La forma es fondo, diría el sabio politólogo mexicano Jesús Reyes Heroles, y esa parece ser la premisa que debería aplicarse al momento –ya inminente– de afrontar en Puebla el tema de la despenalización del aborto.
No hay vuelta de hoja: el Congreso del Estado tendrá que resolver a corto plazo y lo deberá hacer con apego a lo que la Suprema Corte de Justicia de la Nación ya resolvió, al declarar inconstitucional la criminalización del aborto.
Es claro que la ruta está marcada, pero las formas cuentan y más en un entorno social como el que todavía prevalece en Puebla, donde aún con matices hay posiciones de avanzada, frente a otras de franco y a veces caduco conservadurismo.
En ausencia de colindancias, el tema confronta y polariza, es cierto, pero no puede eludirse ni admite mayor demora.
Así pues, al no justificarse más aplazamientos, conviene que los legisladores tracen ya un plan de acción y se aboquen al tema con las condicionantes que la circunstancia exige.
En ese contexto no deberían desoírse las sugerencias que en la víspera hizo el gobernador Miguel Barbosa a los legisladores, a quienes conminó a proceder de manera responsable y sin protagonismos. Habló de madurar y cuidar el tema y a no echarlo a perder porque es de interés general.
“Es un tema social, cultural y religioso; un tema de todos y de todas que amerita comportamientos adecuados; es un tema de todos y de todas”, señaló.
Y eso implica, entre otros aspectos, permitir el cauce de las diversas expresiones y hacer la discusión lo más franca y participativa posible, más allá de los intereses político-electorales, que los hay.
Una semana antes, el mandatario había insinuado su posición al establecer que la sociedad ya ha cambiado y que los valores actualmente han sido modificados, por lo que la familia debe de estar sostenida en una relación igualitaria entre hombres y mujeres.
En el marco del Día Internacional de la Mujer, reconoció incluso que la despenalización del aborto es un rezago que siempre ha existido debido a que no existía una sociedad igualitaria, por lo que consideró que “en el momento oportuno” el Congreso local deberá de definir esta situación a fin de generar una sociedad más igualitaria.
En el Congreso, hasta ahora, serán tres las iniciativas de reforma que se presentarán ante el Pleno, en las que se propone despenalizar la interrupción legal del embarazo antes de las 12 semanas de gestación.
En esos proyectos se recogen algunos planteamientos que ya habían sido discutidos desde la pasada legislatura, en las que en concreto se proponen modificaciones al Código Penal del Estado, a la Ley de Salud, así como a la Constitución Política del Estado, en cuyo documento se eliminaría el concepto de “la vida desde la concepción”.
De igual modo, serán ponderadas las consideraciones jurídicas e incluso de carácter moral que se han expuesto en los procesos de aprobación del mismo tema en otras entidades, como la Ciudad de México, Coahuila, Veracruz, Hidalgo, Oaxaca, Baja California y recientemente Sinaloa, donde el aborto es permitido hasta la semana 13 de gestación, a diferencia del resto que lo estableció en 12 semanas.
Se revisan también datos estadísticos que son útiles como referencia, tales como el que indica que actualmente hay en el país más de 200 mujeres presas por la interrupción de un embarazo; alrededor de otras 750 cumplen sentencias severas de hasta 30 años tras ser acusadas con la agravante de homicidio en razón de parentesco, aun cuando muchas de ellas sufrieron abortos espontáneos dadas sus condiciones de precariedad y de jornadas extenuantes de trabajo.
También, hay más de 432 carpetas de investigación abiertas contra mujeres por abortar, mientras que hay miles de abortos clandestinos y esa es una de las cinco causas de muertes maternas.
En cuanto a las posiciones partidistas son ya bien sabidas, aunque hay todavía titubeos y discursos de doble sentido.
Protagonismos que nunca faltan y que se tendrían que cancelar.
El PAN no admite concesiones y se mantendrá en contra de cualquier propuesta; en el PRI hay diferencias internas, pero votará en bloque como grupo parlamentario; también en Morena hay al menos dos grupos que no acabarán por conciliarse y los legisladores del PT, que están a favor, quieren ser el muñeco del pastel.
Lo que no está claro todavía es si habrá espacios de abiertos para la discusión; foros, consultas o reuniones de trabajo que finalmente poco contribuirán a modificar el resultado final, pero que quizá podrían ser útiles como recurso y ejercicio de participación social.
Lo que se espera, y eso es inevitable, es que durante el proceso de discusión ocurran no sólo declaraciones en todos los sentidos, sino también manifestaciones públicas.
Veremos entonces a los grupos de mujeres y activistas que han insistido de diversas formas a favor de la despenalización, como de otras mujeres afines a los movimientos a favor de la vida.
Ojalá que unos y otros tengan un comportamiento a la altura y no provoquen escisiones entre el tejido social.
Lo deseable también es que puedan evitarse barbaridades, como las que están ocurriendo en estos días en Sinaloa, donde la Diócesis de Culiacán puso el mal ejemplo al difundir en sus redes sociales la fotografía de los legisladores que aprobaron la despenalización, además de advertir que les negará los sacramentos y se les impedirá participar en ceremonias religiosas.
Nadie desea confrontación alguna y ojalá no se llegue a los extremos porque ciertamente el tema, que es de la sociedad entera, no merece que sea echado a perder.
De lo que se trata, finalmente, es de respetar de manera íntegra y cabal los derechos humanos, en este caso de las mujeres.
En el discurso todos hablan de igualdad, equidad, inclusión.
Es hora de aterrizar.
El “momento oportuno” parece haber llegado y hay que afrontarlo ya.