Nora Yessica Merino Escamilla
Si hay algo que he aprendido en mi camino como política es que las encuestas pueden ser tanto una bendición como una maldición en la búsqueda de representar a la gente.
No puedo negar que las encuestas donde se miden perfiles políticos y se confrontan intenciones de voto son útiles para aterrizar y medir mi trabajo como candidata.
Sin embargo, también he sido testigo de cómo caer en la “encuestitis” puede alejarnos de lo que realmente importa: comprender las necesidades de la gente y servir a la comunidad.
En lo personal, me encuentro compitiendo por la candidatura de la presidencia municipal de Puebla.
Ser el único personaje femenino que ha levantado la mano para esta responsabilidad no es un hecho que se tome a la ligera.
Es más que una cuestión de género; es un compromiso de representar a todas las voces que históricamente han sido relegadas e incluso subestimadas.
He observado cómo algunos políticos se sumergen en el escritorio y pierden el contacto directo con la ciudadanía. No se puede gobernar desde un despacho alejado de la realidad que enfrenta la gente día a día.
Aunque las cifras y estadísticas son valiosas, el verdadero pulso de la sociedad se siente en las calles, dialogando con las vecinas y vecinos, escuchando sus historias y desafíos.
La política de escritorio puede llevar a tomar decisiones basadas en números fríos, sin comprender la complejidad de las vidas que impactan.
Es fácil desconectarse de la realidad cuando se navega entre informes y análisis, pero nuestra responsabilidad como políticos es acercarnos a las personas y entender sus preocupaciones.
Así que decidí hacer las cosas de manera diferente. Me niego a caer en la trampa de la “encuestitis”.
Estoy convencida de que la única manera de representar fielmente a la comunidad es caminar junto a ella.
Eso significa recorrer las calles, visitar los hogares, platicar con las familias y, sobre todo, escuchar atentamente lo que ellas tengan que decir.
La política no es solo una carrera de popularidad. Es una vocación de servicio y compromiso con el bienestar de las personas.
Si la coalición recibió el apoyo de la gente en 2018, es porque confiaron en que seríamos personajes políticos que realmente entenderían y responderían a sus necesidades. No podemos defraudar esa confianza.
La inclusión de género en la política es un tema fundamental para mí. No se trata de una competencia entre hombres y mujeres, sino de reconocer la diversidad de perspectivas y experiencias que enriquecen la toma de decisiones.
Las mujeres también somos agentes de cambio y estamos comprometidas a construir una sociedad más justa y equitativa.
En mi camino hacia la candidatura, me he encontrado con desafíos y críticas, pero cada obstáculo refuerza mi determinación.
Quiero ser la voz de aquellos que han sido silenciados, defender sus derechos y trabajar incansablemente para mejorar su calidad de vida.
Las encuestas son valiosas, pero no deben convertirse en nuestra única brújula.
La auténtica política se hace en las calles, escuchando a la gente y actuando en consecuencia.
No permitamos que la “encuestitis” nos aleje de nuestro propósito de servir con honestidad y dedicación a quienes deciden confiarnos su voto.
La representación política es una responsabilidad que asumo con humildad y con firmeza.
Estoy dispuesta a caminar junto a la gente y ser una verdadera agente de cambio de Puebla capital.