Desde mi escritorio
Hugo Arquímedes González Pacheco y Montes / [email protected]
Es importante que la fe nunca la abandonemos en esta crisis sanitaria, con la seguridad de saber que nunca estaremos solos.
Que tenemos una familia incondicional y un Dios en quien confiar, estamos en manos de doctores y enfermeras que no temen en dar su vida por salvar a los pacientes de COVID y otras enfermedades.
Seamos responsables de cuidarnos y cuidar a nuestros abuelos, tenemos que seguir las indicaciones del sector salud, quedémonos en casa por amor a la vida. La nueva ola de rebrote es más agresiva.
Expertos en epidemiologia, sociología y psicología exhortan a la población a ser responsables, evitando aglomeraciones y previniendo contagios, que puedan derivar en tendencias suicidas.
Sin embargo hay posiciones radicales: por una parte, la población que toma a “la ligera” la contingencia sanitaria, como si no existiera; el caso contrario, hay personas que extreman medidas de cuidado a tal grado que generan un estrés, ansiedad y depresión en sus familiares.
Se asocia esto con la pedagogía de riesgo, pues las personas no alcanzan a comprender que una partícula microscópica pueda acabar con tu vida en unos cuantos días; del otro lado, una población mexicana que actúa mucho con base en el pensamiento mágico, al discurso demagógico o populista, más que en el pensamiento racional.
Es muy común que en estas épocas aumenten las enfermedades, mientras dejan de lado medicamentos y dietas por salir con amigos y familiares. Ello va a ocasionar serios problemas a la salud física, emocional y mental, ocasionando –lamentablemente– en algunos casos hasta la muerte.
Dolor y esperanza, estos son los sentimientos que, debido a la pandemia, caracterizan a esta Navidad. Un fin de año marcado por el sufrimiento y el compromiso de tantas personas que ayudan a quienes lo soportan.
En mi experiencia, tras haber sido infectado por COVID-19, no pierdo la fe en estos momentos de aislamiento, recordando el nacimiento de Jesús como un momento de esperanza y renacimiento para la humanidad.
También debemos recordar que, probablemente, cuando nació Cristo la situación no era ideal: Israel estaba en condiciones muy difíciles.
Pienso que los problemas y sufrimientos de este año también nos ayudarán a centrarnos en el mensaje de esperanza de la epifanía: Dios vive entre nosotros. Todas estas cosas que hemos asociado con la Noche Buena podemos hacerlas a un lado, como los regalos, fiestas que en muchas ocasiones terminan en borracheras y pleitos donde el espíritu navideño se perdió. Como se pueden seguir perdiendo miles de vidas en los hospitales COVID o en sus casas por negligencia.
Aquellas personas que descubren que son positivos y experimentan miedo e incertidumbre les comento lo siguiente: En primer lugar, tenemos un hermano en Cristo, alguien que conoce de manera especial nuestro interior, la confusión, la angustia, el miedo. Me gustaría decirles a todos los que leen Crónica Puebla, tengamos pensamientos positivos para salir adelante, recordar momentos de felicidad nos fortalece para enfrentar la COVID-19, una enfermedad que no deseamos, pero que ahora debemos aprender a vivir con ella.
Deseo que podamos vivir cada momento de nuestras vidas en paz con nuestro prójimo. No pospongamos las buenas acciones, un simple acto de bondad, un pequeño acto de justicia, una simple llamada de teléfono, una sonrisa, compartir un recuerdo, dar mejor trato a nuestros hijos, padres y abuelos, tal vez no tengamos otra oportunidad de hacerlo.
Realmente me asombra lo creativos que somos los mexicanos de diferentes lugares y generaciones en las innovaciones educativas, científicas, tecnológicas y artísticas; de un estado a otro se aprecia ello en las artesanías navideñas.
Esta Navidad, la pandemia nos llama a la solidaridad, encontrar otras maneras para acercarnos y hacer comunidad. Tal vez en lugar de ahorrar dinero, ¿por qué no dar un poco al que no tiene nada? En lugar de un banquete familiar, ¿por qué no darle pan alguien en la pobreza?
Ha sido un año de sufrimiento. ¿Mi deseo para el año nuevo? Pido a todos actuar para que no haya niñas, niños y adolescentes bajo la violencia o en la calle, que se termine el maltrato a la mujer, porque esta pandemia también extermina el alma de las personas.
Deseo que la gente tenga la fuerza, esperanza, fe y alegría de hacer más brillante su vida. No podemos esperar que los factores externos nos solucionen las cosas, pero podemos cambiar nuestras perspectivas, “educando al corazón para lograr la grandeza humana”. Estimado lector, que tenga feliz Navidad.