Por; Rubén Salazar/Director de Etellekt/ cueswww.etellekt.com [email protected] @etellekt_
Según el jefe del Comando Norte de los Estados Unidos, el general Glen D. VanHerck, el mayor número de agentes de inteligencia de Rusia desplegados en el mundo entero se encuentran operando en México, con el objetivo de “influir en Estados Unidos”.
Sin embargo, no aclaró si esa presencia era furtiva (como aparentemente lo son las operaciones de espionaje entre las potencias) o si contaba con el consentimiento del gobierno mexicano; tampoco emitió reclamo alguno a Palacio Nacional, por abrir las puertas de par en par a los agentes rusos.
Lo expresado por el general VanHerck atendía una pregunta que le formuló el senador republicano Mike Rounds, en una audiencia en el Comité de Servicios Armados del Senado de ese país, sobre la situación de los grupos extremistas y del crimen organizado en el hemisferio, a lo que el general le respondió que se trata de un problema grave, que genera inestabilidad en la frontera con México y “crea la oportunidad para actores como Rusia y China”.
Aun cuando su declaración sólo hacía referencia a las amenazas a la seguridad nacional que enfrenta la Unión Americana a lo largo de la frontera del Río Bravo y, acaso, a las omisiones de las autoridades mexicanas para impedir la infiltración de intereses antiestadounidenses en suelo mexicano, tácitamente expuso de qué lado está jugando la administración de López Obrador, en un contexto en el que los tambores de la segunda guerra fría entre los Estados Unidos y Rusia (en alianza táctica con China e India, ambas potencias nucleares) han vuelto a retumbar en el globo entero, por la decisión del presidente ruso, Vladimir Putin, de invadir militarmente a Ucrania e impedir su adhesión a la Organización del Tratado del Atlántico Norte, que acercaría las armas y misiles de defensa occidentales al espacio vital ruso.
Al ser interrogado por una reportera sobre lo dicho por el general VanHerk, el presidente López Obrador le respondió la siguiente jerigonza: “Pues es una declaración. Nosotros no vamos a cuestionar nada, somos respetuosos de la libre manifestación de las ideas, México es un país libre, independiente, soberano. Debe saberse cada vez más, porque parece a veces que no se entiende lo suficiente, hay que mandarles telegramas avisándoles de que México no es colonia de ningún país extranjero, que México es un país libre, independiente, soberano, que no somos colonia de Rusia ni de China ni de Estados Unidos, que México es un país independiente, libre y soberano”.
Ante la respuesta cantinflesca del mandatario, la reportera le inquirió nuevamente: “¿No hay espías rusos en México, presidente?”
López Obrador le contestó: “No sé, no tenemos información sobre eso. Y, sí, no impedimos a nadie, a ningún extranjero que quiera llevar a cabo actividades legales en el país, que lo pueda hacer. Los que son delincuentes y comenten delitos se les detiene, no se permite ni a mexicanos ni a extranjeros cometer delitos en nuestro país. Y que se entienda también de que nosotros tenemos como política la no intervención (…) Nosotros no vamos a Moscú a espiar a nadie, ni vamos a Pekín a espiar qué están haciendo en China, ni vamos a Washington, ni siquiera a Los Ángeles, no nos metemos en eso”.
Lo primero que llama la atención, es que el presidente no negó las supuestas tareas desarrolladas por agentes del Departamento Central de Inteligencia de Rusia en territorio mexicano (GRU por sus siglas en ruso), lo cual dijo desconocer, o al menos entre líneas no lo calificó como una actividad ilegal o criminal por la cual tuviera que rendirle cuentas al imperio yanqui.
En esa tesitura, ¿desconocerá también el presidente que funcionarios de la autollamada cuarta transformación (4T) de Ciudad de México han realizado viajes frecuentes a Corea del Norte y no precisamente con fines de esparcimiento, sino para recibir cursos de formación política del régimen de Kim Jong-un? ¿Estará enterado que esos funcionarios están organizando grupos de estudio en la burocracia en los que propagan la ideología norcoreana y sus herramientas propagandísticas al personal subordinado al que obligan a poner en práctica esos conocimientos en la operación política de Morena, así como en los mítines y eventos públicos de AMLO?
Es probable que no sólo esté al tanto de estas acciones y que en realidad les haya dado el visto bueno, lo mismo a la internación de los espías rusos, que a la instalación del “Grupo de Amistad México-Rusia”, organizado por diputados federales de Morena y PT, con la presencia del embajador ruso en México (que aprovechó el foro para justificar las atrocidades cometidas por su ejército sobre la población civil ucraniana), las cuales de alguna manera, con su capciosa respuesta a la reportera mexicana, pretende equiparar con decisiones igual de soberanas que entregar visas a agentes de la DEA en el marco de las operaciones conjuntas entre ambos países norteamericanos en el combate a la delincuencia.
Pero lo que revela el presidente no es una marcada fobia a los Estados Unidos (allá mandó a vivir a sus hijos y en Texas nació su primer nieto, en la presidencia de su amigo, el republicano Donald Trump); lo que refleja en realidad es su aversión al grupo de demócratas encabezados por el presidente Joe Biden, a los que responsabiliza por haber agitado el avispero del narcotráfico y de apoyar a sus adversarios panistas. AMLO sabe que mientras los demócratas gobiernen, la lupa de Estados Unidos no dejará de apuntar hacia él y su familia.
En diciembre de 2021, en su conferencia anual con medios, el presidente de la Federación de Rusia, Vladimir Putin, cuestionado por la tensión militar con Ucrania, replicó: ¿Qué pasaría si pusiéramos misiles en México?
¿Acaso López Obrador le está tomando la palabra a Putin y desea convertir a México en una nueva Numancia, que sea un factor en esta nueva guerra disuasiva entre las potencias globales, como lo fue Cuba en la crisis de los misiles de 1962? De ser así, ¿lo hace López Obrador en respuesta a las directrices de un proyecto de nación en la que creen sus más entusiastas, genuflexos y radicales seguidores, o sólo como una estratagema personal para no terminar él y los suyos en la cárcel cuando deje el poder, al menos hasta que se reelija su amigo, el republicano Donald Trump?
Si Estados Unidos no ha impuesto sanciones a México pensando que AMLO es un tumor pasajero en la región y que con Claudia Sheinbaum todo retornará a la vieja normalidad, no deberían descartar que la jefa de Gobierno de Ciudad de México sólo sea la costilla de Adán.