Su nombre no aparecerá en las boletas, pero este domingo el presidente Andrés Manuel López Obrador ganará en las elecciones para gobernador en los estados de Oaxaca, Hidalgo, Tamaulipas, Durango y Quintana Roo y, si acaso, estaría perdiendo sólo en Aguascalientes.
Dicho de otro modo, la inercia del buen posicionamiento de AMLO favorecerá para que la gran mayoría de los candidatos de Morena se adjudiquen la victoria sin mayor problema y, con ello, hará crecer a 22 las entidades gobernadas por personajes de la 4T, en la víspera de la crucial contienda de 2024.
Es irrefutable que el peso de la figura presidencial será factor determinante para los comicios de hoy. La aprobación de AMLO, con algunos altibajos, se mantiene todavía en una mayoría favorable en el país, a pesar de los traspiés de su mandato y de recientes acusaciones por su presunta vinculación con el narcotráfico.
En las recientes encuestas de mayo, y a pregunta sobre la aprobación del trabajo que está haciendo López Obrador como presidente de México, 57 por ciento se pronunció a favor, por 41 por ciento que lo desaprobó.
Los diversos estudios de opinión coinciden que de febrero a mayo, el apoyo popular al presidente en el país ha permanecido estable en un franja de 54 a 57 por ciento de ciudadanos que avalan la labor del mandatario.
No obstante, mientras que la popularidad presidencial se mantiene mayoritaria, en las percepciones sobre el desempeño de su gobierno en materia de seguridad pública, economía y corrupción prevalecen las calificaciones negativas.
En seguridad, la encuesta arroja 25 por ciento de opinión positiva y 61 por ciento negativa; en economía, 41 por ciento evalúa de manera favorable al gobierno federal, mientras que 44 por ciento lo hace de forma desfavorable, y en corrupción, 34 por ciento opina bien o muy bien y 52 por ciento mal o muy mal.
Hay evidencias de que el país afronta graves dificultades y que son frecuentes los tropiezos del gobierno federal, pero eso parece no ser apreciado por la mayoría de ciudadanos. Poco parecen importar los fracasos en el combate a la pobreza y la corrupción, así como la creciente inseguridad, deficiencia en materia de salud y un alza inflacionaria que pega en el bolsillo de los que menos tienen.
Esas banderas con saldo adversos, que debieran ser enarboladas por la oposición, especialmente en el marco de campañas electorales, han permanecido guardadas en el baúl. Nadie las ve y ese es otro factor que abona en el vaticinio de la aplastante victoria morenista de este domingo.
¿Dónde está la oposición? El silencio opositor se explica de algún modo en el contexto de la vergonzosa exhibida al presidente del PRI, Alito Moreno. Los comprometedores audios que lo involucran en turbios manejos fueron sólo un aviso de lo que pudiera seguir para quien se ponga enfrente.
Hay, por supuesto, misiles de mayor envergadura que eventualmente serán lanzados por actores morenistas en los momentos que mejor convengan. Y lo harán con el impulso de fieles y belicosos partidarios, aun cuando su prestigio sea dudoso. Macedonio, Fernández Noroña o la gobernadora Lydia Sansores, por ejemplo.
Aunque sea cierto, a nadie parece preocupar que haya toda una embestida mediática contra opositores políticos orquestada por el propio presidente López Obrador, en venganza por haber votado en contra de la reforma energética.
Así, con Alito disminuido, Marko Cortés desaparecido y Jesús Zambrano extinto, la presunta fuerza que se trató de aparentarse con la ahora fragmentada alianza PRI, PAN, PRD está desactivada, asustada, incluso bajo el amago de los actuales hombres del poder.
Otro ingrediente que habrá de favorecer la victoria morenista de hoy es la complicidad y abierta colusión de algunos gobernadores, que debieron defender sus plazas. Los casos de Omar Fayad en Hidalgo, Alejandro Murat en Oaxaca y Carlos Joaquín Gonzáles en Quintana Roo son lamentables, más que patéticos.
A eso se suma que en las entidades donde habrá elección, los viejos cuadros priístas, defensores a ultranza de sus cotos de poder, se han mimetizado ahora a Morena. El interés personal y la oleada guinda acabaron arrastrándolos.
Hay otros elementos que podrían inclinar aún más la balanza morenista. Uno relevante es la inocultable injerencia en los comicios –directa e indirecta– de los grupos criminales.
Reportes de especialistas indican la presencia en las seis entidades involucradas en la jornada electoral de diversos grupos de la delincuencia organizada, entre los que destacan por su poderío e influencia en el país el Cártel Jalisco Nueva Generación y el Cártel de Sinaloa.
Caso especial es Durango, por ser amplia zona de plantíos de marihuana y amapola, pero especialmente Tamaulipas, donde hay movilidad de más organizaciones criminales, como Los Treviño, Los Metro, Grupo de Narco Rap, CJNG, Cártel del Golfo, Golfo Nueva Era, Cártel del Noreste, Zetas vieja escuela y Tropa del Infierno.
Analistas consideran que organizaciones criminales tratarán de inhibir el sufragio en Aguascalientes, Durango, Hidalgo y Tamaulipas, mientras que en Quintana Roo y Oaxaca se movilizarán para promover apoyos a favor de Morena.
La presunción es que su labor ha sido promover actos de violencia política, financiar campañas, intervenir en los procesos de selección de candidatos, cometer actos de intimidación, coacción de votantes y de operadores políticos, lo cual se ha visto ya en procesos comiciales pasados.
En los comicios de 2021 hubo sospechas de la intervención de bandas delictivas en las entidades. Morena ganó donde hay una mayor tasa de homicidios dolosos como Colima, Baja California, Zacatecas, Sonora, Michoacán y Guerrero. No sería nada raro. Cabe recordar que datos del departamento de Estado de EU y la DEA revelan que 40% del territorio mexicano está dominado por el narcotráfico.
Los señalamientos del posible involucramiento del narcotráfico en las estructuras del gobierno actual, con ramificaciones en Morena, han sido reincidentes durante los días recientes.
De acusaciones directas de la senadora Lilly Téllez –habla ella de un “narcoestado”–, se pasó en la víspera a la muy grave alusión que hizo Porfirio Muñoz Ledo, quien expresamente señaló en un foro internacional que el gobierno de la 4T “es un aliado del narcotráfico”.
Desde luego que AMLO respondió a ese duro señalamiento, que calificó de “corriente y vulgar”, que sólo busca desprestigiarlo en la víspera de las elecciones en seis estados. También exigió que esas “temerarias” acusaciones sean probadas, lo cual parece más que imposible, pero el dedo ya fue puesto en la llaga.
Es de esperarse de cualquier forma que al menos en los comicios de este domingo prevalezca la tranquilidad y que el ejercicio al voto se desarrolle de modo pacífico, bajo el entendido que tras bambalinas hay intereses de todo tipo, los que serán referente en la escabrosa ruta de 2024.
Como sea, aún entre espesos nubarrones, AMLO gravitará en la jornada electoral de hoy. Con sus pros y contras, aun emblemáticamente, quiérase o no, jugará a favor de Morena. Y nada evitará que saldrá triunfante