Iván Mercado / @ivanmercadonews / FB: IvánMercado
Lo que no es medible, no es perfectible.
No, no se trata de plasmar ideas contrarias a un régimen que busca imponer un nuevo concepto de “bien” para este México tan vapuleado al paso de las décadas, en lo absoluto, se trata de revisar juntos si en un lapso específico, el país y sus 125 millones de habitantes estamos mejor, igual o peor que cuando comenzó la llamada cuarta transformación.
Lejos de filias, fobias o fanatismos que se recrudecen y dividen rápidamente a una sociedad ávida de cambios verdaderos, los resultados obtenidos de una evaluación elemental nos obligan a cuestionarnos la conveniencia de movernos con base en la realidad o quedarnos encandilados en la fantasía de los “otros datos”.
En los dos primeros años de la actual administración federal hay números que son irrefutables en casi todos los aspectos relevantes de la vida de una nación, sin embargo en un ejercicio básico, basta solo revisar tres capítulos, como son: la economía, la inseguridad y el manejo de la pandemia por COVID-19.
LA ETERNA PROMESA
En materia de seguridad, uno de los capítulos más dolorosos y, por tanto, más explotados con promesas inalcanzables durante las campañas de 2018, hoy nuestro país vive la amarga realidad de tener un aumento sostenido en el número de homicidios dolosos y feminicidios en por lo menos 17 estados.
Acumulados a los 34 mil asesinatos de 2019, durante los primeros siete meses de este 2020, se han iniciado más de 25 mil carpetas de investigación por homicidio en todo el territorio nacional y más de 550 por feminicidios, otro capítulo que nada ni nadie ha logrado detener hasta ahora en este México violento e impune.
Hasta ahora, y con base en cifras de las fiscalías estatales y federal, el actual gobierno de la República acumula más de 57 mil muertos (sin contar con las cifras formales del mes de agosto) en un escenario que no muestra signos de contención y mucho menos de decrecimiento.
EL CRECIMIENTO “SOSTENIDO” QUE NUNCA LLEGO
Revisar en retrospectiva el desmoronamiento de nuestra economía durante los últimos años, resulta profundamente revelador e inquietante. Una vez más, los números reflejan un grave deterioro en tan solo un lustro.
Con base en cifras desestacionalizadas del INEGI, en 2015 nuestro país registro un “crecimiento” de 3.3%, en 2016 bajó a 2.7%, en 2017 disminuyó a un 2.3% y en 2018 la tendencia no fue diferente dejando los niveles del PIB en un modesto 2%, confirmando así una preocupante desaceleración económica que también fue aprovechada por los entonces candidatos a la Presidencia, para prometer recuperaciones y crecimientos sostenidos de hasta 4%. Una falacia más de los políticos mexicanos.
En este contexto, 2019 fue un año en el que la segunda economía de América Latina registró un crecimiento negativo de -0.1%, una cifra que no se había visto desde un complejo 2009 cuando México intentaba recuperarse de la crisis mundial de ese entonces.
La caída del PIB durante 2019 no fue producto de una crisis internacional ni de una pandemia mundial. Los números registrados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía fueron consecuencia de un cambio de políticas económicas implementadas desde el inicio de la cuarta transformación.
Ya en terreno negativo, la economía mexicana entró con signos evidentes de alarma a un brutal 2020 que aún no concluye y ya nos castiga con expectativas de una brutal caída a -9.47% según escenarios base de diferentes calificadoras internacionales, como HR Ratings.
Ahora, enfrentamos el peor escenario por una pandemia de la que, hasta el momento, no se tiene certeza en su manejo y mucho menos en su conclusión.
Un dato adicional que permite comprender con absoluta crudeza el impacto del desastre económico de México, son los más de 15.7 millones de desempleados formales e informales (mayores de 18 años) que en tan solo cinco meses ha dejado la infección del COVID-19.
Un filtro más: Se estima que tan solo en este 2020 habrá 12 millones de mexicanos entrando a la pobreza. Esto significa que cada día 32 mil 786 connacionales caerán en esta condición social, mil 366 hombres y mujeres por hora.
EL DESASTRE SANITARIO
Tratar de comprender el segundo año de la actual administración federal sin observar el manejo de la actual crisis sanitaria mundial, resulta un franco despropósito.
Es incuestionable que el manejo de la pandemia en México ha resultado a todas luces desastrosa y esta no es una apreciación subjetiva, es una afirmación sustentada con base en los propios parámetros manejado por el vocero oficial: “Un escenario muy catastrófico sería que México llegara a las 60 mil muertes por COVID_19…”
Hoy nuestro país ronda según números oficiales los 64 mil muertos y casi 600 mil infectados.
Ocupamos el octavo lugar de países más contaminados y afectados del mundo y, muy contrario al discurso oficial, la Organización Mundial de la Salud sostiene que la magnitud de la pandemia en México está, sencillamente subestimada.
Así, con la revisión básica de tres capítulos elementales de la vida nacional y obviando que es indiscutible que todos deseamos un México sin saqueos, ni corrupción, ni impunidad, es obligado plantearse varias interrogantes: ¿Hoy estamos mejor que hace tres, seis, nueve,12, 15 ó 18 años? ¿Vivimos realmente en un proceso de transformación que nos permitirá superar los vergonzosos resultados y conductas del pasado reciente? ¿Es conveniente seguir confiando en un discurso optimista que se basa en buenos deseos y “otros datos”?
¿Hemos pensado con detenimiento y seriedad, el potencial costo social que podría tener el seguir aferrados al legítimo anhelo de un México ideal? ¿Hasta donde estamos dispuestos a llegar por alcanzar una ilusión que nos fue vendida con discursos altamente efectivos, pero que hoy esta ilusión es aplastada diariamente por resultados evidentes e incuestionables?
Los tiempos para soñar con las promesas de un país idóneo lamentablemente se agotan, la realidad y sus consecuencias nos patea la puerta mañana, tarde y noche, por ello, haciendo eco de una frase extraordinaria para tiempos de campaña, hoy es imperante admitir que POR EL BIEN DE TODOS, PRIMERO MÉXICO.