Por: Mtra. Liliana Moreda Tobón
La afectación mundial que estamos viviendo con el desarrollo del coronavirus tendría que llevarnos a una profunda reflexión en distintos temas, uno de ellos es el trabajo. Existen distintos conceptos acerca del trabajo.
Para algunos, representa un reto, un esfuerzo, una actividad para satisfacer nuestras necesidades, un derecho y un deber social, un elemento productivo.
Para otros, es una vía de autorrealización personal, una forma de desarrollar nuestras capacidades y ponerlas al servicio de la comunidad para transformarla y mejorarla.
Pero qué ocurre cuando nos enfrentamos ante una situación que pone en riesgo muchos de estos conceptos.
Si bien el uso de tecnologías de información y comunicación nos permite, en algunos casos, seguir realizando nuestro trabajo desde la comodidad de nuestros hogares “home office”, qué sucede con las relaciones y vínculos personales que se construyen en el día a día, con el trabajo colaborativo y las redes de apoyo, con el enriquecimiento de nuestra cultura al escuchar a otras personas, con la alegría y el optimismo de saber que lo que hacemos no sólo tiene sentido para nosotros sino para otras personas.
El trabajo no sólo nos mantiene ocupados y nos permite obtener un ingreso, nos da la posibilidad de adquirir cualidades para crecer y desarrollar nuestras capacidades en favor de los demás. En este momento, en el que nos encontramos en cuarentena, en aislamiento social para el autocuidado y cuidado mutuo, qué ocurre con todas estas cualidades.
Pienso, en mi trabajo como docente, cómo puedo acompañar a mis estudiantes, cómo puedo provocar la reflexión, cómo puedo transmitirles el verdadero valor del trabajo, cómo reemplazar nuestro encuentro y saludo por los pasillos, cómo hacer comunidad y vida universitaria a la distancia.
Quienes tenemos la oportunidad de hacer home office, debemos preguntarnos ¿cómo podemos construir relaciones y vínculos con los demás a través de las redes sociales, del correo electrónico?
Cambiar la forma en que trabajamos, adaptarnos a una nueva forma de trabajo, ¿es sostenible? ¿cuál sería este nuevo concepto del trabajo?
Tenemos que darnos cuenta de que el trabajo es una bendición y no un castigo, poner las condiciones necesarias para que así sea para todos.
Las organizaciones deben poner al centro a las personas, privilegiar el trabajo sobre el capital para garantizar el bienestar y desarrollo de todos y no de unos cuantos.
La salud física y mental es primordial para nuestro bienestar. El trabajo nos ayuda a mantener un sano equilibrio cuando tenemos la fortuna de trabajar en una organización o espacio que nos permite ser creativos, ser protagonistas del hacer y quehacer, sentirnos parte de ella.
Ahora que el trabajo es desde casa, tenemos la oportunidad de valorar no sólo nuestro trabajo, sino el verdadero significado del trabajo y ser conscientes acerca de su futuro.
Tenemos que reflexionar, de manera individual y colectiva, para crear mejores condiciones humanas que permitan resignificar su concepto para que el trabajo sea un fin y no un medio, para que las personas sean creadoras y no recursos de una organización.
Esta crisis puede ayudarnos para darnos cuenta del sistema en el que vivimos, visibilizar sus impactos negativos y ser conscientes si queremos y es pertinente y viable continuar así, ¿qué va a pasar con nuestro bienestar y desarrollo si esta situación se prolonga, si tenemos que continuar aislados, sin poder ir a trabajar y tener contacto con otras personas?
Hoy, más que nunca, la cooperación y la solidaridad deben estar presentes en cada uno de nosotros para salir adelante y apreciar el verdadero valor del trabajo.