Por: Víctor Reynoso/ Profesor de la UDLAP
Interés público
Algunos simpatizantes del presidente López Obrador consideran que las conferencias mañaneras son un ejercicio sin precedentes de transparencia y rendición de cuentas. Pero la tradición política, y la ciencia política ven las cosas de otra manera: es con poderes autónomos que tengan acceso a la información relevante, que sean capaces de analizarla y hacerla pública, cuando se dan realmente esas realidades indispensables en las sociedades democráticas.
Así hay que ver sin duda el reciente Informe de la Auditoría General de la Federación sobre el primer año del gobierno federal actual (2019). Los datos del informe no son positivos. Detectan probables irregularidades por más de 67 mil millones de pesos.
No todas se refieren al gobierno federal. Pero sí destacan posibles anomalías en los programas claves de ese gobierno, como la Refinería de Dos Bocas, el Tren Maya, el apoyo a los jóvenes y Sembrando Vida. Destaca también el señalamiento de que la cancelación del aeropuerto de Texcoco costará mucho más de lo que el Ejecutivo federal señaló, algo así como el triple. Quizá vaya a resultar cierto aquello de que cancelar ese aeropuerto saldrá más caro que haberlo terminado.
Guillermo O’Donnell acuñó el concepto de democracias delegativas: aquellas donde el gobernante es electo democráticamente, pero que ejerce el poder sin más límites que el de los poderes fácticos y el de la realidad. Organismos autónomos del Ejecutivo como la ASF limitan positivamente el ejercicio del poder y contribuyen a una democracia de calidad, no a una democracia deficitaria como lo son las democracias delegativas.
No basta que el gobierno diga que va a acabar con la corrupción. Debe haber hechos comprobables de que lo está haciendo. El informe de la Auditoría cuestiona, con datos precisos, los logros en este ámbito.
Cómo en otras ocasiones, el ´presidente rechazó los datos que cuestionan a su gobierno en el corazón mismo de sus propuestas: el combate a la corrupción. Volvió a su célebre: “Yo tengo otros datos”.
Pero no se trata de declararlo. Hay mecanismos institucionales, legales, para demostrar que lo presentado por la ASF está equivocado. ¿Seguirá el gobierno federal esos mecanismos, o se quedará en sus dichos?
López Obrador fue un candidato exitoso. Frases como “por el bien de todos, primero los pobres”, o “las escaleras se barren de arriba a abajo” fueron, y siguen siendo, éxitos mercadotécnicos.
Pero gobernar es otra cosa. Hay datos serios de que no se ha disminuido ni la pobreza ni la corrupción. A esos datos hay que responder con otros más fundamentados, no con dichos en las mañaneras.