Por: Rocío García Olmedo/ [email protected] @rgolmedo
Palabra de mujer
Muchos estudiosos de los procesos actuales sostienen que esta pandemia demostrará el desempeño de los gobiernos del mundo. Quién iba a decir que este virus desenmascararía muchas personalidades.
Seguramente por ello el presidente López Obrador anda preocupado y hasta molesto. Tan preocupado que tuvo que reanudar sus giras de campaña, ante el grotesco desempeño de sus subordinados.
El colmo es que al reiniciar su nueva campaña le tocó una tormenta tropical. Lo bueno es que eso no lo detuvo para continuar eventos.
Lo malo es que su gira no incluyó un recorrido a las comunidades que sufrieron grandes pérdidas materiales por el desastre de las lluvias ni un hospital que atiende a enfermos de COVID-19. Sus prioridades son otras.
Está preocupado por seguir su gira y hasta molesto, porque realmente las cosas no le han salido bien, no sólo durante esta crisis sanitaria. Ya antes, la situación no era la mejor en rubros fundamentales en nuestro país. En salud, deciden suspender el seguro popular para iniciar un “nuevo” sistema “universal”. No ocurrió.
El INSABI no resultó para todas las personas pero sí originó graves desatenciones a enfermos y beneficiarios del sistema, faltan medicamentos para todas las enfermedades y, por si esto fuera poco, se presenta la pandemia de COVID 19 y nos agarra con un sistema de salud colapsado. El presidente tiene razón en su enojo.
Deja en manos de un subsecretario de Salud el manejo de la epidemia. Dejan sin asistencia médica a todos los que requieren medicamentos para no morir, y cómo le falló: emitió todo tipo de instrucciones incluso las más contradictorias. Nunca puso ejemplo de seguir las medidas que él mismo diariamente mencionaba.
Revolvió cifras, todo lo manipuló al grado que muchos gobernadores tomaron las riendas de la crisis sanitaria, y les han salido mejor las cosas. Yo creo que por eso el presidente no le hace caso y no usa cubrebocas, ni hace la sana distancia, ni sigue el quédate en casa. Y todavía nos falta saber cómo enfrentará la post pandemia.
La economía ha venido a la baja. También desde antes de la epidemia caímos en una crisis. Los que saben ya hablaban de recesión, ahí los datos económicos que lo comprueban. Y por eso el presidente está preocupado y enojado, sus funcionarios no dicen en qué se han gastado el dinero ahorrado, a pesar de la austeridad proclamada o por qué cancelaron recursos a programas a favor de mujeres y niñas, guarderías, a refugios, al campo; y por qué quieren también quitarle recursos asignados a programas culturales, científicos, de investigación, fideicomisos y hasta querían –o quieren– reformar la ley para que él pueda manejar a su arbitrio todo el recurso público y sus legisladores no pudieron darle el resultado.
Todavía no sabemos qué va a pasar ahora que ya vivimos los efectos de esa doble crisis combinada, la de salud y la económica, la pérdida de empleos, el incremento de pobres. Tal vez por eso ya no quiere que se maneje el indicador económico Giras de campaña del Producto Interno Bruto (PIB). Y PEMEX y la CFE, y él, que no quiere saber nada de neoliberalismo, tuvo que firmar el Tratado con Canadá y EU y aceptar las condiciones que le ha impuesto Trump.
Y la materia educativa, aún con mucha incertidumbre. Yo creo también –ya lo había comentado en mis redes– que está molesto porque tiene que vivir en un Palacio Nacional, lugar que en nada coincide con su “personalidad austera”.
Tal vez por eso se sube a las sillas de museo. Les dijo a las madres de delincuentes que los convencieran para que cambiaran y la delincuencia se agrava; les dijo a los cárteles del narcotráfico que dejaran de entregar despensas, pero siguen.
De eso, seguro, proceden sus discursos de odio, agresiones verbales y su mal estado de ánimo. Sus funcionarios seguro no se atreven a decirle nada para no enojarlo más y prefieren guardar silencio, porque lo ven alterado contra muchas personas: hoy, contra las mujeres porque no queremos más violencias e impunidad, porque nos queremos vivas y porque además nosotras tenemos otros datos; mañana, contra los científicos, los ambientalistas, los activistas; todos los días contra los periodistas y los medios de comunicación.
Que por las marchas, que por las caravanas; que porque muchas familias no son fraternas, ni solidarias, ni amorosas; ahora contra gobernadores. En fin, se le nota más alterado, las cosas no le salieron bien.
Tantos años en campaña le hicieron perder la ubicuidad en los tiempos actuales, al grado que el fin de semana colocó al país en dos puntos irreconciliables: nos conminó a definirnos “nada de medias tintas –dijo– o somos conservadores o somos liberales” ¡Órale! Está claro que la pandemia ha empezado a desenmascarar muchas personalidades.
También ha empezado a demostrar el desempeño del gobierno. Nuestra realidad es que está por llegar la etapa más difícil, y gobernar va más allá de giras de campaña y lo que el presidente decidió fue retomar sus giras de campaña.