Dr. José Manuel Nieto Jalil
Director del Departamento Regional de Ciencias en la Región Centro-Sur
Tecnológico de Monterrey Campus Puebla
La humanidad está más cerca que nunca de llegar a su desaparición. El Reloj del Juicio Final o del Apocalipsis, que simbólicamente mide el fin del mundo, se acaba de adelantar a diez segundos y ha situado a la humanidad más cerca de un cataclismo planetario como consecuencia de la guerra en Ucrania, las tensiones nucleares y la crisis climática.
El Reloj del Juicio Final o del Apocalipsis se trata de un reloj simbólico que representa una metáfora de lo cerca que está la humanidad de la autoaniquilación. Cada año en el mes de enero la junta de Ciencia y Seguridad del Boletín de Científicos Atómicos y sus patrocinadores, entre los que figuran 11 premios Nobel, actualizan su estado.
Hasta ahora, lo más cerca que ha estado de la medianoche, la hora fatídica a la que esperan que nunca se llegue, había sido a 100 segundos. De hecho, ha permanecido en esta cifra los últimos años, desde enero de 2020.
La pandemia a la que nos hemos enfrentado, un volcán y un conflicto armado, entre otros aspectos, han hecho empeorar las cosas y acercarnos aún más al final de la humanidad. En concreto, 10 segundos, que es el tiempo que los científicos atómicos han decidido adelantar el reloj, que se sitúa ahora a tan solo 90 segundos de esa medianoche.
En un comunicado, el Boletín justifica este adelanto debido en gran parte, pero no exclusivamente, a la invasión de Ucrania por parte de Rusia y al mayor riesgo de una escalada nuclear, adicionalmente las continuas amenazas planteadas por la crisis climática y el colapso de las normas e instituciones globales necesarias para mitigar los riesgos asociados con el avance de las tecnologías y las amenazas biológicas como el COVID-19.
La desinformación y las tecnologías de vigilancia han contribuido también en esta decisión. Vivimos en una época de peligro sin precedentes, y el Reloj del Apocalipsis refleja esa realidad, ha señalado Rachel Bronson, presidenta y directora ejecutiva del Boletín.
La colocación del reloj a sólo noventa segundos para la medianoche es lo más cerca de la medianoche que se ha ajustado el reloj, y es una decisión que nuestros expertos no toman a la ligera, insistió Rachel Bronson.
El gobierno de Estados Unidos, sus aliados de la OTAN y Ucrania tienen una multitud de canales para el diálogo, dijo. Instamos a los líderes a explorarlos todos a su máxima capacidad para hacer retroceder el reloj. Por eso, el comunicado del grupo está disponible por primera vez en inglés, ruso y ucraniano.
Por su parte el exsecretario general de la ONU, Ban Ki-moon, también pidió a los líderes mundiales que tomen medidas en un mundo que se ha vuelto más peligroso debido al COVID-19, los fenómenos meteorológicos extremos y la atroz guerra de Rusia contra Ucrania. Los líderes no prestaron atención a las advertencias del Reloj del Apocalipsis en 2020, afirmó Ban. Todos seguimos pagando el precio. En 2023 es vital que actúen, por el bien de todos.
El Boletín que cada año publica el diagnóstico fue fundado en 1945 por Albert Einstein, J. Robert Oppenheimer y otros científicos que trabajaron en el Proyecto Manhattan que produjo las primeras armas nucleares en conjunto con un grupo de científicos de la Universidad de Chicago. Ellos decidieron crear un reloj imaginario (en inglés Doomsday Clock) que señalaba lo cerca que la humanidad se encuentra de su final, en mayor parte por sus malas decisiones, usando la analogía de la especie humana estando siempre a minutos de la medianoche que representa la destrucción total y catastrófica de la humanidad.
El llamado Reloj del Juicio Final o del Apocalipsis, desarrollado por el Boletín de Científicos Atómicos, se reúne cada año para poner en hora la fragilidad del mundo. El año 2017, la manecilla no se movió, pero en enero de 2018 se adelantó 30 segundos, a dos minutos antes de la medianoche, lo más cerca que había estado desde 1953 en los primeros años de la Guerra Fría.
En el año 2020, los científicos lo adelantaron a menos de dos minutos, encontrándose desde ese momento a 100 segundos del Apocalipsis, el reporte de este año es el punto más cercano jamás registrado desde su creación, al situarlo a sólo 90 segundos de la medianoche, lo que representa que el mundo está hoy más cerca que nunca de la destrucción total.
Originalmente, la analogía representaba la amenaza de guerra nuclear global, pero desde hace algunos años se incluyen el cambio climático, y los nuevos desarrollos científicos y tecnológicos, así como la nanotecnología que pudiera infligir algún daño irremediable.
Los miembros de la junta advirtieron en esta ocasión a los líderes y ciudadanos de todo el mundo que la situación de seguridad internacional ahora es más peligrosa que nunca, señalan dos peligros existenciales: la guerra nuclear y el cambio climático.
Adicionalmente destacan que la conciencia pública sobre la crisis climática haya crecido debido a las protestas masivas de los jóvenes en todo el mundo, capitaneados por Greta Thunberg. Sin embargo, señalan que las reuniones climáticas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), han sido decepcionantes. Se han presentado pocos planes concretos para limitar aún más las emisiones de dióxido de carbono que están alterando el clima de la Tierra.
Entre las soluciones que los científicos proponen, se encuentra que líderes estadounidenses y rusos puedan volver a la mesa de negociaciones; que se respeten los acuerdos de París; o que la comunidad internacional comience discusiones multilaterales destinadas a establecer normas de comportamiento, tanto nacionales como internacionales, que desalienten y penalicen el mal uso de la ciencia.
Finalmente, el boletín anima a los líderes mundiales con armas nucleares a sentarse a negociar urgentemente el desarme nuclear, señalan que la reunión del G7 en Hiroshima en mayo de 2023 es un lugar adecuado para dar fin a este gran problema que nos afecta a todos. En paralelo los invitan a restablecer el Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF) o tomar otras medidas que frenen una carrera armamentística innecesaria, buscar nuevas reducciones de armas nucleares e iniciar conversaciones para controlar la guerra cibernética o la militarización del espacio. Al mismo tiempo, los países del mundo deberían perseguir el objetivo de temperatura del acuerdo climático de París y los ciudadanos deberían presionar para que sus gobiernos actúen. De igual manera, deben establecer normas de comportamiento, nacionales e internacionales, que penalicen el mal uso de la ciencia.