Notas para una defensa de emergencia
Silvino Vergara Nava / correo: [email protected] / web: parmenasradio.org
La pereza no es más que
el hábito de descansar
antes de estar cansado
Jules Renard
Según la información que ha salido a la luz pública del robo de los datos electrónicos de la Secretaría de Defensa Nacional que se llevó a cabo en el pasado mes de septiembre, resulta que se ha descubierto que las labores reportadas del titular de la administración pública federal es que no cuenta con una agenda saturada de reuniones, juntas, viajes, etcétera.
Por el contrario, prácticamente su labor termina alrededor de las diez de la mañana. Desde luego, una vez que salió a la luz pública esa agenda presidencial, inmediatamente se puso en la palestra presidencial su negación, es decir, que esto no era cierto, sustentándose en la propia palabra.
Bien cabe ese dicho de: “razón no pedida, culpabilidad manifiesta”. En resumen, todo da a entender que, el horario en la Presidencia de la República sigue restringido, como en los tiempos más graves de la pandemia de mayo y junio de 2020.
Pero, el problema no es particularmente ese, que de suyo es grave, sino que este horario y esa actitud presidencial ha cundido por todo el país y eso es lo más grave, ya que cualquiera puede constatar que las oficinas de la administración publica federal, particularmente, se encuentran paralizadas, no hay movimiento,
todo está en la comodidad de la pandemia, del denominado “trabajo en casa”, que por cierto es un fracaso rotundo, y del que en unos años se pondrá en la mesa todos los problemas psicológicos que va a representar para una gran masa de población.
Y es que, muchos de los trámites que corresponden a permisos, autorizaciones, concesiones, etcétera que deben de estar fluyendo, resulta que en la gran mayoría, se encuentran paralizados, por donde quiera que se le vea, es
suficiente con acudir a cualquier dependencia pública y desafortunadamente con ese hecho notorio, se observa que todos se encuentran así, no hay alternativa alguna de que se presenten casos extraordinarios para que se normalice la actividad.
Desde luego, que esto repercute en la economía del país para todos los ciudadanos que deben de acudir a estas dependencias solicitando esa serie de autorizaciones, simplemente para poder trabajar lícitamente. Pero, después de cuatro años de intentos, han asumido la posición muchos de ellos, de que es mejor ya esperar. Sin embargo, esa pasividad gubernamental no lleva a buen puerto, pero sí nos podríamos preguntar; ¿cuál es el objetivo de ello? La respuesta es pronta: ninguno.
Y es que la mejor respuesta de todo funcionario público al respecto de la pasividad en las oficinas gubernamentales se debe a que, quieren evitar la corrupción, o bien que, siguen analizando casos de corrupción.
Pero, ni se analizan, ni se resuelven los problemas, lo que da como consecuencia que sea la posición más cómoda, el que no se haga nada más que recibir las quincenas puntuales y una que otra dádiva por aquellos trámites en que sí se pueden mover algo, cambiar de etapa, etc. Pero de allí en fuera, no hay más movimiento que el de abrir y cerrar las puertas cada día de esas dependencias públicas.
En términos económicos y jurídicos esta pasividad es muy costosa, particularmente para los pequeños y medianos negocios, así como para las denominadas microempresas, muchas ocasiones, en eso radica su supervivencia y resulta que no se puede cumplir por la ausencia de actividades de las dependencias públicas, falta de personal, de equipo, incluso, actualmente, hasta de papelería y es entonces el mejor momento de la corrupción, pues a la llegada del inspector tiene a una presa fácil de sancionarla, por lo que la alternativa es la dádiva.
Por ello, es que en particular, ese dicho que circula en los pasillos de las oficinas publicas que reza: “la corrupción somos todos” es una falsedad, la corrupción es la pasividad, es la incompetencia y es propiamente que, es un sistema de represión para el ciudadano de a pie, sistema que, incluso, justifica seguir con horario de pandemia hasta en la propia Presidencia de la República.