Por: Hugo Arquímedes González Pacheco M.
Desde mi escritorio
Con estas líneas y desde mi reclusión forzosa, fruto de la responsabilidad ante la angustiosa situación que estamos viviendo, deseo expresar mi agradecimiento a los profesionales de la salud de México, por su tremendo esfuerzo, la valentía de las y los doctores, enfermeras y camilleros, por la generosidad y la capacidad del amor por la vida que están demostrando cada día.
Históricamente, en el proceso evolutivo, los médicos han ocupado un rol de suma importancia, desde la época primitiva, base de la medicina actual, hasta lo que conocemos hoy. La relación médico-paciente es parte fundamental para el progreso, relación que ha cambiado de manera trascendental con mejores métodos de atención, que nos llevan a los objetivos de esta ciencia: aliviar el sufrimiento, mantener la salud y prolongar la vida.
En estos momentos de lucha contra la COVID-19, vemos el sufrimiento del dolor de las familias, el miedo, la angustia y la pobreza que vive nuestro pueblo. Sólo los grandes profesionales de la medicina demuestran su calidad y su valía, a pesar de las limitaciones con las políticas equivocadas que han asumido los funcionarios de la Secretaría de Salud.
Es admirable el comportamiento del personal médico, pues sin ellos cada uno de nosotros nos veríamos más indefensos ante la crisis sanitaria y las mentiras del gobierno. Sin embargo, han conseguido darnos una lección de altruismo humanitario – sabedores de que pueden contagiarse–, son ejemplo de verdadera solidaridad, no héroes como los llama el presidente, han enseñado que son sensibles humanos, con una profunda ética social, ante las adversidades de las acciones de un gobernante que miente y se pitorrea de la pandemia, afortunadamente en la vida hay personas capaces de tener abnegación, sin pensar en protagonismos, que buscan el bienestar de una población mal informada y, en especial, la salud física y emocional de los enfermos con COVID-19.
La relación médico-paciente debe de ir más allá de lo necesario, no basta con prestar el servicio de salud, se requiere de un lazo de amistad. Por ello, las personas buscan médicos en los cuales se pueda confiar. Por eso, desde el médico en formación hasta el más eminente y experimentado debe desarrollar su parte humanística, afectiva, amorosa y velar siempre por el bien del prójimo. “Hoy por ti, mañana por mí”.
No debemos olvidar de los especialistas de la salud que no están en los hospitales COVID, quienes continúan salvando vidas gracias a sus tratamientos y operaciones quirúrgicas: de riñón, corazón, cáncer, tumores, vesícula, fracturas, accidentados, etcétera. Para ellos no hay vacuna, pero sí nuestro reconocimiento y gratitud.
En las funciones que cada profesional tiene en la sociedad, debemos valorar los esfuerzos, las capacidades, la calidad de vida, pero en lo que se refiere a la salud, es aún más delicado, el miedo juega malas pasadas, sin él nada tiene importancia; por eso, las profesiones de la salud son tan preeminentes que requieren de grandes energías y capacidades, de humanidad y altruismo, sobre todo de entereza; porque en sus manos todos somos iguales, somos vulnerables, la salud no entiende de convencionalismos, clases sociales, cargos, en esos somos sencillamente personas.
En la actualidad, los mismos pacientes saben que si no hablan con el médico libremente de su enfermedad, éste no le puede dar un diagnóstico correcto y se pone en peligro. Este tipo de relación se ha convertido en un factor esencial al momento de brindarle un servicio de calidad a una persona, ya que por medio de la comunicación se puede intervenir con el fin de lograr una oportuna recuperación con resultados más benéficos para el paciente.
“Todo esto nos da para mirar una realidad de lo que realiza siempre el médico; escuchar, motivar, cuidar y curar”. La medicina no sólo es estudiar y practicar la fisiología, anatomía o patología, es tratar a una persona.
La medicina es una ciencia hermosa que, además de salvar vidas, da felicidad a un niño, una mujer o un hombre que tal vez estuvo cerca de la muerte. La búsqueda por el bienestar y protección física del ser humano es una constante del médico, para lo cual interpreta los principios y valores que le permitan tomar decisiones.
Dentro de la sociedad, el médico cumple una función profesional con carácter social, ya que no sólo debe conocer aspectos epidemiológicos, clínicos y terapéuticos de sus pacientes, sino que también debe seguir un proceso cercano de la vida privada de las personas, como lo son los aspectos familiares, económicos y sociales que de una u otra forma se desequilibran con la enfermedad, lo cual puede acelerar el efecto maligno de ésta.
Por todo esto, el ser un buen profesional de la salud, es ayudar con el cuerpo y con la mente, es tan importante y requiere de una calidad sublime para hacerlo de manera excelente, en estos momentos de la pandemia lo han demostrado, esa excelencia se ha hecho patente, ha sido real y no hay palabras para evidenciar ese agradecimiento hacia los profesionistas de la salud.
¿Cuestionamos por si van a vacunar primero a los servidores de la nación que al personal médico que no está en los hospitales COVID, salvando vidas diariamente? ¿Qué lógica tiene vacunar a 20 mil maestros en Campeche para reanudar clases, cuando las escuelas siempre han sido un foco de infección, en un falso semáforo verde?
¿Por qué se miente sobre la corrupción de la vacunación, en el ISSSTE del estado de Morelos ya robaron las vacunas, cuántos casos si se ocultan? Ante esta situación sólo nos queda reflexionar, porque se dijo que la pandemia les cayó como anillo al dedo, ahora sólo tenemos que ser solidarios con las y los médicos, enfermaras y demás personal de la salud por su gran labor humana.
Mis estimados doctores: Urólogo Ulises Pérez Toriz, mi hermano; mi agradecimiento al gastroenterólogo Gustavo Zenteno; Jorge Eduardo Galindo, Yazmín Muñoz González, gracias por estar allí, en nuestra vida, gracias por darnos la fortaleza, gracias por su aliento, compañía, entereza, humildad y gracias por haber elegido con el corazón en sus manos su profesión por amor a la vida. ¿Usted qué opina estimado lector?