Antonio Peniche García
Continuando con la generación y el desarrollo de la interdependencia entre los mercados y las naciones, la llamada Tercera fase de la globalización, incluye entre otras cosas, pero principalmente la liberalización de los intercambios de bienes, servicios y capitales y el desarrollo de nuevas tecnologías en la ciencia, el transporte, y las telecomunicaciones.
Ante esta situación, los gobiernos de los países del planeta se han enfrentado, en un lapso muy corto de tiempo, a una evolución del paradigma económico a gran escala.
¿Qué quiero decir con esto? Que, en pocos años, las naciones han visto cómo hemos pasado de una economía tradicional de mercado, sustentada en el intercambio de bienes y servicios a:
• La economía digital, basada en la globalización y la digitalización de la información.
• La economía basada en el conocimiento y el aprendizaje en la que se enfatizan los bienes intangibles que son objetos de las nuevas administraciones organizacionales. El papel de la administración es la gestión del aprendizaje organizacional y del conocimiento organizacional.
Tener al conocimiento como eje del cambio ante la globalización de los mercados, implica no solamente la voluntad de implementar cambios, sino también impulsar la convergencia de la Tecnologías de la Información (TI) y la conectividad con el fin de asimilar el trabajo de las personas y de las organizaciones a sistemas neuronales.
Thomas L. FRIEDMAN, tres veces ganador del Premio Pulitzer y columnista del New York Times, asienta en su libro “El Lexus y el Olivo”: “Nos hemos movido de un mundo donde la clave era la conquista, la explotación y el mantenimiento del territorio a un mundo donde el camino a la riqueza es el cómo los países o compañías amasan, comparten o cosechan el conocimiento”.
Una economía basada en el conocimiento y el aprendizaje es un sistema en el cual el motor de creación de valor y beneficios es el conocimiento y su capacidad para construir el desarrollo económico y social. Así en la era del conocimiento, el capital intelectual se convierte en el principal activo de todas las organizaciones.
El capital intelectual se define como el conjunto de los activos inmateriales que permiten funcionar a la empresa u organización dentro de un contexto determinado de cambio. Está integrado por: el capital humano, el capital organizacional (know-how) y el capital social (relaciones con el sistema y el entorno).
FRIEDMAN puntualiza que la Globalización ha remplazado el sistema de la Guerra Fría y detalla que las violentas reacciones que este nuevo sistema ha generado, debido a las brutales inequidades que imperan en el mundo, deben de mitigarse con políticas gubernamentales que impulsen un mayor y mejor balance entre los actores del terreno planetario. Desde campesinos brasileños, constructores mexicanos, hoteleros franceses, empresarios indonesios, aldeanos chinos, tecnócratas del Silicon Valley o burócratas rusos.
En la era de la globalización, el CONOCIMIENTO es la llave para el crecimiento económico. Y si algún país le cierra las puertas, ya sea a las mejores tecnologías o a los mejores espíritus y cerebros del mundo, ese país se irá retrasando y quedará aislado en el concierto de las naciones del mundo.
Ahora bien, debo agregar que el capital intelectual y la generación del conocimiento, debería implicar no solo la preparación y asimilación técnica de lo que aquí se ha escrito. Es imperante, de igual manera, generar CONCIENCIA y CONOCIMIENTO ESPIRITUAL, con el fin de edificar un mundo completo, integral y verdaderamente global, y lograr así, atender las necesidades multidimensionales del SER HUMANO.