Por: Lic. Guillermo Pacheco Pulido
Es Relativo
Sólo la reconciliación salvará al mundo, no la justicia que en algunos casos suele ser una forma de venganza.
Por ello, siempre habrá un día para emitir un fallo definitivo conciliatorio en que se absuelva o condene a un hombre, que de una u otra forma escribió gran parte de nuestra historia patria.
Porfirio Díaz Mori, el expresidente de México, salió de nuestro país el 15 de mayo de 1911 en el buque Ipiranga del puerto de Veracruz con destino a París, Francia, después de haber presentado su renuncia al cargo ante la Cámara de Diputados.
En su mensaje, el presidente dijo a los diputados entre otras cosas:
“… De conformidad con el artículo 82 de la Constitución federal, vengo ante la Suprema Representación de la Nación a dimitir, sin reserva, el encargo de presidente constitucional de la República, con el que me honró el pueblo nacional. Y lo hago, con tanta más razón, cuando que para retenerlo sería necesario seguir derramando sangre mexicana, abatiendo el crédito de la nación, derrochando sus riquezas, regando sus fuentes y exponiendo su política a conflictos internacionales”.
Como militar participó con gallardía y valor en los hechos de armas conocidos como: la Batalla del 5 de Mayo en Puebla, en la Batalla del 2 de Abril junto con el Ejército de Oriente; encabezó la batalla de Puebla para desalojar y derrotar a los imperialistas que tenían tomada la ciudad de Puebla, después la República triunfó y el presidente Benito Juárez pudo reincorporarse a Ciudad de México como presidente de la República.
Ya había participado en otras batallas, como la de La Carbonera, Las Cumbres en el sitio de Oaxaca, el de Lomas de San Lorenzo con satisfactorios triunfos y con lealtad a los destinos de nuestro país.
Cabe hacer notar que el escritor Pedro Moreno Ramos Vázquez nos explican que el 27 de abril de 1867, el gobierno de Puebla declaró al general Porfirio Díaz Mori como Benemérito del Estado de Puebla en grado Heroico, también decretó que se colocará su retrato en el salón de sesiones del Congreso y se erigiera un monumento público –que no se hizo– en recuerdo de la batalla del 2 de abril contra los imperialistas, pues se le consideró “Héroe del 2 de abril”.
El retrato que se puso en el Congreso, dice el autor mencionado, se halla en el Museo Casa de Alfeñique y otro en el Museo de la No Intervención.
Toda esa época y hasta 1910 se realizaron ceremonias cívicas en Puebla en honor de Porfirio Díaz, hasta que dejó de ser presidente.
Anteriormente, en 1877, en elecciones derrota a Sebastián Lerdo de Tejada y se convierte en presidente de México y reforma la Constitución incluyendo el principio de no reelección.
En la elección siguiente quedó de presidente su compadre Manuel González y de ahí en adelante Porfirio Díaz gobernó desde 1884 hasta su renuncia, el 21 de mayo de 1911.
No se puede negar que hubo progreso económico en el país, se crearon leyes de inversión extranjera, un código de minería, colocó 19 mil 205 kilómetros de vías férreas, se creó el sector industrial, se modernizaron los puertos de Veracruz, Tampico y Coatzacoalcos; se creó la Universidad Nacional.
Se rodeo de un equipo de trabajo, Los Científicos, de quiénes se afirma traficaron con concesiones gubernamentales; se crearon latifundios con la Ley de Desamortización; aumentó la pobreza de suyo existente; hubo rebeliones de los yaquis en Sonora y los mayas en Yucatán; huelga de los obreros de Río Blanco en Veracruz y en Cananea.
Se le señala como un dictador de mano dura, se dice que se burló de la democracia, favoreció a los ricos, se corrompió la justicia en favor de los poderosos y en perjuicio de los débiles.
En fin, podríamos decir que fue un gobernante al que hay que ubicar en su tiempo, espacios y circunstancias, alejándolo de criterios políticos para su correcto y serio análisis. Su familia desea su regreso a México.
Decía Immanuel Kant que la mayor perfección del hombre es cumplir el deber por el deber mismo, y como militar en la historia ya está determinada la conducta de Porfirio Díaz, fue un hombre que actuó con pundonor, con vergüenza, con verticalidad en el cumplimiento de sus deberes, con profundo sentido del deber hacia la patria, hacia lo que significa la soberanía, las armas como militar estuvieron al servicio de las instituciones.
Valorar la vida de Porfirio Díaz no debe partir de señalar errores o actitudes negativas que todos los seres humanos tenemos.
Digo esto porque debemos demostrarle y enseñarle a las nuevas generaciones que, en cualquier caso de análisis, deben pesar más las virtudes que la falta de ellas.
Pienso que una mujer o un hombre deben entender la condición humana, el concepto de sencillez, de humanidad, de honestidad, de honradez, de todos los valores sociales, de circunstancias, lo que nos llevaría posiblemente a no poder juzgar.
Parodiando a Shakespeare, con respeto, “los errores de la mujer o del hombre en nuestra sociedad son grabados en bronce y las virtudes se escriben en el agua”.
Esto lo señalo no sólo para el caso de Porfirio Díaz, sino que en la expresión negativa de algunos seres humanos cuando se atreve a juzgar en especial a mujeres u hombres a los que les toca servir a la comunidad y tienen que enfrentarse a difíciles soluciones que necesariamente deben afrontar.
Alguien dijo: Cuando veas a una mujer o un hombre sabio, piensa en igualar sus virtudes; cuando veas a un hombre desprovisto de virtudes, examinemos a nosotros mismos.
En relación a una frase de Porfirio Díaz Sufragio efectivo, no reelección, se le ha juzgado por esta frase y los acontecimientos con los que se vinculan, porque este principio fue violado por Porfirio Díaz; luego, en el acontecer político, esta frase llegó a ser sagrada.
La mayoría de políticos que lo criticaron, al paso del tiempo, reformaron la Constitución de México y establecen la Sí reelección para los miembros del Congreso, diputados hasta por 16 años, y para los presidentes municipales.
Al caso ni formulo preguntas ni doy respuestas, sólo me sumo a lo que dijo Pierre Corneille, dramaturgo francés: cumplid con tu deber y deja actuar a los dioses.