ESCAPADAS
Alejandro Cañedo
Estambul es una ciudad de números, contrastes e historia.
Tres nombres: Bizancio, Constantinopla y Estambul.
Dos secciones: la europea y la asiática.
Dos continentes unidos por el Bósforo.
Un lugar donde la historia no sólo se cuenta, sino que se vive en cada esquina, en cada cúpula, en cada adoquín que ha sido testigo del paso de imperios y civilizaciones.
Esta metrópoli, que supera los 14 millones de habitantes, se extiende entre el Cuerno de Oro y la Anatolia profunda.
Su esencia se respira en sus calles, en sus mercados y en sus monumentos. Recorrerla es descubrir un mosaico cultural donde Occidente y Oriente no sólo se encuentran, sino que conviven en armonía.
Un viaje por la historia
El corazón histórico de Estambul late en Sultanahmet, donde se encuentra el antiguo hipódromo de Constantinopla, escenario de carreras y revueltas en la era bizantina. A su lado, la majestuosa Mezquita Azul, con sus seis minaretes y el resplandor de los azulejos de Iznik, que le dan su nombre. Frente a ella, Hagia Sofía, esa joya arquitectónica que ha sido basílica, mezquita y ahora museo, con su cúpula que desafía el tiempo.
Bajo la ciudad, la Cisterna Basílica se oculta como un secreto fascinante. Sus columnas sumergidas y su luz tenue crean una atmósfera mística, un vestigio más del ingenio romano.
El Palacio Topkapi, con sus patios y vistas al Bósforo, fue el centro del poder otomano. Caminar entre sus salas es imaginar la vida de los sultanes, sus intrigas y sus lujos. Pero si hay un lugar donde la ciudad cobra vida, es en el Gran Bazar, un laberinto de pasillos donde el regateo es un arte y los sentidos se despiertan con los colores de los textiles, el brillo de las lámparas y el aroma de especias que evocan cuentos de “Las mil y una noches”. Aquí se pueden comprar desde joyas y alfombras hasta dulces turcos y exquisitos tés.
Sabores de Estambul
La gastronomía turca es otra forma de conocer la ciudad. Desde el kebab en sus múltiples versiones hasta el börek, un hojaldre relleno que se deshace en la boca.
El simit, un pan cubierto de ajonjolí, es el compañero perfecto para recorrer la ciudad, mientras que el baklava, bañado en miel y pistaches, es el broche de oro para cualquier comida.
El café turco, espeso y servido en pequeñas tazas de porcelana, es una pausa obligada. Pero también lo es el raki, el anisado licor turco, que invita a largas sobremesas con vistas al Bósforo.
Llegar a Estambul
Hoy, Estambul está más cerca que nunca. Turkish Airlines conecta la Ciudad de México con esta joya turca, con una escala técnica en Cancún.
Desde su moderno aeropuerto, el mundo se abre en todas direcciones: puedes quedarte a explorar Turquía o continuar hacia Europa o Asia.
Pero si llegas, quédate. Piérdete en sus calles, navega por el Bósforo, escucha el llamado a la oración al atardecer y siente cómo la historia se entrelaza con la modernidad. Porque Estambul no es sólo un destino, es una experiencia.
Viajemos juntos. Viajemos a Estambul.