Por: Rocío García Olmedo/ [email protected] @rgolmedo/ rociogarciaolmedo.blogspo.mx
Palabra de Mujer
El viaje a Washington, hace unos días, nos permitió ver otra cara del presidente Andrés Manuel López Obrador. Escucharle con una lectura ágil, muy distinta a la que emplea en México.
Con un mensaje diferente, estilo y palabras muy cuidadas, no culpas, ni al pasado ni al presente. Usó cubrebocas. Exigencia externa que tuvo que cumplir y que no se ha permitido hacerlo en México, ya no sólo con el buen propósito de asumirse como ejemplo, tan sólo como protección personal y, con ello, protección a los demás.
Exigencia externa fue también el practicarse la prueba para detectar COVID-19; antes no había aceptado hacerlo. Cuando menos tenemos certeza por ahora, de su estado de salud. ¡Qué bueno! Esa misma actitud cuidadosa asumida para su encuentro con el presidente Donald Trump, queremos verla en nuestro país.
Queremos que use cubrebocas para protegerse y proteger a los demás, queremos mensajes cuidados que no culpen, que asuman y demuestren su trabajo. Una nueva actitud que permita detener, esos inentendibles agravios dirigidos al sector de la población que representamos más de la mitad de la población de este país, que se están dando con los recortes presupuestales y, por ende, de muchos programas institucionales que, sin duda, han sido conquistas del movimiento amplio y plural de mujeres, que van encaminados a atender las múltiples problemáticas y brechas que todavía pesan sobre las mujeres.
Esa desatención que no puede provenir del hombre que ha abanderado en todas sus campañas políticas la causa de los pobres. Él no puede olvidarse que las mujeres estamos dentro de los pobres del país, las más pobres.
Incluso fue acuñado el concepto de feminización de la pobreza, que crecerá exponencialmente después de la pandemia. Por eso requerimos en México de ese cambio de actitud que mostró ante el presidente Trump.
Detener los recortes en el presupuesto y de los programas institucionales, que ha sido práctica recurrentes en estos dos años de gobierno para estancias infantiles, servicio de salud, refugios, atención al cáncer de mama, cérvico-uterino y de ovarios, retiro de programas de apoyo al campo, muchos de los programas de inclusión social, todos dirigidos a mujeres. Hace unos días se anunció el recorte de 100% de recursos que otorga la Federación a los estados que tienen alerta de violencia en razón de género.
Por si fuera poco, al finalizar la semana anterior conocimos del recorte de 75% de recursos asignados al Instituto Nacional de las Mujeres de los cuales también una buena parte son asignados a las entidades federativa, a fin de regresar a las instituciones el recurso aprobado en el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2020.
¿Quién de los servidores públicos de su gabinete estará proponiéndole estos recortes que, sin duda, alejan al presidente de cumplir sus compromisos adquiridos con los más pobres del país, como son las mujeres? No sólo eso, solamente por conveniencia política han pensado: ¿lo están alejando de una base de votantes que representa más de la mitad en el listado nominal? Porque ni modo que el presidente no sepa sobre la situación real que viven las mujeres en el país que gobierna.
No podría ser posible que no supiera, por ejemplo, que Puebla ocupa el tercer lugar nacional en violencia familiar, el quinto lugar en feminicidios y que la incidencia de este delito va en aumento, lo que justamente determinó la declaratoria de Alerta de Violencia contra Mujeres para cincuenta municipios.
Que en violencia política contra mujeres en razón de género el estado fue el que más delitos de esta naturaleza se cometieron en el último proceso electoral. Que durante el confinamiento domiciliario por la contingencia sanitaria las violencias contra mujeres aumentaron exponencialmente.
No puede ser que el presidente no sepa que se están haciendo recortes presupuestales a los recursos asignados a los 217 municipios, incluidos esos cincuenta municipios que tienen declarada Alerta de Violencia contra las Mujeres.
¿Cómo entonces se pretende que los ayuntamiento enfrenten la enorme problemática de violencias que hay en sus municipios contra las mujeres? Inentendibles estas acciones del gobierno federal en contra de las mujeres y de los municipios que son la base de la organización jurídico-política en el estado y país.
Me pregunto: ¿Cómo estarán proyectando con todos estos recortes presupuestales las acciones para enfrentar las consecuencias pospandemia? Porque si consideramos las proyecciones que se están haciendo, en el México pospandemia habrá más de 19.8 millones de personas en pobreza extrema y 60.7 millones en pobreza, de acuerdo con los cálculos de CEPAL. Es decir, 80.5 millones de personas en condiciones de pobreza o pobreza extrema.
¿Estarán calculando también las consecuencias a la salud, empleo, inseguridad y las económicas pospandemia? Estos severos recortes a programas e instituciones supongo los realizan bajo la base de la llamada “austeridad republicana”, la cual me parece no sólo está mal entendida sino también mal instrumentada como lo han dicho especialistas en la materia.
Porque de lo que se trata, hoy más que antes, es de atender las emergencias presentes y futuras. No debemos olvidar que desde antes de la pandemia traíamos una caída considerable en la economía mexicana, incluso –dicen los que saben– una desaceleración económica que no se veía en México desde la década del 30, eso impone el deber de impulsar las capacidades productivas, diseñando nuevas formas de intervención ante la crisis, no sólo de salud y de inseguridad, sino también de empleo y económica que ya se vive en México. ¿Cómo se logrará con tantos recortes?
Todo va a requerir de acciones y programas bien diseñados, sostenidos por instituciones fuertes, de ninguna manera será creando crisis en las dependencias por los recortes presupuestales que vienen realizando.
Las mexicanas y las poblanas no queremos sentirnos estancadas y retrocediendo. Así nos sentimos ahora. Queremos que el presidente Andrés Manuel López Obrador asuma esa misma actitud de cambio que mostró ante el mandatario Donald Trump, a menos que esa otra cara, esa lectura ágil, ese cumplir las exigencias externas de uso del cubrebocas y de aplicarse la prueba de coronavirus, también haya sido producto de ese manejo brillante que tiene de hacer creer en sus discursos “al pueblo” –como él le llama– lo que quiere escuchar. Se empieza a analizar que en la reunión en Washington ambos mandatarios, tan parecidos, lo que hicieron en sus discursos fue entrar en el “terreno de la posverdad, en la que cada uno dijo, lo que el otro quiso escuchar”.