problemas identificados, soluciones propuestas y resultados no logrados, los cuales están sin duda determinados por la corrupción de la politiquería entre nuevos y viejos actores corruptos perdonados del pasado, con ausencia de valores, que al anteponer sus intereses personales han entorpecido el progreso educativo desde la SEP.
Esta problemática orienta mi argumentación hacia las medidas de política educativa que en verdad no resuelven las dificultades que se viven en cada escuela de nuestro país. Sin embargo, más que jugar a la posibilidad de tener la capacidad de decidir sobre el destino de la educación en México, he venido reflexionando desde hace tiempo y todavía no soy capaz de entender qué significa educación integral de calidad para los secretarios de Educación y ahora “de excelencia” en este nuevo gobierno.
Expresaré una “utopía educativa”.
Me refiero, por tanto, nada más a cuatro grandes acciones a realizar en la educación: El desarrollo de las inteligencias y talentos múltiples.
Efectividad curricular para erradicar la violencia escolar.
Desarrollo de la metodología de temas en proyectos culturales de desarrollo comunitario.
La principal: actualización de calidad y apoyo al docente ante las necesidades personales del contexto escolar para la innovación pedagógica.
Son muchísimas las razones y los factores en virtud de los cuales la escolaridad en el país alcanza los resultados ante los rezagos de una actualización magisterial precaria que se expresa en las pruebas estandarizadas.
Desafortunadamente, el país tiene la escolaridad que corresponde a sus grandes problemas culturales, sociales, económicos, de violencia con políticos sin perfil en la educación, particularmente la brutal desigualdad que caracteriza a las escuelas.
La realidad nos dice que tenemos un enorme potencial que se desaprovecha día con día, que es el del trabajo cotidiano de los maestros. La transformación de la educación no se logrará mientras se base en propuestas más o menos bien argumentadas que haga un grupo de personas, por más especialistas y preparadas que sean para la silla y el escritorio; una transformación educativa que se basa en la exclusión de las experiencias del trabajo de más de un millón de maestros, sin duda, será intrascendente.
Las escuelas no son el factor único y causal del cambio social en la educación, como lo son las malas políticas en el crecimiento educativo, sociales y económicas coadyuvantes; los diferentes programas que se han incrementado de salud y nutrición para la calidad de la educación no la garantizan, por ejemplo, tiene mucho más éxito educativo el esfuerzo aislado de los maestros que deben enfrentar con muy pocos recursos toda la problemática social que rodea y penetra la vida cotidiana de los alumnos en las aulas.
Hay corrupción cuando no se rompen los feudos de los secretarios de Educación que impiden reformas eficientes. Necesitamos un verdadero sistema educativo funcional que conlleve la educación integral de igual forma el desarrollo humano, no de créditos escolares de aprendizajes deseados que no se alcanzan, por los graves problemas de atención, que es la verdadera problemática de los alumnos en el aprendizaje en todo el mundo.
Con la pandemia, es diferente el contexto educativo, ahora con el apoyo de televisoras y la radio. Sin la inclusión de los educadores con diversos programas orientados a impulsar la educación a distancia, muchos de los rubros pedagógicos se ven seriamente limitados, aunque lo propongan los especialistas comisionados de la SEP. En los hechos, no hay contenidos pedagógicos; los programas de los medios tienen otros fines ante esta crisis de salud.
La escolaridad en el país ha recorrido un largo e intenso camino de improvisaciones para proporcionar oportunidades educativas a todos los niños y jóvenes del país, sin una educación integral para la vida. Los resultados posiblemente siempre serán insuficientes o insatisfactorios, pero sin duda hay muchas irresponsabilidades sobre los compromisos que no hemos asumido en la crisis educativa que vivimos por décadas.
La conducta honesta de los políticos debió cultivarse desde la educación básica, en la escala de valores. Cualquier persona debería tener la confianza al mismo tiempo que la seguridad suficiente para ser capaz de controlar sus actos, entenderlos de forma tal que pueda respetar la vida y educación de niñas, niños y adolescentes. La voluntad es la facultad que tenemos, cada quien, de ordenar nuestra conducta, deseos y actos en el bienestar de todos. Usted, ¿qué opina?